Un cazador asturiano y sus perros, a punto de ser atacados por una pareja de lobos
Asturias

Un cazador asturiano y sus perros, a punto de ser atacados por una pareja de lobos

Imagina estar entrenando a tus perros por el monte y darte cuenta de que hay dos lobos acechándolos a escasos metros. ¿Qué harías? Esa fue la difícil situación que enfrentó el cazador asturiano Juan Manuel Blanco.


El pasado domingo 5 de mayo, alrededor de las diez y media de la mañana, Juan Manuel, se encontraba en una zona habilitada por el coto de Ribadesella (Asturias) para el entrenamiento de perros de rastro, más concretamente en el monte de Llovio, en las inmediaciones del Valle de Peme.

Iba caminando por una pista con dos de sus perros, Raluka y Palacios, aunque estos le sacaban varios metros al cazador. Al cabo de una hora, llegaron a unas vegas muy amplias y limpias.

De lejos le pareció ver dos jabalíes

“Al dar vista a la que se llama la Vega de Llames, me fijo que, por delante de los perros, a unos setenta u ochenta metros, hay dos bultos. Por la altura y lo poco que levantaban del suelo, pensé que eran jabalíes, pero me extrañaba que los perros, que ya estaban bastante cerca, no los detectaran” —cuenta Blanco.

Resultaron ser lobos

De pronto uno de los bultos que había visto Juan Manuel, se incorporó. Efectivamente no eran jabalíes, eran lobos. Estaban esperando a que los perros se acercaran para abalanzarse sobre ellos. Nada más percatarse de la presencia y del peligro, el cazador llamó a los dos canes. Por suerte para ellos obedecieron a la voz de su dueño. De no haber sido así, la historia hubiera acabado mal. “Yo con un palo que traía poco podía hacer frente a dos lobos” —cuenta Juan Manuel.

El momento de huir

Rápidamente ató a los perros para huir. La pareja de lobos no se espantó de las voces ni de la presencia humana, de hecho, los dos cánidos se les quedaron mirando fijamente, como si los retaran.

Como es lógico, el susto del cazador no fue pequeño, pero afortunadamente, él y sus dos compañeros peludos salieron ilesos de tan inesperado como peligroso encuentro.

Nada nuevo para los ganaderos locales

De vuelta al coche se encontró con un vecino de la zona que iba a llevar su ganado a pastar, pero lo alertó de lo que acababa de ocurrir. Al ganadero no le sorprendió, últimamente los animales que pastaban en las zonas más altas estaban bajando hasta las aldeas, por lo que sospechaban que los lobos andaban cerca.

Quién si tenía la certeza de la presencia de los depredadores, es Kike Huerta el joven ganadero de 17 años que hace poco más de un mes fue atacado por una pareja cuando intentaba salvar la vida a una de sus cabras. Puedes leer la noticia haciendo clic aquí.

Muy cerca de la civilización

El monte donde se encontró con los cánidos pertenece al pueblo de Santianes, que está en el concejo de Ribadesella y a escasos cinco kilómetros de la capital riosellana. La cercanía a núcleos urbanos representa un peligro real no solo para los animales sino también para las personas. “Yo nunca me había tropezado con ellos en los montes de Ribadesella” —asegura Blanco.

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Turistas, excursionistas y corredores: peligro

Por esa zona, transcurre una ruta muy frecuentada por aficionados al senderismo y el montañismo. Una semana antes Juan Manuel encontró un grupo de personas corriendo. Entran por Nueva y salen por Santianes o viceversa. El lobo también los pone en peligro a ellos, y, con la llegada del verano y la afluencia de turistas, el riesgo se multiplica.

 


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