Un joven cazador consigue su primer ejemplar de corzo
Crónicas de caza

Un joven cazador consigue su primer ejemplar de corzo

Todos sabemos lo especial que es abatir una especie por primera vez. Este cazador nos cuenta en primera persona cómo ha sido el lance que le brindó su primer corzo.


Esteve Musca Colomer es el protagonista de esta historia. El joven, natural de Sabadell (Barcelona), lleva disfrutando de la naturaleza y las jornadas de caza en tierras catalanas desde que tenía tan sólo cuatro años. Comenzó acompañando a su abuelo y a su padre a las batidas de jabalí, modalidad que pronto se convirtió en una de sus favoritas. A los dieciséis años sacó el permiso de armas y desde entonces combina el puesto con la labor de perrero en compañía de su pareja.

Aunque tiene alma jabalinera, llevaba tiempo deseando hacerse con su primer corzo, pero hasta la fecha no tuvo oportunidad de hacer más que un rececho, en que la suerte no acompañó. Parece que el destino tenía otros planes para el joven cazador: su primer corzo macho estaba por llegar, pero no sería a rececho.

Una batida especial

Las cuatro y media de la mañana, suena el despertador. Era el segundo día de temporada, pero el primero en mi coto, “La Colla del Senglar del Pla i la Serra de Tona” donde llevo cazando desde mis inicios. Tenía muchas ganas de volver a reencontrame con los compañeros a los que hacía tiempo que no veía y volver a tener esas conversaciones de caza, rifles, calibres, lances, anécdotas…

Tras llegar al local donde acostumbra a reunirse la cuadrilla, desayunaron y sortearon los puestos como es habitual. A Esteve le tocaron unos campos en los que era probable avistar algún corzo. ¡Todos podemos imaginar la ilusión del joven cazador tras el reparto de puestos!

Entusiasmado, junto a sus compañeros, y sin que apenas hubiera amanecido, puso rumbo al monte. El día amenazaba con ser extremadamente caluroso y, posiblemente, la cacería no durara mucho por el bien de los perros.

Tan pronto llegó a los campos, el joven empezó a prepararse. Al tratarse de un puesto amplio en el que seguramente tuviera que jugar un lance largo, montó su visor Swarovski Z6 1,7-10x42 sobre el Browning Maral calibre 300 win mag.

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No habrían pasado ni 20 minutos cuando, de repente, por mi derecha, dentro del campo de girasoles, vi algo moverse que venía directo hasta mí. Resultó ser una pareja de corzos. Tanto la hembra como el macho venían acelerados, seguramente ya alertados por algunos movimientos de otros cazadores llegando a sus respectivos puestos.

El lance de su vida

Esteve, estaba sentado y se mantuvo inmóvil. Los corzos se quedaron mirándolo. Esperé hasta que los animales desviaron su atención, dándome la oportunidad de levantarme y ponerme cómodo con el trípode. Apuntó al macho, respiró profundo y con los nervios a flor de piel, disparó. Un lance rápido y certero. El corzo acusó el disparo, pero dio un salto y salió corriendo hacia un barranco que había justo al lado. El cazador lo perdió de vista pero sabía que no había ido muy lejos.

La nariz de los perros y la ayuda del perrero

Avisó por la emisora por si algún perrero estaba cerca y podía acudir con algún can para seguir el rastro. Allí se personó con tres de sus perros, Pere Muñoz, un gran amigo y resacador de nuestra cuadrilla, dispuesto a dar con mi tan deseado corzo.

El joven le dio las indicaciones necesarias para encontrar el rastro de sangre. Una vez los perros se pusieron sobre él, no tardaron en dar con el ejemplar. Entonces Pere exclamó por la emisora: “¡ya lo tengo aquí! ¡bonito corzo has cazado, Esteve!”. Esas palabras emocionaron tanto al cazador que a buen seguro resonarán en su cabeza durante muchos días y no las llegue a olvidar nunca, como tampoco olvidará ese día ni ese lance.

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Su corzo

Corriendo fue a ver el corzo, su corzo. “Me hizo muchísima ilusión” -cuenta- “había abatido varias hembras, pero el macho se me había resistido hasta ese momento”. Resultó ser un macho joven pero muy bien formado, delgado pero simétrico.

La felicidad era absoluta y la satisfacción inexplicable. Al fin lo había logrado.

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