Estoy de vuelta
No ha sido la desgana sino las vacaciones lo que me ha tenido apartado del blog desde mediados de agosto. El último post coincidía prácticamente con el comienzo de la media veda en Andalucía. Una media veda especial la nuestra, seguramente extraña para muchos, que se limita prácticamente a la caza del conejo.
La codorniz aquí es una utopía desde hace muchas décadas, la paloma más o menos igual y a la tórtola le ocurre tres cuartos de lo mismo. A la tórtola común me refiero, esa que hace no muchos años tenía entradas apreciables y que ahora se ve con cuenta gotas, porque ha quedado desplazada por la tórtola turca. Ésta se ha hecho sedentaria y abunda muchísimo, pero su caza está por el momento prohibida en Andalucía. Como decía, la media veda es la caza del conejo. Para mí, particularmente, con el perro por delante. Viendo cómo trabaja en el campo la Viola, que así se llama la podenca de Juan Antonio, me entran ganas de renegar de los perros de muestra, aunque luego negaré haber dicho esto. La perra sencillamente nos ha traído locos a Paco, a Juan Antonio y a servidor sacando conejos de entre las esparteras. Tantos que hasta perdimos la cuenta. Y, como a la mayoría de ellos ni se les veía correr entre las matas cerradas de esparto, a la perra le dio por cojerlos con la boca y ahorrarnos el trabajo. "Total, para lo que hacen éstos, termino yo la faena", debió de pensar la podenca. Un sondeo de la opinión pública cazadora a pie de calle en el pueblo recoge un sentir unánime: Este año se han visto más conejos que otros, pero lejos aún de las mejores épocas de finales de los ochenta o principios de los noventa. Después de ver en el campo a la Viola y al Panzi, el bretón de Paco, cómo dan con la caza, la conclusión podría ser que a lo mejor lo que se está perdiendo no es el conejo sino los buenos perros. No sé. Ustedes dirán. El domingo que viene se abre la general, la perdiz. Ésa sí que me gusta. Espero traer buenas noticias.