Yo no maté a Bambi

La imagen del cazador español es la peor del último millón de años, o sea desde el Hombre de Atapuerca. Y la culpa es de la manipulación de ciertos ecologistas interesados en acabar con la caza y que saben aprovecharse bien del desconocimiento general que nuestra sociedad urbana tiene del campo y de la cacería.


Por eso, han logrado que el cazador sea visto como una suerte de "asesino" que se disfraza de Rambo para matar despiadadamente a animales indefensos. Ahorca los galgos y abandona a los perros en las carreteras cuando dejan de serles útiles al terminar la temporada de caza. Y así, a base de tópicos y falsedades, que tienen su eco en medios de comunicación generalistas en los que raramente hay alguien que sepa de verdad en qué consiste la caza, se ha logrado construir una especie de mundo ideal para los que quieren acabar a toda costa con este deporte. Los anticaza parten con una gran ventaja: están bien organizados y hacen ruido. Contrarrestar la manipulación es tan sencillo como decir la verdad. Y para eso estamos aquí, para gritar a los cuatro vientos que yo, cazador empedernido, no maté a Bambi. Ni lo habría matado nunca.
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