Uno de los corzos más extraños abatidos esta temporada se ha cazado en un coto social
Este ejemplar con un trofeo único ha sido cazado en un tecor de la provincia de Pontevedra. De la roseta izquierda nacen cuatro puntas verticales, mientras que la cuerna derecha tiene cinco puntas, dos de ellas en posición horizontal.
Son muchos los cazadores que recorren cientos de kilómetros para abatir un corzo galaico. Se trata de ejemplares de menor porte que lo corzos de la meseta, pero están coronados con unos espectaculares trofeos.
El cazador, sin poder apartar la vista del ecepcional trofeo de corzo que ha conseguido.
El cazador abate el corzo en el día que le había tocado por sorteo
Oscar Soto es un traillero y un apasionado de la caza del corzo. Nació en Lalín, municipio de la comarca del Deza. El cazador caza en el coto social de su localidad natal. El acotado tiene una extensión de 32.000 hectáreas en las que únicamente recechan los corzos los socios. Aunque la extensión del terreno es enorme, solo caza una persona por día y lo hace por sorteo fechas antes de empezar la temporada.
El jueves le tocó cazar a Óscar. El gallego sabía que algún corzo de buen porte se dejaba ver por una zona del coto y allí se dirigió. En su búsqueda halló un ejemplar que no había visto anteriormente.
Detalle de la cuerna izquierda. A la derecha, vista posterior del trofeo del corzo multipuntas.
Crónica del abate del corzo multipuntas
El recechista narra a los usuarios de Club de Caza cómo se hizo con este impresionante macho:
-"Al llegar a la mancha me baje del coche. Desenfundé mi Sako S20 Hunter del calibre .308 WIN equipado con un visor Apex XP 5-30x56. También me llevé para el rececho el trípode y los prismáticos. Voy a mirar al lugar que frecuenta el macho, en una ladera de prados próxima a un río, pero solo veo un zorro. Decido ascender por la pendiente para observar otras zonas de pasto. Tampoco veo corzo alguno. Cambio de estrategia y rececho en lo alto del monte. Al asomarme, veo un corzo macho.
Primer plano de una de las rosetas.
Se me hacía raro porque sabía que no era el que tenía controlado, por su tamaño, forma, color…, pero lo que menos me encajaba eran sus cuernas. Me acerco algo más. Busco apoyo y a 312 metros decido tratar de abatirlo. Mi sorpresa fue mayúscula cuando llegué a verlo. Raro, grande, bueno, no sabría cómo definirlo. Llevo cuatro años recechando y un cuarto de siglo cazando, pero nunca había visto nada así por esta zona. He cazado algún corzo medallable, pero no atípico".