Abate un jabalí con un impresionante trofeo y una pata inservible
Un cazador y arquero murciano consigue hacerse con un ejemplar de jabalí viejo, armado con unos imponentes colmillos nada acordes a su tamaño y su peso de 60 kilos.
El afortunado de conseguir un ejemplar tan peculiar ha sido el cazador Pedro Castro, @castro_pe_ en Instagram. Aunque es nuevo en las redes no lo es en la caza y acumula en su haber numerosos lances y trofeos. Hace algunas semanas decidió abrir por primera vez Instagram para compartir en él sus aventuras cinegéticas, con el rifle, y con el arco. Es un apasionado y gran conocedor del jabalí, y también del arruí y el macho montés. Aunque podría tener en su pared una cantidad ingente de trofeos, el cazador siempre ha preferido la calidad a la cantidad y ha antepuesto la gestión y la conservación en cada uno de sus lances.
Detalle de la pata del jabalí.
El jabalí tenía una pata inutilizada
En la zona donde reside, la densidad de jabalí es tal que se considera en emergencia cinegética. Por eso, cada noche, después de trabajar, acude a los campos de sandía y a los almendros a cazarlos. Hace algunas semanas, en una de las cámaras de foto trampeo que tiene instaladas vio un ejemplar que llamó su atención por varios motivos. El primero, es que cojeaba y aparentaba tener una deformidad en una de sus las patas y el segundo, la gran boca que tenía para su tamaño.
El gran y experimentado jabalí, recién abatido.
Así fue la espera en la que jugó el lance
Ayer, con las últimas luces puso rumbo al monte. El animal frecuentaba con relativa frecuencia uno de los comederos y su presencia era inconfundible.
A partir de las nueve de la noche, los animales empezaron a salir de sus encames. Pedro pudo ver muchos jabalíes aquella noche: hembras, crías, machos jóvenes… pero su objetivo no daba la cara.
“Hora y media después, escuché una rama quebrarse en el hondo del barranco” —narra Castro—. Se puso alerta y en cuestión de segundos el comedero quedó vacío. Entonces, con paso lento y decidido llegó a él un ejemplar de unos sesenta kilos. Tras observarlo con el térmico comprobó que era el macho al que esperaba.
Gran trofeo el de este viejo jabalí. A la derecha, momento en el que se congela el tiempo, antes de acometer el lance.
Un disparo certero
Con él, llegaron los nervios. Por suerte el cazador consiguió calmarlos. Encaró sigiloso el rifle y puso la cruz sobre su paletilla. Respiró profundo y accionó el gatillo. La detonación retumbó en la noche y Pedro comprobó que el jabalí había caído fulminado. La alegría fue inmensa pues se trataba de un ejemplar viejo que había dañado muchos cultivos y consiguió darle caza “sin que siquiera escuchara la bala”.
“Un jabalí entrado en años, muy estropeado físicamente y con una pata totalmente inútil: ¡la de batallas que habrá visto!” —afirmaba el cazador.