La ira animalista: «Celebraré el día en que se muera él, su mujer, sus hijas y sus padres»
Un jugador de la NFL caza un oso y Albert Myers le insulta y desea la muerte a él y a toda su familia en el podcast The Wild Project. No contento con eso, hace extensivo su ataque a todo el colectivo cazador.
¿Cómo es posible que gente que defiende la vida animal, sea capaz de desear la muerte a otras personas? La cara más oscura del ser humano la representa el animalismo radical.
Los hechos
Durante el famoso programa de YouTube The Wild Project, capítulo 224, en el momento 2:42:00, Albert Myers comienza su ataque hacia un jugador de la NFL que aparece en una foto junto a un oso que ha cazado.
Está claro que a todos no nos pueden gustar las mismas cosas, incluso dentro de un mismo colectivo, hay división de opiniones. Todo entra la normalidad siempre y cuando no se sobrepase la línea del respeto. Eso debería estar penado en cualquier campo de la vida, especialmente cuando se trata de insultos y deseos de muerte.
A continuación, os dejamos transcritas las palabras, llenas de odio, que este individuo le dedicó al jugador y al resto de cazadores:
“A mí me costaría no pegarle un tiro al subnormal este.
Me alegraré y celebraré el día en que se muera él, su mujer, sus hijas y sus padres
(…)
Es un subnormal. Es asqueroso y ojalá estuviera muerto, insisto, él y toda su maldita familia.
Lo aplico a toreros, lo aplico a cazadores, y a todas sus familias.
(…)
Lo mato. Tengo mucha rabia.”
No contento con eso…
Quiso hacer de la excepción la regla metiendo en el mismo saco a los cazadores y a individuos que no lo son: personas que no deberían tener un arma en su poder ni animales a su cargo. El ejemplo que puso fue el del ser-por denominarlo de alguna manera- que hace algunos años mató-que no cazó- un zorro y grabó un vídeo zarandeándolo y pateándolo. Como era de esperar, el vídeo se hizo viral. Cazadores, federaciones y otras entidades del sector cinegético mostraron su repulsa más rotunda y denunciaron los hechos, deleznables donde los haya.
Albert Myers utilizó este caso aislado para dejar en mal lugar a un inmenso colectivo y a una actividad legal y necesaria como es la caza. Pero le salió, nunca, mejor dicho, el tiro por la culata. Lo único que consiguió fue dejarse mal a sí mismo, evidenciando su pleno desconocimiento sobre naturaleza y fauna, al confundir un zorro con “lobo o un chacal”.
“Aquel que se puso a maltratar un lobo, un chacal (…) un lobo creo que era”
No sólo dejo patente que no sabe diferenciar un zorro de un lobo pese a ser dos especies, en tamaño y apariencia física, muy distintas, sino que además no dudó en demostrar su ignorancia mencionando una especie que ni siquiera es propia de España, como es el chacal.
El acoso animalista
El acoso animalista es, claramente, un tipo de violencia más. La diferencia con otras es que no está considerada como tal en la sociedad pese a que cada día hay personas que son insultadas, denigradas, desplazadas e incluso amenazadas por el mero hecho de ser cazadores y cazadoras.
Si bien los ataques por raza, sexo u orientación sexual son rechazados por la mayor parte de la sociedad y penados por las autoridades, cuando estos ataques los recibe una persona por tener un estilo de vida distinto, el apoyo desaparece.
El animalismo, que en teoría abandera la libertad de los individuos y el respeto por los demás, en la práctica es muy diferente. Son los principales agresores que arremeten contra los cazadores impunemente cada día. Su odio y agresividad, pasa desapercibida por el resto de sociedad, que infravalora esta problemática, de la que en ocasiones, ni siquiera es consciente. Por eso, al acoso animalista, le hace falta voz.
Los cazadores tenemos derecho a vivir en paz, como cualquier otra persona independientemente de sus características personales. Y ya es hora de que se tomen medidas.
El sector cinegético emprende acciones legales
La Federación Valenciana de Caza, no ha dudado en denunciar los hechos acontecidos ayer ante la gravedad de los mismos.
El Gabinete Jurídico de la Federación ya está analizando las acciones legales que emprenderá contra el colaborador del podcast más escuchado de España. Sus mensajes llenos de ira en los que incita al odio no pueden quedar impunes y todo apunta a que le van a salir caros.
A Albert Myers deberían haberle enseñado que su libertad termina donde empieza la de los demás. A él y a otros muchos. Así “otro gallo cantaría”.