Los agricultores no pueden más: los conejos acaban con todo y acaba de rechazarse el fosfuro como medida de control
Emergencia cinegética

Los agricultores no pueden más: los conejos acaban con todo y acaba de rechazarse el fosfuro como medida de control

Una plaga de conejos lleva meses afectando a gran parte del campo español, y las consecuencias para quienes viven de él, están siendo devastadoras. «No podemos más», lamenta una joven agricultora.


Hace un par de años, el problema con la población de lagomorfos afectaba principalmente a cinco comunidades autónomas. En la actualidad esa cifra ha ascendido a diez. Castilla-La Mancha, Aragón, La Rioja y Murcia, padecen los efectos en el total del territorio, mientras que Castilla y León, Navarra, Cataluña, Comunidad Valenciana y Andalucía únicamente lidian con esta problemática en determinadas zonas.

En cualquier caso, la situación es alarmante pues ya sea de forma parcial o total, la plaga de conejos está destrozando el campo y la economía de muchas familias.

 

El testimonio de una joven agricultora

Victoria Gaudes Peña, es conocida por su cuenta de Instagram @madre.agricultora. La joven turolense publica vídeos reivindicativos en los que denuncia la precaria situación que están viviendo los agricultores en nuestro país. Uno de los temas que ha tocado ha sido precisamente, la plaga de conejos. Hemos querido hablar con ella y conocer, de primera mano, su testimonio y el sentir general de un sector clave para el medio rural.

Nos cuenta que desciende de familia agricultora, y que hace tres años decidió recoger el testigo a su padre. Así es que Victoria a sus 28 años compagina el cuidado de sus dos hijos pequeños con el cultivo de la tierra, a lo que se dedica profesionalmente.

“Siempre hubo conejos que se comían alguna esquina pequeña de los campos, pero lo de ahora es brutal: nosotros tenemos campos de 17 hectáreas de los que nos han arrasado más de la mitad”

Está claro que, en este mundo, hay sitio para todos, y que la variedad de la fauna y la flora es lo que enriquece un ecosistema. El problema llega cuando una especie animal, por la razón que sea, se convierte en plaga.

“Sembramos unas 120 hectáreas al año y podría decirte que, debido a los conejos, quizá sólo podamos cosechar algo más de la mitad”

Otro problema de los conejos es que no hacen ascos a nada, cualquier plantación es susceptible de que la destrocen. Y a la vista está, que lo hacen. Gaudes lamentaba que “se comen todo: avena, trigo, cebada... todo lo que sembramos, en cuanto ven una mata verde se la comen y ya no lo dejan crecer”.

 

La España olvidada

Parece algo lógico que todas las personas, independientemente de donde vivan o a que se dediquen, tienen el mismo a vivir dignamente. Sin embargo, las palabras de Victoria nos transmiten algo muy distinto. Cree que el mundo rural y su gente, está olvidado y que nadie pone solución a los numerosos problemas que lo atañen.

“El gasto que nos supone a nosotros tener esta plaga, cada año, es increíble… y nadie hace nada. Los seguros cuando pasan 4 o 5 años ya no te pagan por daños ¡y encima, nos suben la prima! El gobierno nacional se lava las manos y la comunidad autónoma tampoco hace mucho… entre todos, se están cargando el mundo rural. Lo tienen abandonado.”

Lo que está claro, es que el sentimiento de abandono no sólo lo tiene Victoria, sino que es compartido por el medio millón de personas que el famoso 20M inundaron las calles de Madrid. En la multitudinaria manifestación, los principales sectores del medio rural levantaron sus voces y aunaron fuerzas con un objetivo común: luchar por él.

 

El papel de la caza

La caza ha sido siempre la mejor aliada del campo y su gente. La actividad cinegética contribuye a mantener el equilibrio entre la fauna y las personas. La labor del cazador es imprescindible en el mundo rural, aunque hoy en día está siendo más que cuestionada. Los ataques a la caza y a quienes la practican, por parte de los grupos animalistas no han hecho más que aumentar en los últimos años. Sin embargo, la importancia que tiene la actividad es cada vez más evidente.

Hace algunos meses hablábamos con Arturo Gracia, de Almonacid de la Sierra, uno de los tantos municipios aragoneses afectados. Gracia nos contaba que la disminución en el número de ejemplares de conejo entre el año pasado y la presente había sido notable y afirmaba que habían sido los cazadores los que había logrado frenar la expansión y mejorar la situación. “La caza es el medio más efectivo para controlar las especies. De hecho, aquí, de no haber sido por ella los conejos habrían terminado con todo”

Por su parte Victoria también se ha manifestado a favor de la caza. “Si no fuera por los cazadores, no sé qué sería de nosotros. Yo he utilizado las redes precisamente para solicitar su ayuda, necesitaba que vinieran a cazar mis campos porque no podemos hacer frente a todos los gastos que nos causa la superpoblación de conejos”.

 

Veneno: una medida, cuanto menos, controvertida

A principios de este año, Cataluña aplicó una medida un tanto polémica contra los conejos. Fue concretamente el Departamento de Acción Climática de la Generalitat el que tomó la decisión de utilizar fosfuro de aluminio para erradicar la plaga, un compuesto químico que es muy tóxico para los seres vivos. En otras palabras, veneno. Esa fue la apuesta de la consejera, Teresa Jordà, y de la directora de Gestión del Medio, Anna Sanitjas, para terminar con la sobrepoblación.

Esta decisión fue muy cuestionada y denunciada, ante la Fiscalía general de Medio Ambiente, por parte de varias entidades animalistas: PACMA, Lex Ànima y Fundación Altarriba.

Los animalistas critican la caza, porque implica abatir animales, y critican la utilización de fosfuro porque lo consideran un delito contra el medioambiente. Sin entrar a valorar si la decisión es más acertada, o menos, lo que cabe destacar es algo que el animalismo lleva demostrando mucho tiempo: primero la flora, la fauna, y luego, las personas.

Ni quieren que se practique la actividad cinegética ni dejan que las autoridades tomen otras medidas que frene un problema que está acabando con la forma de vida de multitud de personas en España. El veneno afecta, a su juicio, negativamente sobre el “patrimonio natural” pero… ¿y la plaga? ¿No es patrimonio natural los cultivos que dan de comer a familias enteras además de una fuerte fuente de ingresos para el medio rural?…

Victoria tiene una opinión muy distinta a la de las agrupaciones animalistas, pues sufre día tras día los efectos de la superpoblación. El tema de poner veneno a mí me parece bien porque al final creo que es la única solución que nos queda. Es o ellos, o nosotros. Saber que una plaga de conejos te está quitando todo un año de trabajo... es muy, pero que muy duro. Pero para saberlo, hay que vivirlo”.

La agricultora, que se ha visto salpicada por el odio animalista en más de una vez, lamenta que, para algunas personas, otras “no valgamos nada” y que siempre haya algo que anteponer a “nuestras vidas”.

 

Los animalistas se salen con la suya

El Estado prohíbe el uso de fosfuro de aluminio. Hoy se ha sabido que la Fiscalía General de Medioambiente ha dado la razón al animalismo, paralizando la aplicación del compuesto para mitigar los efectos de la plaga, dejando de nuevo al campo y a los agricultores desprotegidos, “abandonados”, como ya lamentaba Gaudes.

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