Así han logrado cobrar este espectacular corzo
AEPES, Asociación Española de Perros de Sangre, se encarga de encontrar piezas heridas gracias a la labor de sus socios y sobre todo gracias al trabajo de sus protagonistas, los perros de sangre.
Todos sabemos que en la caza una de las partes más importantes —sino la que más— es el cobro de la pieza. Por suerte en España contamos con la presencia de AEPES, la asociación que cada año permite a cientos de cazadores recuperar los animales abatidos. Hoy, uno de sus conductores acreditados, nos cuenta cómo vivió el cobro de un precioso ejemplar de corzo.
El protagonista
Raúl Mallén Martínez es natural de Orea (Guadalajara) y tiene 34 años. A los diez empezó a acompañar a su padre de caza y, tanto le gustó aquella experiencia que con quince sacó su permiso de armas. Actualmente es el presidente del Club deportivo de cazadores San Cristóbal, del que lleva años formando parte y al que está muy unido.
Además de las armas, al cazador siempre le ha apasionado el mundo del perro y en su casa siempre hubo canes de distintas razas, desde razas de pluma como el setter o el pointer hasta labradores para trufa.
Kira, su compañera de caza y de vida
Esa pasión por los perros le llevó a interesarse por el mundo del rastro de sangre. Por esa razón, hace tres años, llegó a su vida Kira, una teckel de pelo duro con la que iría aprendiendo todo lo necesario para llegar a ser el conductor que es hoy en día.
Recuerda que la recogió en medio de la famosa borrasca “Filomena”. Sin tener aún mucha idea de cómo adiestrarla empezó a informarse sobre el mundo del rastreo. Fue entonces cuando conoció AEPES y pasó a formar parte de la asociación. Su entrada y todos los conocimientos adquiridos le permitieron superar la prueba junto a Kira y convertirse en equipo de rastreo acreditado.
Lo llaman para rastrear un corzo herido
Un aviso recibido a través del grupo de AEPES Castilla-La Mancha hizo que Raúl y Kira pusieran rumbo al Alto Tajo. El cazador le explicó a Mallén como había sido el lance y qué había ocurrido tras él.
Con la información clara y ya en el punto en que le habían perdido la pista al animal, el binomio empezó a trabajar. Kira no tardó en encontrar unas gotas de sangre que dieron inicio al rastreo. Si bien fueron encontrando más gotas y algún encame en el trayecto, llegó un momento en el que los indicios parecían haber desaparecido.
La zona era muy querenciosa y estaba llena de rastros de otros corzos. “Dejamos a Kira y confiamos en ella” —cuenta su dueño.
Para un gran trabajo, un gran corzo
La perra se iba abriendo paso en un monte muy cerrado. Raúl decidió soltarla y asegura que “salió disparada”. A los pocos segundos, se oyó una detonación. El cazador había rematado al animal que Kira acababa de levantar.
Cuando llegaron al corzo comprobaron que la primera bala había impactado en una pata. Gracias al trabajo de Raúl y Kira el cazador pudo hacerse con este increíble ejemplar.
Una jornada que no olvidará nuestro protagonista tanto por cobrar un corzo de esas características como por ver a su pequeña compañera trabajar como lo hizo.
¡Recupérate, Kira!
A los pocos días de cobrar ese corzo, a Kira le detectaron hernia discal. Raúl la llevó a operar hasta Pamplona y actualmente se está recuperando. “Va a comenzar con la rehabilitación” —nos dice Mallén—. ¡Ánimo, equipo! Seguro que muy pronto estáis de vuelta.