«Papá, va por ti»: una joven cazadora caza su primer ciervo en berrea y se lo dedica a su padre en el ocaso de su trayectoria cinegética
Crónicas

«Papá, va por ti»: una joven cazadora caza su primer ciervo en berrea y se lo dedica a su padre en el ocaso de su trayectoria cinegética

Una cazadora homenajea a su padre con el abate de un ciervo de 15 puntas en un apasionante rececho en la Sierra de Gredos. Su progenitor tuvo la fortuna de contemplar en la distancia cómo su hija lograba cumplir su sueño de cazar un venado en abierto durante el periodo de celo de la especie.


Los protagonistas de esta bonita historia son Miguel Rosete y su hija Bea, activa defensora de la caza en redes sociales.

Bea deseaba compartir este momento con su padre, ya que es consciente de que el inexorable paso de los años y su estado de salud no le van a permitir en un futuro cazar con su progenitor al rececho en alta montaña.

De padres a hijas

Los Rosete son una dinastía de cazadores del consejo asturiano de Parres. Miguel, el patriarca de la familia, inició a Bea en la caza con tan solo 9 años. Desde el día que aceptó subir con su padre al monte la joven quedó prendada de la actividad cinegética. A la edad en la que la legislación vigente se lo permitió la asturiana obtuvo la licencia de caza y el permiso de armas. Hasta la fecha ha compartido con su padre un sinfín de jornadas de caza pero hasta finales del mes de septiembre no había podido abatir un ciervo en berrea. Miguel, a pesar de su condición física, aceptó de inmediato acompañar a su hija en la empresa de cazar un venado en Gredos nada más que esta le insinuó la idea. De ahí que Bea dedique estas emotivas palabras a su padre:

"Este venado te lo dedico, papi. Te lo dedico por muchos motivos, pero el principal es porque sin ti no hubiera sido posible, porque te embarcaste en esta aventura conmigo aún estando mal de salud, porque confiaste como siempre en mí, y porque esta experiencia no hubiera sido lo mismo sin ti. Aunque la entrada al animal fue tan arriesgada como rápida y no pudiste estar presente físicamente, estabas observándome desde aquel peñón en el que sé que te emocionaste tanto o más que yo. Pensé en ti desde que me apoyé en la mochila y encaré el rifle hasta que vi al venado caer. Podía sentir tu felicidad y tu orgullo, pero créeme que mil veces mayor es el mío de poder cazar a la vera de quien me inculcó los valores que hoy llevo por bandera, mi maestro, de mi ejemplo a seguir".

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La caza del ciervo en berrea en Gredos

La tarde del lunes 26 de septiembre los Rosete recorrieron los 500 kilómetros que separan Gijón de la Sierra de Gredos para el martes por la mañana intentar abatir un venado con la orgánica Gredos Caza. Israel, gestor cinegético, y un guarda acompañaron a Miguel y Bea en el rececho.

Nada más amanecer, cazadores y guías se dirigieron a la zona del acotado en la que berreaba a diario un venado con las características que buscaba Bea. Al llegar al territorio del macho lograron verlo, pero segundos más tarde se ocultó en la maleza. Los cazadores tuvieron que esperar hasta las cinco de la tarde apostados en una peña para volver a ver al ciervo. Solo pudieron observarlo un breve periodo de tiempo antes de que volviese a perderse en la vegetación.

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Una hora más tarde el guarda localizó al venado. En ese instante comenzó un vertiginoso y apasionante rececho campo a través. Miguel no pudo acompañar a su hija dada la exigencia del terreno. El celo del macho permitió a la cazadora y al guarda ponerlo a distancia de tiro. Bea no se atrevía a apretar el gatillo ya que solo podía ver el lomo y parte de la cornamenta del macho entre los matorrales.

En el instante en el que el venado ofreció su costado a 90 metros de distancia, en una zona con la vegetación a menor altura, la cazadora disparó con la mala fortuna de que el animal salió corriendo tras una hembra cuando la bala ya salía del cañón del arma. El guarda atrajo la atención del macho imitando el bramido de un ciervo. El sonido hizo al animal detener su carrera. Bea aprovechó este momento para derribar al macho de un certero disparo a 110 metros.


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