Una rehalera abate a cuchillo el jabalí de su vida
Un macho viejo, enorme, posiblemente medalla de oro le ha brindado a una joven cazadora una acción de caza de máxima de tensión e inmejorable resultado.
La cazadora castellanomanchega, Jennifer Ayuso con la ayuda de sus perros, consigue el jabalí que cualquier cazador soñaría. En el día de ayer, una calurosa atípica mañana de febrero, con la temporada montera llegando a su fin, Jennifer salió al campo en compañía de su padre, Manolo, y sus perros.
Una pasión heredada
Propietarios de Rehalas Ayuso, padre e hija comparten una enorme afición por la caza y los perros. Manolo ha sabido transmitir sus principios y valores a su heredera, lo que la ha convertido en una gran perrera. El esfuerzo y la determinación han marcado los más de 15 años que la joven lleva criando perros y saliendo al monte. Dogos argentinos y boxer, son dos de las razas que lideran sus rehalas y junto a las cuales ha vivido momentos únicos e inolvidables.
El agarre
A primera hora de la mañana las ladras empezaban a sucederse en Valdeazogue. Cazaban un monte muy cerrado y las temperaturas eran altas lo que tornaba ardua tarea avanzar entre las zarzas.
Después de levantar una cierva, un can ladraba a parado. Jennifer y su amigo Rodrigo se apresuraron. Cuando llegaron, los perros ya tenían la pieza agarrada.
Jennifer se abrió paso entre las matas y llegó al pie de sus guerreros. Allí estaban, entre otros, Chanel, Sultán, Ágata y Toreto, sujetando un enorme macho. La joven, decidida, terminó con su acero el gran trabajo de sus perros.
Tremendo animal
La joven no podía creer lo que tenía delante. Era un jabalí viejísimo, a juzgar por el tamaño y el estado de sus amoladeras, con unos colmillos muy gruesos y largos. La mayor boca que había cobrado Jennifer en su vida.
“Papa, ¡menudo cacho de guarro!”, se escuchó por la emisora. Manolo llegó a la muerte y abrazó a su hija. El jabalí no tenía más tiro que uno antiguo en una pata-ya sabemos lo duros que son estos animales- y por tanto Jennifer fue la afortunada que se lo llevó a casa.
“Me sentí profundamente agradecida y orgullosa de mis perros, sin ellos no hubiera podido abatir semejante pieza”-asegura Jennifer. El mejor trofeo para un rehalero siempre es el disfrute y buen hacer de sus perros.
Enhorabuena, cazadora.