Graban a un oso cerca de una ruta de montaña muy transitada en Asturias

Izan Fernández un joven cazador asturiano, fue sorprendido por un oso en el puesto mientras disfrutaba de una cacería en el coto de Morcín. El plantígrado tal y como cuenta Fernández venía de la zona de Quirós, dispuesto a entrar en el coto.

Recuperación del oso pardo en la Cordillera Cantábrica

Si bien hace algunos años avistar osos pardos en Asturias no era tarea fácil, actualmente, la realidad es muy distinta. Numerosos ejemplares se dejan ver tanto en zonas de montaña como en las inmediaciones de pueblos y aldeas. La población de esta especie no ha hecho más que crecer en los últimos años, una gran noticia para la biodiversidad, aunque algo preocupante para los habitantes del medio rural que están empezando a ver amenazada su integridad física y la de su ganado.

A principios de año, ya había alrededor de 370 ejemplares habitando la Cordillera Cantábrica según el último censo realizado en ese momento. Al ser una especie protegida y no estar permitida su gestión, las cifras se han ido incrementando con el paso de los meses.

Peligro, depredadores sin depredador

Al igual que ocurre con el lobo, Galicia, Asturias Cantabria y Castilla y León son las zonas que están experimentando un mayor crecimiento y padeciendo las consecuencias. En principio y dado que la naturaleza omnívora del oso minimiza los riesgos para el sector ganadero frente a las consecuencias que acarrean los ataques del lobo, pero no por ello deja de entrañar ciertas amenazas. Ambas especies están protegidas por ley, por lo que son los últimos predadores de la cadena trófica en nuestro país al no estar permitida su caza.

La riqueza de la fauna autóctona reside precisamente en la diversidad, y por ello es importante el mantenimiento de las diferentes especies que forman parte. El problema llega cuando la población de alguna de ellas comienza a incrementarse descontroladamente corriendo el riesgo de convertirse en superpoblación. El control poblacional es, por ello, un aspecto fundamental.

El oso ante la presencia del ser humano

La cada vez mayor proximidad de estos plantígrados a las zonas humanizadas hace que le vayan perdiendo el miedo que siempre han sentido ante la presencia del hombre. Aunque, según los expertos, en principio no son peligrosos, porque en condiciones normales su comportamiento es de aversión al ser humano y de huida, no hay que olvidar nunca que son animales salvajes y que por lo tanto pueden tener, en un momento determinado, reacciones intemperadas que pueden suponer un accidente, e incluso ataques si se sienten amenazados por nuestra sola presencia.

Algunas mínimas recomendaciones

Si, como le sucedió a Izan Fernández, observas la proximidad de un oso en tu puesto, no está de más recordar algunos consejos extraídos del decálogo que la Fundación Oso Pardo elaboró años atrás tras el incremento del turismo de naturaleza y el aumento de la población de los osos en la Cordillera Cantábrica.

Si se produce un encuentro fortuito con un oso, nunca hay que dirigirse a él, por el contrario, hay que facilitarle una vía de escape para que huya. Si está comiendo, hay que alejarse sin hacer ruido ya que puede reaccionar de forma muy agresiva para defender su comida. En el supuesto caso de que lo viésemos y él no nos hubiese detectado, lo mejor es retirarse con tranquilidad, sin ruidos ni voces que le puedan alertar. No está de más recordar que cuando un oso se alza sobre las patas traseras lo hace para detectar mejor a las personas, y, en principio, no debe considerarse una amenaza.

Siempre hay que tener presente que, en una cacería, si el oso acude al puesto de un participante, este debe hablarle con firmeza y nunca disparar al aire, ya que el animal podría sentirse amenazado y atacar.