Abate un corzo y los jabalíes solo dejan de él la cabeza y la espina dorsal
Crónicas de caza

Abate un corzo y los jabalíes solo dejan de él la cabeza y la espina dorsal

Al ir a recuperar al ejemplar horas más tarde del lance con un perro de sangre el cazador encontró que los cochinos se habían comido la carne y gran parte de los huesos del animal cazado.


El cazador que ha visto cómo los jabalíes le han privado de degustar la carne de este corzo es Víctor Manuel Catalán, natural de Prats del Rey, localidad ubicada en la parte norte de la comarca de Noya, en A Coruña. Este montero publicó un vídeo en diciembre en redes sociales para mostrar a las personas ajenas a la caza cómo los cazadores anteponen la vida de sus perros de caza al abate de una pieza. Según el cazador, su modo de proceder podría servir para impartir clases de seguridad a la hora de disparar a cazadores noveles.

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Curioso trofeo del animal selectivo.

Dos décadas cazando corzos al rececho

Así narra cómo abatió este ejemplar selectivo en un acotado de Cataluña:

"Tras varios días observando al corzo, decido que es necesario su abate, al tratarse de un animal selectivo. Únicamente tenía una vara en una de sus astas. El lunes pasado logro localizarlo a 100 metros de distancia, pero no me da opción de ejecutar el disparo al desaparecer en la espesura. Para mi sorpresa, vuelve a aparecer varios minutos más tarde a 200 metros de nuestra posición. Coloco el rifle en el trípode, apunto y acciono el gatillo de mi Sabatti del calibre 7 mm RM. Pero la bala no alcanza su objetivo.

Mientras veo correr al corzo, no alcanzo a saber qué ha pasado. Al llegar a casa, me percato de que no había modificado la torreta del visor, que aún permanecía puesta a puntería a 100 metros. Dos días más tarde, vuelvo a intentar su abate, a pesar de que el tiempo no es favorable para la caza del corzo. Justo antes de anochecer, aparece en el lugar en el que estamos realizando una espera un corzo joven que parece tener prisa. Otro macho trata de expulsarlo de la zona. Tras observarlo detenidamente, confirmo que se trata del animal selectivo que fallé el lunes. Está a 210 metros. El intenso viento no me deja la cruceta quieta, finalmente creo tenerla en un punto vital de su cuerpo y disparo".

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Vista frotnal de las cuernas del corzo selectivo. A la derecha, Óliver y Hugo, los hijos del cazador, con otro corzo abatido anteriormente.

Los jabalíes son animales oportunistas

"Logro tocarlo, aunque por la manera de correr me parece que el disparo ha quedado trasero. Lo veo perderse en la espesura, apenas nos queda luz, pero vamos hasta el lugar de impacto y encontramos algo de sangre. A la mañana siguiente voy a buscarlo con Tula, mi teckel. Empezamos el rastreo en el punto del impacto, la perra rápidamente se dirige hacia el sitio donde se perdió el corzo. En apenas minutos, lo encuentra a 200 metros del lugar del lance. Tremenda sorpresa nos llevamos por cómo encontramos el animal, de él solo quedaba la cabeza y la espina dorsal".

 


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