Denostadas por algunos y alabadas por otros… ¿Cuál es la realidad?
Pedro A. Suárez | 22/02/2008
Normalmente tratamos sobre rifles y caza mayor, por ello a algún lector le llamará la atención que esta vez traigamos a colación las postas, las cuales se disparan con escopeta, pero es que hace poco asistimos a una conversación sobre estos cartuchos entre dos cazadores (en una cacería de menor) que dio pie para, tras largas consideraciones, darnos cuenta de que en realidad no teníamos nada en claro y definitivo sobre este asunto. Así que nos decidimos a investigar sobre el tema.


Uno de los cazadores decía que a él le gustaba fundamentalmente la caza menor, pero que, no obstante, estaba esperando la oportunidad de cruzarse con algún jabalí para tentar el lance; el otro decía que él sí era cazador tanto de menor como de mayor, y que era necesario un cambio de talante para asistir a cada una de estas actividades cinegéticas. Parte de la diferencia que explicaba era referir en detalle los dos rifles y las tres escopetas que tenía para cada modalidad.

El primero apuntaba que aunque la mayoría de los cazadores que van a las piezas de mayor con escopeta lo hacen con repetidoras de un sólo cañón y bala sólida (incluso hay cotos sociales que sólo permiten este tipo de armamento), pero que entendía conveniente que, para casos como el suyo, se permitiera (es más, decía que debería ser de costumbre) el uso de las postas. Ya que, a su juicio, otorgaban mayor oportunidad de acertar y, por otra parte, «nueve balas son necesariamente más mortales que una sola».
¿Esto es así realmente?
Para averiguarlo, elegimos una escopeta de campo cuyo cañón derecho tiene un choke muy abierto para que nos permita disparar todas las municiones necesarias. Unos cartuchos de bala sólida, unos pocos de postas y, sólo a efectos comparativos, un par de cargas de munición zorrera, y otros tantos cartuchos para pelo con munición medio/gruesa. Después, como es obvio... ¡probamos todo!
Lo primero fue elegir una distancia de tiro que sirviera a efectos prácticos para lo que pretendíamos averiguar. Así que nos decidimos por dieciocho metros que es una cosa razonable y, además, es la mitad de la distancia para la que se comprueban todas las escopetas en fábrica. A continuación, para no pillarnos los dedos, quisimos conocer la precisión de las balas. Apuntando con mucho cuidado con toda la banda de los cañones enrasada y con el punto de mira bien centrado —cosa que, por descontado, es difícil de hacer en las prisas de una cacería—, a pesar de tratarse de una escopeta yuxtapuesta los resultados fueron, al menos, sorprendentes: entraron tres balas en una circunferencia de nueve centímetros, lo que significa que hay una separación entre centros de sólo 7,5 centímetros. Y esto es comparable con la precisión de muchos rifles que están cazando.
Los impactos se fueron un poco a la derecha del centro del blanco donde estaba el punto de mira; pero ello tiene su explicación: la lista (que es la banda que separa los cañones por arriba, siendo la solista la que lo hace por debajo) de una escopeta yuxtapuesta está ubicada justo en el eje longitudinal del arma, al centro de los cañones. Ahora bien, como nosotros disparamos con el cañón derecho, el centro del ánima de este lado se encuentra desplazado de nuestra toma de puntería. A los 18 metros de distancia, el resultado fue el que hemos dicho.


A continuación, hicimos un paréntesis para probar por separado las postas en tres disparos a esa misma distancia sobre un blanco de papel, para averiguar cuál era el comportamiento estándar de las mismas. Obtuvimos una dispersión de 49 centímetros entre ellas en el peor de los tres y una agrupación de 39 en el mejor. Enseguida, volviendo a nuestra prueba, disparamos uno de estos cartuchos sobre la agrupación de balas que teníamos —lo hicimos así para disponer de una comparativa real—. Seis impactos se concentraron cerca de los agujeros de bala aunque con una dispersión algo mayor, mientras que los dos peores se verificaron por encima y por debajo con una separación de 41 centímetros entre ambos. Luego, estos dos difícilmente se podrían considerar aptos para la caza.

