Un cazador salva la vida de uno de sus podencos andaluces atrapado en un amasijo de espinos
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Un cazador salva la vida de uno de sus podencos andaluces atrapado en un amasijo de espinos

El podenquero necesitó más de tres horas de arduo trabajo pasa acceder al lugar en el que se encontraba la perra. Al llegar hasta ella con la ayuda de una sierra eléctrica, encontró a la hembra con un conejo en su boca.


Los protagonistas de esta historia son Pituca y Hans Sebastián Salas. El chileno posee una recova de podencos andaluces. Caza con ellos el conejo en su país natal desde hace más de un lustro. Sus perros proceden de canes de las perreras de Manuel Pedrosa, que hace una década llevó a Chile Raúl Quemada.

Este es el impenetrable zarzal donde quedó atrapada la podenca andaluza.

Siete horas buscando a los perros

Hans el miércoles al llegar a su vivienda situada en una finca en Melipilla, comuna situada al suroeste de Santiago de Chile y de la Cordillera de la Costa, se llevó una desagradable sorpresa. Ocho de los 14 podencos que tiene actualmente habían escapado de un patio anexo a su casa. Se habían ido solos de caza.

A las 15:00 horas, el podenquero comenzó a buscar a sus perros. Uno tras otro en un lapso de tres horas fueron apareciendo. Todos menos Pituca, según el cazador la mejor de sus perros de caza. Hans continuó la búsqueda.

Ninguno de sus podencos pasa una noche en el campo. Cueste lo que le cueste evitarlo. Media hora más tarde el chileno pudo oír los lamentos de la perra en la lejanía. Corrió hasta el lugar del que procedía el sonido. Encontró a la hembra atrapada en unos espinos.

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Así quedó una de las manos del cazador tras horas luchando contra el zarzal.

Necesita una sierra eléctrica para rescatar a la podenca

Intentó por todos los medios acceder a ella, pero sin herramientas era imposible. En el intento de salvar a la perra Hans se hirió las manos. Regresó a su vivienda para buscar una sierra eléctrica. A pesar de la ayuda de la máquina el cazador necesitó más de tres horas para acceder a la perra.

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La halló junto al conejo que le había hecho penetrar en la maleza. Nada más ver a su dueño, se lo entregó. La pasión por la caza de Pituca pudo costarle la vida. La intervención de Hans evitó un fatal desenlace.

 


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