Pioneros del Finisterre

Hablar en Galicia de Fraga condiciona mucho y a nuestra mente nos llega la imagen de quién fue presidente de la Xunta, recientemente fallecido. Cierto es, que D. Manuel también hizo sus pinitos tras el ‘porco bravo’ por tierras de Quiroga con la cuadrilla de ‘Paco España’, otro de los precursores de la actual caza mayor por tierras lucenses.


Pero no es de este Fraga del que hoy quiero hablar. Hoy quiero hacerlo de un Fraga que con él comparte apellido además de carácter. Pienso que hay hermanos que no comparten una naturaleza de trato tan parecida como estos dos Fragas. El que nos ocupa, en esta ocasión no es Fraga Iribarne; se apellida Fraga Boullosa, y también ejerce de irreductible galaico, faltaría más. LOS PIONEROS DEL JABALÍ Conocí a José Antonio Fraga Boullosa hace la friolera de una veintena de años, él era presidente de la Federación Provincial de Caza de Pontevedra. Yo era, por aquel entonces, un joven conejero irredento que asistía a las reuniones de Federación en representación de mi sociedad de caza. Eran años donde al jabalí se le adivinaba de forma furtiva en algunos acotados de la costa donde, desde tiempos de mi bisabuelo, no se había vuelto a ver ninguno. Mis primeros contactos con la caza del suído fueron en tierras de la Limia ourensana y ha sido allí donde el bicho de la pasión jabalinera me picó de una forma irreversible. Fue en aquella época, cuando supe de los pioneros de su caza en Pontevedra, hablo de Fraga Boullosa, además de Toxa y de su cuadrilla de Silleda.
Recuerdo, ¡hace tanto tiempo ya!… una ocasión en que después de una reunión de Federación, me dirigí a Fraga para hacerle saber que me gustaría poder participar alguna vez en sus batidas. En aquellos tiempos el jabalí era aún muy escaso en Pontevedra y estas cuadrillas especializadas eran reclamadas en los pueblos y recibidas, poco menos que con redoble de campanas. Él me miró de forma inquisitorial. Supongo que vio ante sí a un pipiolo novato, y de forma rotunda me espetó: «Bueno, bueno… Ya veremos». He de decir que estamos ante una persona de carácter dominante, activo y firme, de expresiones cuasi militares. Después de esta primera impresión, a poco que escarbemos en él, encontraremos, muy a flor de piel, un corazón bonachón y amable, amigo de sus amigos y amante desesperado de los perros. Diríase que le duelen, en alma, los mismos tarascazos que sus canes reciben de los cochinos. Es, su hablar rotundo y su tono jerarquizante, el que mantiene unida y disciplinada a una cuadrilla que realmente lo idolatra. Solo lo he visto en alguna de una ocasión mostrar inseguridad, y es cuando se le escapa una sonrisa que demuestra su verdadera esencia de persona amable tras un escudo que, realmente no es tan infranqueable como parece. En definitiva es un buen tipo, y todo un jabalinero del norte. EL VIEJO RAPOSO GALAICO EN BURGOS Andando el tiempo, abandoné los conejos y me incorporé a otros clubes jabalineros, no hará más de cinco años volví a toparme de nuevo con este veterano cazador en una de las monterías que nuestro club, la Recova Jabalinera el Sabueso, suele organizar en Burgos. Allí pude comprobar que este viejo raposo había perdido muy pocas fuerzas, pero conservaba intactas o mejoradas sus mañas. Desde entonces siempre nos acompaña en estas expediciones a la Sierra de la Demanda o a Urbión. Ello me ha hecho reparar en una cuestión que solemos olvidar con frecuencia; el que viva una vida dedicada a la caza mayor, y solo recuente trofeos sobre una pared, se equivoca. Es preciso tener en la cuenta de resultados vivencias, paisajes, fríos, calores, perros, lances, y personas; sobre todo personas. Fraga Boullosa es de estos últimos, de los que nunca olvidan a los compañeros. HOMENAJE A LOS PIONEROS El pasado veintidós de enero disfrutamos de una cacería en el coto de O Couso, en el