La primera corza de una cazadora de menor
Mujer cazadora

La primera corza de una cazadora de menor

La campeona de la Copa de España de San Huberto, Rocío Sanz, nos cuenta cómo fue su debut en la caza mayor abatiendo su primera corza.


Rocío Sanz Callejo, tiene 30 años y es de un pueblo de Segovia. De su padre, Jesús, heredó la pasión por los animales que la llevó a estudiar veterinaria. Pasión por los animales, por el campo y también por la caza.

Jesús fue siempre un defensor de la caza ética y el respeto por la naturaleza. Estos valores ha sabido transmitírselos a su hija a través de vivencias y experiencias que la han convertido en una cazadora de los pies a la cabeza.

Una cazadora de menor

Si bien su padre es más de caza mayor, desde que Ares llegó a casa, Rocío tuvo claro que lo suyo sería la pluma. “Cuando vi por primera vez aquella bola de pelo me enamoré de él y me sigo enamorando cada día”-cuenta la joven.

Ares es un precioso setter inglés tricolor de cuatro años con el que forma un binomio inquebrantable. Las cualidades innatas del can, las horas de campo y el esmerado adiestramiento por parte su dueña, pronto dieron sus frutos. Entre otros logros, el pasado año se proclamaron vencedores de la Copa Federación de España y ocuparon un cuarto puesto individual en el Campeonato del Mundo celebrado en Eslovaquia. Ambos de la modalidad de caza “San Huberto”.

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En compañía de su pareja

Mención especial merece Aitor del Pozo, el novio de Rocío, quien la animó a coger el rifle por primera vez y a adentrarse en el emocionante mundo de la caza mayor. Aitor, y Nerón. Este último, un drahthaar de año y medio también acompañó a la joven el día de su debut tras los “Duendes del Bosque”.

Gestión de corzas

Para la joven, la gestión da sentido a la caza. Seleccionar el ejemplar antes de accionar el gatillo es fundamental, ya sea por motivos de edad, genética u otras características, la prioridad debe ser siempre la conservación.

“Al no tener cuernas, su caza parece de menor valor, pero no tiene nada que ver. Acercarse, saber qué hembra quitar, el esfuerzo y la satisfacción es la misma que la de los machos.”-sabias palabras las de Aitor con las que no podemos estar más de acuerdo.

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A la tercera va la vencida

Pasaron horas observando y valorando hasta que dieron con un ejemplar que encajaba en lo que buscaban. Lo avistaron cayendo la noche, sin apenas luz, y pese a tenerla metida en el visor, decidieron no disparar. “Yo no disparo a menos que lo vea muy claro, no merece la pena arriesgarse a dejar un animal herido”-asegura Sanz.

Al día siguiente la pareja volvió a probar suerte. El tiempo no acompañaba, pero la ilusión de la cazadora estaba intacta. Hicieron una entrada a un grupo de hembras que les dieron opción a lance. Los nervios jugaron una mala pasada a Rocío y el tiro se le fue bajo.

Siguieron intentándolo, no tiraron la toalla, y el 17 de febrero llegó el lance definitivo.

La cazadora consiguió contener los nervios y efectuó un disparo perfecto con un Winchester XPR calibre 270win. El animal cayó a pocos metros y Nerón se encargó de llevarlos hasta él.

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Lágrimas de emoción y felicidad

Rocío no cabía en sí de gozo. “¡Le he dado!, ¡Le he dado!”- gritó emocionada.

Sus ojos vidriosos lo decían todo. Después de varios días de tensión, un fallo y muchos kilómetros, había logrado su objetivo: cazar su primera corza.

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