Sí, pero con reparos (un comentario a la modificación del Reglamento de Caza de Castilla-La Mancha)

El nuevo Reglamento de Caza de Castilla-La Mancha viene a cumplir con varios objetivos para el colectivo de los cazadores, la actividad que ellos representan y la naturaleza a la que ellos protegen. Sí, la que todos protegemos, ya que, por fin, se puede atisbar en el Reglamento nuevo cierta libertad y cierta confianza en los que estamos en el campo y en la caza.


Por fin nos dejan cazar, si así lo consideramos, especies como el zorro y la urraca en un periodo de tiempo no tradicional, y nos dejan abiertamente cazar zorros en madriguera, entre otras cosas. Ya no somos unos niños a los que hay que controlar férreamente, impidiendo que salgamos al campo para evitar que hagamos trastadas. Parece ser que ya no piensan que vamos a matar a todo lo que se mueva siempre que llevemos un arma en las manos y, aunque no sea mucho el cambio, nos empiezan a dejan elegir cómo llevar nuestro coto. Algo es algo. Otra de las aperturas es el tratamiento que se hace de la caza del cochino. Ya desde hace tiempo, y por seguridad, se autorizaba a emplear el faro en los aguardos nocturnos, ahora con la ampliación de los ganchos y con la caza en mano se va a conseguir que se abatan más cochinos que, aunque no lo parezca, son más culpables del descenso de la caza menor que el zorro y la urraca. La noticia estrella es que en la media veda se van a poder abatir zorros y urracas, algo es algo; pero, como dicen en mi pueblo, a borrico muerto cebada al rabo. La época del descaste de conejo sería más apropiada, pero también tardía, porque el daño ya está hecho. En esa campana de Gauss que representa la época de cría de la perdiz, el índice más alto de nacimientos de pollos se sitúa en el mes de junio, por lo que habría que evitar la presión de los predadores antes, no a la vez. Todos sabemos que los zorros nacen entre febrero y marzo, y las urracas en mayo; luego, si nos esperamos a poder cazar en agosto, cazaremos crías con la tripa llena. Lo ideal sería, a mi juicio, poder cazar zorros y urracas desde abril hasta junio, adelantándonos a la puesta y cría de la perdiz. Ya que empezamos a ser lógicos, deberíamos seguir haciéndolo. Otro tema son las especies alóctonas que se han dejado en el tintero, como es el caso de las garcillas bueyeras y tórtolas turcas, aves invasivas y, en el caso de las garcillas, perniciosas para gazapos y, sobre todo, para perdigones. No las han incluido en el catálogo de especies cazables, lo que, a mi juicio, es un atraso. Ya sé que se pueden confundir con las garcillas cangrejeras que están protegidas, pero con un poco de información se evitaría el problema y, además, se evitaría el desplazamiento de la cangrejera. Turones, gatos caseros y perros sueltos es otra asignatura pendiente que, esperemos, no llegue demasiado tarde. El prohibir la caza del perdigón en época de celo genera una laguna informativa que nos deja a todos a ciegas, ya que es una directiva europea, pero ellos cazan todo en época de celo, tienen sus estudios y sus matices, y eso es lo que hay que descubrir para poder exigir su autorización a Bruselas. Otra cuestión a tener en cuenta es lo relativo a las empresas turístico-cinegéticas. Debería llevarse a rajatabla con el fin de la profesionalización de los que se dedican a vender caza. Hay demasiado intrusismo y piratería, no se paga a Hacienda ni a la Seguridad Social y da lugar a que caza comercial sea sinónimo de engaño, aunque los que engañan son los orgánicos aficionados y eventuales y los revendedores de cotos. La responsabilidad de lo acontecido en los cotos es otra novedad importante. Si usted contrata a un guarda o vigilante no profesional se expone a que meta la pata, furtivee, envenene, o sencillamente, denuncie falsamente. Queda bien claro en este Reglamento que el responsable de los actos del personal que vigila o gestiona el coto es el titular o arrendatario. Es decir, que si sorprenden a un guarda cazando corzos en época de veda será responsable también quien lo contrata. Este apartado debería llevarse a cabo con extremado rigor, siendo obligatorio el presentar contrato laboral, o alta como trabajador autónomo, del guarda o vigilante para la aprobación del plan técnico. Un papel diciendo que un fulano vigila cien cotos es absurdo, engañoso, perjudicial para la economía de la región y debería ser ilegal. En los accidentes de tráfico producidos por animales de caza vuelven a dejar en manos de los jueces un asunto que se les escapa. ¿De quién es la culpa? El animal no es propiedad del coto, sino de una comunidad autónoma que autoriza a cazarlo según sus propias normas. Por otra parte, habría que ver cuántas veces se hace un estudio de la velocidad que llevaba el vehículo. Después de veinte años de trabajar de noche en el campo, con ningún atropello en mi haber, sólo puedo decir que la mayoría de los atestados los hacen patrullas de la Benemérita de cuarteles de pueblos y que no disponen de medios técnicos para medir la velocidad y que en los juicios a los que he asistido (han sido muchos) nunca se habla de la velocidad a la que circulaba el vehículo en el momento del accidente. Necesitamos rigor. Según el antiguo Consejero de Economía de Castilla-La Mancha, esta autonomía es en la que más se caza y la que menos dinero gana con ello. Doy humildemente la bienvenida al nuevo Reglamento y, a la vez pido, una vez más, rigor y profesionalidad para los que vivan de ello, libertad para los que gestionan su propio coto y persecución a los piratas de cualquier pelo.
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