concejo de Avión, majestuoso paraje con zonas de monte muy criadoras. Las armadas, magníficamente dispuestas. El acotado permite acomodar tiraderos diversos, desde zonas de balcón en los picos circundantes, hasta hermosos bosques de abedules, ya desnudos de hoja, cerca del río. Era tan espesa la arboleda, que podía hacernos creer que nos encontrábamos en medio de un bosque escandinavo. La armada en la que estuvimos mi mujer y yo fue colocada por Fraga quien, mediante ordenes precisas, nos instó a ubicarnos muy atentos para cortar la carrera de los suidos hacia el río. Coincidieron en este monteo los pioneros, esa era la intención, que aquellos pioneros del jabalí volviesen a montear juntos. Dice, mi amigo Amable Vega: «Cuando un día se dibuja tan grandioso y todo está magníficamente bien, ya verás como aparece un impresentable y lo estropea todo». Bueno, en realidad él no dice ni impresentable, ni estropea; emplea otros sinónimos de uso más habitual. Y en una montería tan prometedora, el impresentable apareció en forma de guarda de medio ambiente quien, con su look de melenudo, dio orden de anular la montería por niebla. De la cincuentena de puestos, solo dos se vieron sorprendidos por una ligera bruma momentánea que permitía ver a más de doscientos metros. En vez de anular esa armada, si es que era preciso, que yo no lo creo, se limitó a entregar la papeleta que ya traía cubierta y a largarse; sin ni siquiera preocuparle que en el 99% de la mancha se pudiese ver a kilómetros. La prepotencia y falta de capacidad del jefe de servicio de Medio Ambiente en Ourense es conocida. Pero la falta de educación de un funcionario, que ni siquiera quiso preocuparse de comprobar lo que se le decía sobre la magnífica visibilidad del resto del valle, es inaceptable. Tampoco, evidentemente, le preocupó que los perros, ya sueltos, escapasen tras las reses sin poder pararlos. Sería que, como era domingo, tenía mucha prisa. Me resulta repugnante. Supongo que este mal servidor público, al ver que había metido la pata puso pies en polvorosa para no aguantar el chaparrón y ni se preocupó de recorrer las armadas y de comprobar que efectivamente se habían levantado. Pero como un impresentable no es suficiente para arruinarle la fiesta a cincuenta caballeros, una vez recogidos los perros, nos pusimos en camino hacia el alto del Paraño, que suele ser centro geográfico de reunión de varias cuadrillas jabalineras, ya de regreso a sus casas. Allí nos topamos a otros conocidos, de entre ellos destaco a los amigos de la cuadrilla Arrotea. Habían logrado un par de magníficas capturas, y lo estaban celebrando. Fue en aquel lugar donde dimos cuenta de un magnífico cocido con el que los monteros quisimos olvidar el mal rato pasado por culpa del mal funcionario que nos tocó en suerte. Nuestros maltrechos cuerpos se centraron ya solamente en el disfrute gastronómico y en el homenaje a los veteranos que nos había convocado a aquel monteo. Presidían la mesa cuatro pioneros de la caza del jabalí, Fraga Boullosa y O Toxa, Antonio Sánchez y Manolo López. Todos ellos recibieron el aplauso de los asistentes y con él quisimos transmitirles nuestra gratitud por el ejemplo que nos han dado, y nos siguen dando a quienes hemos hecho de la caza de jabalí en el Finisterre una religión de amor y contacto con la naturaleza, con los perros, y sobre todo con la buena y noble gente de la caza como son Fraga Boullosa, y sus compañeros. NOTA: Se homenajeó a los precursores del Jabalí en Pontevedra, los cuales rompen monte juntos desde el año 78. José Antonio Fraga Boullosa (genio y figura) José Pena Calveiro (O Toxa) Antonio Sanchez Sesto Manolo López Rivas Manuel Silva Valdivia (ausente) Además de… Ramón Ares y Blasindo López (en nuestro recuerdo) Publicado en la revista Federcaza de abril
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