Miles de palomas torcaces sobrevuelan cada mañana los cielos de un municipio gaditano
El número de palomas torcaces sedentarias aumenta cada año en España. Su proliferación es tal que en diferentes puntos del país han tenido que autorizar su caza de manera excepcional fuera de su periodo de caza habitual para paliar los daños en las cosechas.
Expertos palomeros cifran en nueve millones el número de torcaces que permanecen durante todo el año en la Península Ibérica. A este número de aves hay que sumar los más de tres millones de palomas que eligen cada año las dehesas españolas como lugar de invernada.
Miles de torcaces abandonan cada mañana los pinares de una zona residencial
Un experto cimbelero disfruta cada día desde el jardín de su vivienda situada en la ciudad gaditana del Puerto de Santa María de la salida de los dormideros de los miles de palomas que pasan cada noche en las zonas arboladas de la zona residencial de Vistahermosa, la más lujosa de la localidad de la provincia de Cádiz, situada en el litoral de la bahía de Cádiz, en la ribera y desembocadura del río Guadalete.
"En unos años, la provincia de Cádiz se convertirá en el paraíso de los cimbeleros"
Según Raúl Gil, cimbelero extremeño afincado en el municipio gaditano, el aumento de la población de palomas urbanas en Cádiz es exponencial en los últimos años no solo en los pinares del Puerto. En el Pinar de Roche, espacio natural protegido formado por un bosque de pino piñonero, situado en el municipio español de Conil de la Frontera, y en la urbanización de lujo de Sotogrande también se congregan cada tarde miles de palomas.
Raúl desconoce hacia el lugar al que se dirigen estos inmensos bandos de torcaces para alimentarse. Hace escasas fechas, un día antes de comenzar el periodo de la caza de la paloma en Andalucía, el cazador grabó un bando que según este reunía más de 2.000 ejemplares en una parcela de girasol situada en las proximidades de su vivienda que había sido recolectada días antes.
Ya acabada la comida en las proximidades de los dormideros según el cimbelero, dada la altura a la que sobrevuelan las aves la ciudad, deben de dirigirse a puntos de alimento situados a decenas de kilómetros. Antes de iniciarse la media veda, muchos de estos pájaros surcaban los cielos del núcleo urbano a tiro de escopeta.