Caza un jabalí medallable después de más de dos años tras su pista
Valencia

Caza un jabalí medallable después de más de dos años tras su pista

Un cazador ha necesitado más de treinta esperas para vencer la partida a un viejo jabalí curtido en mil batallas. Y ha tenido la fortuna de abatirlo en un emocionante aguardo junto a su hijo, que actualmente está estudiando para obtener la licencia de caza.


Joel, la noche del pasado miércoles, recibió por parte de su padre una lección que difícilmente podrá olvidar durante las más de dos horas que el cochino tardó en entrar en plaza y luego en su posterior pisteo.

Una espera por control de daños en una plantación de higueras

Richard Segarra y su hijo de quince años, de nombre Joel, compartieron la noche del miércoles un apasionante aguardo que concluyó con el abate del cochino que padre e hijo llevaban más de dos años intentando cazar. En esta ocasión para esperar al astuto jabalí el cazador valenciano eligió una plantación de higueras en la que había visto días antes las pisadas del solitario junto a las huellas de varias jabalinas acompañadas de su prole.

Richard eligió con esmero el árbol en el que junto a su hijo iban a esperar la venida del macho. El esperista valenciano había errado en dos ocasiones el cochino y era sabedor que sus precauciones serían máximas antes atreverse a alimentarse de los dulces frutos de las higueras.

Lecciones de caza a pie de campo

Una hora y media antes de anochecer ya estaban Richard y Joel en el lugar elegido para apostarse. Media hora antes de oscurecer una hembra con 7 rayones visitó los frutales. Cuando su hijo le preguntó a Richard por qué no abatía a la enorme cochina, este le respondió que la ética del buen cazador no permite dejar desamparados a los rayones. Una hora más tarde, ya de noche, otra jabalina con tres bermejos entró en plaza. Transcurridos diez minutos desde que la cochina comenzó a comer higos, esta huyó despavorida del lugar. Este hecho hizo intuir al cazador que el solitario que llevaba dos años buscando andaba cerca.

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El jabalí necesitó más de dos horas para decidirse a entrar en plaza

A las 22 horas el esperista logró escuchar al macareno desplazándose por el monte. Para recorrer los 500 metros que distaban de la maleza a las higueras el cochino necesitó 75 minutos. Tras asomar por primera vez en los árboles frutales volvió sobre sus pasos y estuvo una hora rondando a los cazadores. Finalmente se decidió a alimentarse de los higos a las 00:15 horas. Richard podía ver su silueta iluminada a la luz de la luna a 150 metros de su lugar de ocultación.

El cazador necesitó de un único disparo de su rifle Cerrojo de la marca Sako modelo Hunter 75 del calibre 338 winchester Magnum para hacerse con el macareno. A pesar de estar herido de muerte el cochino se desplazó más de 50 metros antes de tumbarse junto a una encina. Los cazadores necesitaron más de quince minutos para encontrar al macho. Al llegar al sitio del lance no había rastro alguno de sangre pero Richard tenía la certeza de que la bala había impactado en un punto vital del suido. A 20 metros del lugar del disparo vieron las primeras gotas de sangre.

A 30 metros yacía el jabalí sin vida.El macho alcanzó en la báscula un peso de 82 kilos. Según las mediciones iniciales del esperista alcanzará la puntuación necesaria para obtener una presea plateada. No se trata del animal de mayor trofeo cazado por Richard en sus más de treinta años de esperas. El cazador cuenta en su haber con un jabalí oro y varios plata. Todos ellos abatidos en fincas abiertas.

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