Abate un descomunal jabalí medalla de oro en Girona
Crónicas de caza

Abate un descomunal jabalí medalla de oro en Girona

Un joven ha dado caza a un impresionante jabalí durante una batida en Cataluña. Enormes colmillos y gruesas amoladeras conforman el trofeo de más de 120 puntos. Un claro medalla de oro.


Hablamos con el cazador que el pasado miércoles día 24 de enero abatió el jabalí de su vida. Uno de esos que cualquiera desearía tener en su haber cinegético.

El afortunado

Él es Marvin Torres Mudarra, un joven de veintiocho años que lleva desde los cinco inmerso en el mundo de la caza. Natural del Girona, heredó su pasión de su padre, Juan Carlos y la comparte con su hermano, Bryan. Es un apasionado de las batidas de jabalí, modalidad que practica cada fin de semana durante la temporada.

El comienzo de la cacería

El despertador sonó a las cuatro y media de la mañana: madrugar nunca había merecido tanto la pena. El joven condujo hasta “El Refugi”, lugar donde se reúne cada miércoles con su Colla “La Trilla-La Figa”.  Marvin quiere aprovechar la ocasión para agradecer a Paco, Narcís, Jaume, Pere y Miquel la oportunidad de formar parte de la cuadrilla, así como a todos sus compañeros por el buen trato que ha recibido siempre.

Una vez reunidos, después de charlar e intercambiar lances y vivencias de caza, el jefe de cuadrilla distribuyó los puestos.

Pasadas las ocho de la mañana, los cazadores pusieron rumbo a los puestos. Nuestro protagonista caminó monte arriba durante cerca de una hora para llegar al suyo. Una ubicación magnífica que estaba a punto de brindarle un lance inolvidable.

Cómo fue el lance

Al poco tiempo de abrir los remolques, el monte empezó a rugir. La ladra de los perros puso en alerta al cazador. “Estaba muy confuso. No sabía si iban a cumplir en mi puesto o si tomaban otra dirección. Tenía un tiradero muy cerrado a mi derecha y uno muy abierto con vegetación arbórea a mi izquierda…”-cuenta Torres.

El rastro que seguían era muy bueno, y a cada segundo las ladras se volvían más fuertes y constantes.

Dos corzos, una hembra y una cría, llegaron de pronto al puesto de Marvin. Cruzaron sigilosos por la margen izquierda. Cuando los había perdido de vista, oyó una rama quebrarse “¿sería otro corzo?”-pensó. Al girar la cabeza comprobó que no: ¡era un jabalí! y no uno cualquiera: los colmillos se veían a simple vista.

Al cazador se le aceleró el pulso. Una vez había encarado su Tikka calibre 7x64 y con el punto rojo sobre el animal, no dudo un segundo y accionó el gatillo… ¡BOOM! Directo al corazón.

¿Dónde está el jabalí?

El animal, pese a recibir un tiro de muerte, no cayó al instante.

“¡Qué susto! Pensar que se me escapaba sabiendo que iban multitud de perros detrás…”-cuenta Marvin. Acerrojó y avanzó varios metros tratando de ver al animal y poder rematarlo. Pero no hizo falta. El jabalí estaba allí, seco.

Fueron tan sólo unos segundos, pero al cazador se le antojaron horas. Afortunadamente todo quedó en el susto.

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El afortunado cazador catalán junto al descomunal jabalí. A la derecha, detalles lateral y frontal del trofeo.

El final más feliz

Cuando llegó al animal, no daba crédito. El jabalí no pesaría más de 70 kilos, pero estaba armado con una boca descomunal. Podemos imaginar cómo se sintió Torres al verlo: una mezcla de felicidad y adrenalina recorrió su cuerpo.

“Una semana antes comentaba con mis compañeros que nunca había cazado un jabalí con boca. Ellos me dijeron que no tuviera prisa, que todo llega… y vaya si llegó. Recibí el mejor regalo de cumpleaños con 23 días de retraso.”-cuenta Marvin emocionado.

La esperanza es lo último que se pierde.

 


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