Caza un impresionante corzo al rececho el penúltimo día de la temporada en Galicia
Un cazador gallego ha vivido este año una temporada corcera de ensueño que se ha visto culminada con el abate de este espectacular corzo en pleno periodo de celo de la especie. Junto a este ejemplar el cazador abatió en abril un macho único con una 'pala' en una de sus cuernas. Un corzo con 10 puntas y un grosor de cuerna fuera de lo normal.
A tenor de los trofeos de corzo abatidos en estos últimos cuatro meses en los bosques gallegos, la comunidad autónoma se ha convertido en un referente en España de la caza de la especie.
Cazando durante el celo del corzo
José Fernández González, un cazador y valiente traillero del norte de España, desconocía la existencia de este macho en la zona del acotado situado en la comarca de Carballino, ubicada en la provincia de Orense, en la que estaba recechando. José llevaba varios días que no veía ejemplar alguno de la especie en sus visitas por la tarde al coto. Los animales no acudían a la llamada del reclamo bucal del cazador.
Según José, este año el celo es inexistente entre los corzos como consecuencia de las altas temperaturas. Este hecho no impidió que el recechista cejara en su empeño de cazar un macho los últimos días hábiles en la caza del ungulado en Galicia. La tarde del sábado 30 de julio, penúltimo día de la temporada, una hora antes de anochecer vio un corzo a 200 metros de distancia. Se trataba de un macho con una espectacular cuerna.
A pesar de que el animal se encontraba semioculto en la maleza decidió tratar de abatirlo. Apoyó el rifle de la marca Zoli del calibre .30-06 en el trípode y, tras apuntar al macho concienzudamente, apretó el gatillo. En un primer momento pensó que había errado el disparo.
El cazador, José Fernández González, es el recechista que abatió el precioso corzo multipuntas que publicamos hace poco en Club de Caza. Tienes el enlace al final del artículo. A la derecha, el trofeo del corzo cuenta con un volumen y una disposición impresionantes.
Rastreo de corzos con perros de sangre
Acompañado por Pepa, una joven teckel, se dirigió al lugar del lance para comprobar si la bala había cumplido su objetivo. Sobre una roca vio unas gotas de sangre. El proyectil había impactado en el cuerpo del corzo. La perra siguió el rastro unos metros, pero el ungulado se refugió en una zona de zarzas y tojo.
Por mucho que lo intentó, era imposible acceder a ella para seguir el rastro con Pepa. El hecho de que anocheciera llevó al cazador posponer la búsqueda del ejemplar a la mañana siguiente. Nada más amanecer volvió al lugar, pero no logró encontrar al macho.
Seis días buscando al corzo al que había disparado
Un día tras otro regresó al sitio donde vio por última vez al ungulado para intentar su recuperación. Su insistencia seis días más tarde de efectuar el disparo le hizo encontrar entre la maleza un trozo de hueso. Tras más de 1 hora inspeccionando entre la vegetación vio los restos del corzo, su cuerpo había sido devorado por los depredadores.
Se encontraba a 200 metros del sitio en el que tuvo lugar el lance. Junto a la piel y los huesos del macho se hallaba su cráneo. Como en un primer momento auguró Juan se trataba de un impresionante trofeo multipuntas. Sus nueve candiles nacen de unas impresionantes rosetas adornadas de un grueso y precioso perlado.