Sus perros le regalan por su cumpleaños el mayor jabalí que ha abatido en su vida

Fran Sánchez es un cazador granadino de 24 años de edad. Junto a su hermano Johny, de 21 años, han heredero la pasión por la caza de jabalíes al salto con perros de su padre Paco. La familia Sánchez es natural de la localidad granadina de Laroles, perteneciente al municipio de Nevada, situado en la parte oriental de la comarca de la Alpujarra Granadina.

Actualmente, practican la caza en mano de jabalíes con perros en el coto de su sociedad natal y en el de Mairena, localidad parte también del municipio de Nevada. Su cuadrilla de perros está compuesta por podencos amastinados, fruto del cruce de podencos campaneros y mastines. Los complementa con perros de agarre de la raza american staffordshire terrier.

Impresionante el trofeo del jabalí medalla de plata abatido por el joven cazador

Abatió su primer jabalí en el mismo lugar que su padre

El cazador protagonista de este artículo se hizo novio con 14 años, cuando remató a cuchillo su primer cochino, macho pero sin boca, en el mismo barranco de nombre El Fusilero, situado en la localidad de Laroles. Curiosamente, allí su padre había cazado su primer jabalí.

Cada temporada abaten, en su inmensa mayoría a cuchillo, pese a que el plan técnico de caza de los acotados contemplan la caza de jabalíes en mano con armas de fuego, una media de 30 cochinos. Entre ellos, el pasado año cinegético se hicieron con cuatro cochinos con buena boca. Uno de ellos, medalla de plata abatido la víspera del cumpleaños de Fran.

Este es Artillero, el podenco amastinado con el que caza Fran. En el centro, los perros de Fran tras agarrar al gran jabalí medalla de plata. A la derecha, el trofeo ya preparado en tablilla del jabalí medalla de plata.

Han cazado más de 100 cochinos con un podenco amastinado

El cazador destaca a Artillero entre los perros que han pasado por su vida. Es un podenco amastinado que cuenta en la actualidad con 12 años de edad. Su proverbial olfato, inteligencia y la valentía que atesora han permitido a la familia abatirle la friolera de un centenar de cochinos en su trayectoria cinegética.

Fran, durante en la entrevista realizada por Club de Caza, narra aún emocionado cómo sus perros le regalaron, en la víspera de su último cumpleaños, el 19 de diciembre del 2020, el abate del mayor cochino de su vida.

-"Nada más soltar los perros en un olivar de Mairena, en uno de los barrancos de zarzas que lo atravesaban, levantaron de su encame un gran cochino. Segundos más tarde de producirse la ladra de Artillero, intentó escapar por lo limpio. A unos 50 metros de distancia, cuando me ofreció sus cuartos traseros, apreté el gatillo de mi escopeta semiautomática de la marca Benelli Premium Superligera, pero erré el disparo.

A pesar de mi fallo, los perros lograron pararlo en un barranco próximo, a unos 100 metros. Los valientes canes no se amedrentaron ante el tamaño del macareno, que pesó 110 kilos, ni ante sus impresionantes navajas. Se produjo el agarre. No lo dudé y salté al interior de la quebrada. Había que rematar con celeridad al navajero para proteger a mis perros. Su boca ha sido homologada y obtuvo una puntuación merecedora de una medalla de plata".

Abate un cochino de 140 kilos cazando en solitario

El cochino de mayor peso, de 140 kilos, abatido por el cazador hasta la fecha fue cazado el 3 noviembre del año 2019 en una jornada de caza en solitario junto a tres de sus perros Artillero, Arcón, cruce de rottweiler y mastín, y la perra de nombre Gorda, de la raza american staffordshire terrier. Así lo recuerda:

-"Minutos más tarde de liberar a los perros, arrancaron un marrano de mediano porte de un arroyo. Este salió por el extremo contrario de la quebrada y no lo pude disparar. Los tres perros se marcharon tras sus pasos, por lo que decidí subir a un tajo de piedras y desde ahí llamarlos

Transcurridos más de 15 minutos, regresaron Artillero y Gorda mientras, que Arcón permanecía en paradero desconocido. A 70 metros del cortado había una pequeña motilla de monte de carrascas y zarzas. Nada más aproximarse a esta, Artillero ladró de parada ,pero no se atrevía a entrar en la maleza. Algo impropio en él. Me dije a mi mismo "menudo verraco tiene que haber ahí dentro".

Gorda se aventuró al interior de la maleza. Tras avanzar unos metros, se produjo el agarre. Aún no me explico cómo esa perra se atrevió a abalanzarse sola sobre ese impresionante cochino. Por primera vez en mi trayectoria cinegética sentí miedo, pero había que adentrarse en la tupida maleza para ayudar a Gorda.

Muy despacio fui rompiendo monte con Artillero siguiendo mis pasos. El solitario me podía embestir en cualquier momento y en la espesura no iba a verlo ni de venir. Nada más llegar al lugar donde la perra peleaba con el enorme jabalí Artillero se armó de valor para también agarrar al cochino. Ambos pendían de la cabeza del macareno. El peso de ambos perros, superior a los 30 kilos cada uno, no eran impedimento para que el verraco nos elevara del suelo como si fueran peleles.

Ante el riesgo que entrañaba el remate y el duro enfrentamiento con los canes, decidí dispararle a bocajarro en los cuartos traseros. Al recibir el impacto el macareno se derrumbó momento que aproveché para rematarlo a cuchillo. Cuando mi padre lo vio horas más tarde para ayudarme a sacarlo del monte no se lo podía creer. En 40 años no había visto un jabalí de ese tamaño en la zona".

El trofeo del solitario no era medallable a pesar de su impresionante porte.

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