Abate un corzo con un curioso y gran trofeo

Abate un corzo con un curioso y gran trofeo

Una cuerna multipuntas enorme y rosetas fundidas: así es el tremendo animal al que consiguió dar caza el presidente del Safari Club Internacional, José María Losa.


En un lugar de las viejas Castillas de cuyo nombre no quiero acordarme, jugué un lance que no olvidaré. Si de corzos hablamos, en la rareza está la belleza para Losa. El reputado cazador abatía hace varios días un ejemplar con una cuerna más que curiosa. El buen hacer a lo largo de su dilatada trayectoria cinegética, lo ha llevado a recibir varios premios tanto a nivel nacional como internacional. Si bien ha estado en más de 40 países cazando y su palmarés es realmente extenso, el sarrio y el corzo siempre serán sus especies preferidas.

Un corzo que ya habían avistado un año atrás

En compañía de un buen amigo, José María se adentró en el campo castellano cuando empezaba a declinar la tarde. Iban detrás de un ejemplar concreto, uno “deforme”, un corzo único. Era un macho que ya se había dejado ver hace un año por aquellas tierras y que pronto volvería hacer acto de presencia.

Dos machos y una hembra

En una de sus asomadas un sembrado, José María avistó tres ejemplares: una hembra, un macho muy joven con las astas aún cubiertas de borra y un gran macho.

El macho, más bien. Era el ejemplar que estaban buscando.

Mientras lo valoraba, los animales se percataron de su presencia y empezaron a andar. Traspusieron una pequeña ondulación, perdiéndolos de vista.

Como si jugaran al escondite

Ellos a los corzos, y los corzos a ellos. Aprovecharon entonces para recortar distancias e intentar jugar el lance. La naturaleza escurridiza del Capreolus capreolus, no se lo puso fácil al cazador. Cuando estaban a punto de coger posición de tiro, los animales salieron corriendo a la siembra donde los habían visto en un principio.

Y tuvo lugar el lance

Hicieron una entrada estratégica y lograron apostarse a 200 metros del objetivo. Un disparo certero que lo dejó seco. José María soltó a su compañero peludo, un precioso Sabueso de Baviera, que no tardó en encontrar la pieza entre la vegetación.

Al llegar el cazador comprobó que, además de la originalidad, se trataba de una cuerna realmente pesada. Un ejemplar que ocupará un lugar importante en la sala de trofeos y un lugar aún más importante, en el recuerdo del cazador.

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