Abaten un precioso corzo de siete puntas en Galicia
En un lance arriesgado de crepúsculo, un cazador consigue hacerse con un peculiar corzo recechando en la provincia de Pontevedra.
Iván Bruzos Cendán, propietario de la Armería Bergantiños, armero de profesión y cazador por devoción, creó hace alrededor de 24 años la fundación “Ta No Papo fishing & hunting”. El principal motivo fue desde sus inicios defender la caza y sus valores y limpiar su imagen ante la sociedad “Nació para contribuir a que no se demonicen deportes tan bonitos como la caza y la pesca”-señala su fundador. Acumulan ya un buen número de seguidores en las distintas redes sociales que son el fruto de su buen hacer. Él y varios amigos que se unieron al equipo años más tarde, gestionan cotos en distintas zonas de Galicia, y aunque empezaron cazando la liebre y su fuerte ha sido siempre el jabalí, hoy en día también organizan recechos de corzo.
El corzo de las siete puntas
El pasado sábado, su cliente y amigo Benxo Valiñas acudió a uno de los cotos a probar los productos de la marca alemana Alpen Optics. En el rececho, además de comprobar la calidad de las ópticas pudo hacerse con un espectacular ejemplar de corzo. “Uno de los raros, de los que cuesta ver”-cuenta Iván.
Iban tras la pista de un animal cumplido y muy bonito que Bruzos había avistado semanas atrás. Aunque madrugaron-y mucho-, caminaron y observaron durante horas, durante la mañana no consiguieron dar con él.
Por la tarde volvieron a probar suerte. Cuando parecía que se iban a ir con las manos vacías, vieron su silueta a más de 310 metros. No era un tiro corto, pero ni la hora, ni lo abrupto del terreno, permitían hacer una entrada. El corzo estaba muy cerca de un pinar y tanto el cazador como Iván eran plenamente conscientes de que si lo hacía, perderían la oportunidad. Así que decidieron aprovecharla.
Un lance en el tiempo de descuento
Benxo encaró el Sako S20 y ajustó el visor, un Alpen XP 2,5-16x42, el equipo de confianza que Bruzos le había prestado para esta aventura. Cuando tuvo todo listo, respiró profundo y apretó el gatillo. El corzo acusó el disparo y los cazadores fueron a cobrarlo. Pese a que se dieron mucha prisa, les cogió la noche y no lograron localizarlo.
Dejaron el lugar marcado en el teléfono móvil para buscarlo a la mañana siguiente.
Con las primeras luces del alba, volvieron sobre sus pasos y a escasos 20 metros de donde habían estado, entre la hierba alta, hallaron al animal.
“Sabíamos que era bueno, pero no tanto”- asegura Bruzos. La sorpresa fue mayúscula y la alegría inexplicable. Sin duda un lance difícil que el cazador no olvidará por haberle brindado aquel raro y precioso “duende gallego”.