En la foto nº 1 observamos la agrupación de las balas y la dipersión de las postas. En la nº 2 vemos los orificios de salida de ambos proyectiles en el primer tablero. Fotos 3 y 4 las postas se quedan en el segundo tablero mientras que las balas atraviesan los cuatro. Foto nº 5 municiones empleadas.
En conclusión, desde el punto de vista de la precisión, las postas no agregan gran cosa aunque lo parezca, ya que una bala metida en cualquier sitio del mismo diámetro cubierto por ellas, resultaría igual o más efectiva. Si aún pretendiéramos justificar su uso con la aparente ventaja de acertar dentro de la zona vital con alguna de esas postas periféricas despreciando las del centro, no deberíamos perder de vista que esa misma posibilidad se traslada en igual medida hacia el pinchazo del animal en una zona no vital. Lo cual, como todos sabemos, es precisamente el tipo de herida que el cazador con ética debe evitar a toda costa. Pero hay algo más: al mirar por detrás del blanco —que era una madera de aglomerado DM de 16 milímetros de espesor que elegimos porque gracias a su falta de pastosidad y vetas, presentes en una madera natural, tiene una consistencia y resistencia a los impactos similar a los huesos de un animal grande—, notamos que los orificios de salida de las balas medían 38 milímetros, es decir, 2,2 veces más que ellas. Mientras que los de las postas alcanzaban los 26 milímetros que es tres veces más grande que su diámetro.
Tres cosas se desprendían de esto: que las postas traspasaron energía a la madera más rápido que lo que lo hicieron las balas; que si se tratara de un animal, éste habría sentido mucho más el golpe del postazo (con el cartucho de la munición de 7ª la madera se tumbó hacia atrás rompiendo el palo que la sujetaba erguida). Y, por último, al dejar atrás la madera, las postas estaban mucho más cerca de su detención total (descarga completa de su energía) que las balas.
Al observador poco acostumbrado a lidiar con este tipo de comprobaciones, podría parecerle que es un síntoma de eficacia y efectividad; pero para aquél que esté experimentado, la traducción será la siguiente: las postas sólo funcionan en animales de piel fina y blanda. Con una piel gruesa se dejan mucha parte de su energía en atravesarla. La capacidad de perforación de las postas es muy poca. Si el animal es robusto, no alcanzan los órganos vitales con la suficiente energía (fuerza o potencia) para causar el shock necesario para una muerte limpia y rápida. Esto comenzó a perfilar el resultado y la conclusión final de nuestra prueba.
En cuanto a la energía
De la física sabemos que la fuerza de una bala se denomina energía y que cuanto mayor es la velocidad y el peso, mayor es esa energía; así que para conseguir que uno de los dos tiros sea más potente que el otro, debemos aumentar su peso o, de lo contrario, aumentar su velocidad, pero... ¿cuál será el cambio resultante de disgregar el peso de una bala sólida en otras nueve? De la respuesta a esta pregunta se desprende la explicación de lo observado más arriba.
Tanto la bala sólida como el conjunto de postas tienen un peso similar (entre 32 y 36 gramos dependiendo de la marca) así que esto queda descartado. La única forma que tendríamos de aumentar su energía, como hemos dicho, es aumentar la velocidad. Cosa que tampoco podemos hacer, porque con un volumen de munición de esos gramos, un cartucho del 12/70, bien cargado, tiene unos 450 metros por segundo para mantenerse dentro de los márgenes de presión correspondientes (en este caso medimos en el cronógrafo dos tiros con las balas utilizadas y nos dio una velocidad media de 465 m/s).


