Se pierde el partido de fútbol de su equipo favorito y caza un jabalí medalla de oro

Un cúmulo de circunstancias posibilitaron que pudiera abatir el mayor jabalí de su vida el pasado martes 16 de marzo.

¿Caza o fútbol?

El cazador no pensaba ir ese día de caza ya que pretendía ver un importante evento deportivo en televisión. Pero como tenía el cazadero cerca de casa, decidió ir a observar los corzos del acotado pensando en la cercana apertura de la temporada corcera.

Tampoco pensaba llevar su arma para tal fin, un rifle de la marca Blaser modelo R8 del calibre .338, pero finalmente decidió portarlo por si algún jabalí se cruzaba en su camino. Eligió como punto de observación una torreta que se encontraba situada en una parcela de siembra para la caza entre dos manchas de monte.

Ya se marchaba del cazadero

A las 20:30 horas, cuando se disponía a enfundar su arma, decidió visualizar la siembra con un monocular térmico. Allí pudo vislumbrar la figura de un animal que no había oído entrar en el sembrado. Ante este hecho, y al encontrarse el jabalí de espaldas, pensó que se trataba de un zorro.

Su sorpresa fue mayúscula cuando el animal se giró y pudo apreciar que se trataba de un gran macareno. Templó los nervios, respiró hondo y decidió encender su linterna de la marca Olight de 1.200 lúmenes. Se trataba de un espectacular jabalí con una formidable boca.

Apretó el gatillo, impactando la bala de la marca Federal de 200 grains entre las costillas y la paletilla. El disparo, un poco alto, derribó al cochino, que quedó en el suelo durante unos instantes. El cazador, que no había desencarado el rifle, pudo ver cómo se reincorporaba, dirigiéndose hacia la espesura. Cuando iba a perderse en la maleza, realizó un segundo disparo que también impactó en el animal.

Pudo ver el segundo tiempo del partido

Pasados unos 30 minutos decidió bajar de la torreta y dirigirse al lugar del segundo impacto. Allí pudo ver un gran rastro de sangre. Dada la peligrosidad de la situación, ya que el jabalí podría cargar contra él en la espesura, prefirió visualizar previamente unos pequeños claros que había en su interior con el monocular térmico. Pudo ver al macareno, que se hallaba tumbado, pero aún con vida. Ante este hecho se marchó a casa para volver una vez finalizado el segundo tiempo del partido de fútbol.

Una hora más tarde, volvió al cazadero y pudo ver cómo el jabalí yacía sin vida. Al acercarse a él pudo percatarse del tamaño de su extraordinario trofeo. Textualmente, nos dice Julián «había nacido para mí, ya que desconocía su existencia en el acotado».

El cazador quiere agradecer la labor y la gestión realizada por la orgánica Cuencaza, propiedad de Julián Portilla, que hizo posible que logrará este espectacular trofeo.

Orgánica Cuencaza: 696 68 54 13.

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