Más esparto y menos asfalto

Más esparto y menos asfalto

Soy del Sur, y aquí el esparto es una gramínea, a la que también se le llama atocha, y que cubre gran parte de las manchas de monte mediterráneo que conforman nuestros cotos de caza, fincas rústicas y forestales.


El mundo de la caza y el mundo del campo en general, lleva tiempo con un mal sabor de boca porque se empeñan en organizarle su vida. Gota a gota se pretende inculcar un modus operandi diferente en sus usos y costumbres al que lleva aplicando tradicionalmente durante muchas generaciones.

Un empacho de libros nacido en oscuros despachos iluminados con luz artificial, junto con una falta de costumbre de beber chatos de vino con autóctonos en cualquier plaza de nuestros pueblos, son premisas que dirigen hacia un destino controvertido la gestión de los hábitos cotidianos de la España profunda, y de la no tan profunda.

Prohibir no es gestionar.

Restringir no es mantener.

“La Caza También Vota”, una iniciativa engendrada en la Federación Andaluza de Caza y continuada en otras comunidades, es una magnifica herramienta para que el sector cinegético conozca las líneas y compromisos de todos los partidos políticos con su actividad y a la vez para que estos, los políticos, conozcan la existencia de un que hacer que aporta una más que respetable cifra al PIB nacional, además de ahorrar a la sociedad otro tanto en el necesario control poblacional de especies animales salvajes.

Han sido más frecuentes, tras la ausencia humana en las calles de las urbes por exigencias coronavírica, las imágenes de fauna salvaje invadiendo el hábitat de asfalto; imaginemos que podría ocurrir en una situación de caza cero en varios años. Aumento exponencial de daños a cultivos agrícolas, accidentes en carreteras, epizootias por hacinamiento.

Cuidado con prohibir o restringir señores políticos anti-caza.

¿Quién de nuestros abuelos podría imaginar que dependiera tanto de una urna hoy en día el que pudiéramos continuar dándole captura al guarro que rompe su huerto o tirar una docena de tórtolas de las que abaten miles en el continente vecino?

Desde luego que los tiempos cambian, así como las circunstancias, pero no debemos permitir que cambien los valores que han originado que funcionen las cosas bien.

Los experimentos con gaseosa.

Me llama profundamente la atención cuando desean declarar un espacio natural como protegido porque dispone de unos valores naturales sobresalientes, usando propiedades privadas a cuyos legítimos dueños pretenden prohibirle o limitarles seguir haciendo actuaciones de gestión que han venido desarrollando tradicionalmente y que por ende han podido originar esos sobresalientes valores.

Pero lo que me aturde los sentidos atrozmente, son las pretensiones de concesión de derechos y la tendencia a humanizar legislativa y socialmente, a especies diferentes a las de homo sapiens.

Seguro que muchos de los que opinamos de esto sin saber, luego envenenamos originando muertes atroces a los roedores que entran en trasteros, a las lombrices de los estómagos de nuestros hijos, extirpamos o inutilizamos los testículos a perros y gatos en quirófano sin consulta previa al paciente, matamos moscas con insecticidas, o comemos trozos de cerdos triturados que nacieron y murieron pisando purines, dentro de vistosos panecillos de molde adornados con semillas.

La sociedad es inteligente, pero lenta, y aunque valora rápido, olvida pronto.

Tengo la sensación de que la caza y el mundo rural funcionaria mejor si fuera autogestionado en mayor porcentaje por los propios usuarios.

Tengo el convencimiento, a modo de panacea, de que habría que saber leer a la gente de pueblo para aprender lo que la metrópoli no puede transmitir.

Que la ideología del “neochorradismo” no arrebate terreno al sentido común por favor.

… más esparto y menos asfalto.

 

Juan Ignacio Gázquez Martínez
(Salvador de almas)

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