Con estos valores una bala pega en el animal con un impacto de unos 324 kilos, aproximadamente. El conjunto de postas lo hace con la misma fuerza... pero repartida entre todas. Así que cada una tiene un golpe de 36 kilos más o menos. Con menos kilos de pegada es fácil comprender que tiene menos efecto y menos penetración, pero la cosa es más grave aún: las balas de la prueba tienen un diámetro de 18 y las postas 9 milímetros (en realidad miden 16,9 mm, lo cual aumentaría el factor negativo hacia las postas que vamos a obtener a continuación; pero, despreciando esta diferencia, a efectos prácticos vamos a decir que una bala tiene 18 mm porque es el doble justo).
Si tomamos los 36 kilos de pegada de la posta, vemos que por cada milímetro mete cuatro de ellos. Mientras que considerando que la bala tuviera 18 milímetros, aún así le corresponden 18 kilos por cada uno (en realidad, como dijimos, son más porque su diámetro real es de sólo 16,9 mm). O sea, hay cuatro veces y media más energía por milímetro en la bala que en la posta.
Conclusiones
Las postas penetran poco y se frenan muy rápido, por ello tienden a quedarse en la carne del animal. Tienen muy poca energía para su sección y en consecuencia su capacidad de shock es escasa. Debido a su poca masa, no tienen gran alcance.
Definitivamente, la posta sale de la prueba muy mal parada. Como un cartucho anodino. Pero tal vez esto sea porque se la ha considerado, por parte del primer cazador que comentamos al principio, en un contexto y para un uso equivocado. En realidad, fueron inventadas como cartucho disuasorio contra los animales molestos en las granjas y para matar alimañas como zorros, chacales y otros por el estilo. A veces se han utilizado en guerras entre hombres —que es un animal de piel blanda y poco volumen, con los órganos vitales a pocos centímetros de la piel— con igual efectividad. Pero, en cualquier caso, no se muestra como un cartucho adecuado ni ético para la caza deportiva entendida como tal.


Saludos
Mi primer caso fue en una espera nocturna al jabalí en un cebadero en el que me situé muy cerca a unos cinco o seis metros, me entraron una gorrina con cuatro borregotes ya buenos, se colocaron haciendo un circulo alrededor del cebadero, apunte ala gorrina que estaba de costado hacia mi le apunte en el codillo con escopeta repetidora, postas y choque de cuatro estrellas, le dispares y al la cochina le di en los riñones la deje baldada de atrás, al borrego que estaba un poco mas arriba lo deje seco en el momento con un postazo en el cuello y a otro lo piche pero no lo pude cobrar.
En otra ocasión estaba dentro de un trigo me entro un borregote que pesaba sobre uso 50kg venia de frente a mi le dispare a 10 metros con la misma escopeta, la misma munición y el choque de una estrella el cochino callo fulminado pero con una posta que le dio en la frente. Por lo tanto pienso que las postas pueden herir mas que matar a los cochinos sobre todo a los grandes
Utlilizando balas,con todas esas cualidades que se enumeran,el problema es "que hay que darlos",y en noches de frio,con los nervios de punta,el corazón en la boca...
Si es así,no veo que haya que hablar de su "dudosa eficacia" al no poder usarse.
Me gustaria saber cual seria el resultado de esta misma prueba pero con el blanco en movimiento, haber cual tiene mas precision, a mi parecer para un animal en movimiento indudablemente es mucho mas efectiva la posta.
Yo propongo esta nueva prueba, haber que sucede.
un saludo a todos
Una noche cazando bizcachas en la Ciudad de Córdoba ( Argentina)me cruce con dos pumas a los culaes pude acercarme hasta una distancia de aproximadamente 20 mts, estaban los dos sentados de frente asi que espere que se movieran y en cuanto lo hicieron apunte y le dispare a uno de ellos al codillo acertando y dejando inmovil al ejemplar.
Al cueriarlo pudimos apreciar que 7 postas habian hecho impacto en el animal, dos de ellas a la altura del espinaso y de la pansa lo habia traspasado quebrando costilas, otro a la altura del hombro lo traspaso y quedo del otro lado entre la piel y la carne de mas esta contarles que su carne es deliciosa.
El disparo lo hice con una escopeta de un tiro que de tan bieja que es no se le ve la marca.
Solo queria comentar mi experiencia, saquen sus propias concluciones.
Esperas: ¿el calibre es la cuestión… o es una cuestión de calibres?
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