Primero los grandes canes protectores del ganado comienzan a ladrar. Hay algo en el interior de esas intrincadas ramas que ha activado su instinto de trabajo. Poco después, les vemos huir a toda prisa ante el envite de un gran jabalí que carga contra ellos. El fornido cuerpo del suido es mucho mayor que el de los perros.
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Los kangales turcos son perros especialistas en la guarda y custodia de rebaños y propiedades. Pero no se trata de perros de caza, aunque los hayamos visto en numerosas ocasiones enfrentarse a ellos. Lo hacen porque su labor pasa por eliminar o ahuyentar cualquier riesgo que amenace al ganado. Incluyendo a los jabalíes, depredadores de otros mamíferos de menor tamaño, como las ovejas y sus corderos.
A pesar de la diferencia de tamaño, el valor de estos perros, que invade el ámbito de la temeridad en muchos casos, no permitirán que ese jabalí se quede allí y le acosarán hasta que se aleje de las ovejas o del lugar donde pastan. Incluso poniendo su integridad en riesgo, sobre todo si consideramos a los ejemplares más jóvenes e inexpertos, que pueden llegar a recibir las poderosas embestidas de los grandes cochinos turcos.
El mejor ejemplo te lo dejamos a continuación, en un enlace a un impactante vídeo donde sucede esto mismo.