Una escena difícil de olvidar: un cazador presencia cómo una tormenta eléctrica calcina parte de su coto de caza
Albacete

Una escena difícil de olvidar: un cazador presencia cómo una tormenta eléctrica calcina parte de su coto de caza

Hablamos con el cazador que vivió en primera persona el desastre al encontrarse en la zona afectada cuando comenzó a arder.


Agramón, una localidad perteneciente al municipio albaceteño de Hellín ha sufrido varios incendios en los últimos meses. El más reciente tuvo lugar el pasado 21 de julio, en un coto de caza que preside Santos Navarro un experimentado cazador que pertenece al conocido negocio cinegético JJ Gómez Caza.

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Santos con el incendio detrás.

Una escena difícil de olvidar

En la tarde del viernes Navarro se encontraba, junto a un compañero, rellenando unos comederos de la sociedad de caza del pueblo.

En cuestión de minutos, el cielo comenzó a teñirse de un amenazante gris. Los cazadores previeron que una tormenta estaba a punto de descargar. Lo que nunca se imaginaron fueron los devastadores efectos que esta tendría.

Vieron caer un rayo en el pueblo y Santos decidió acercarse, pero antes de que le diera tiempo a llegar, su amigo le llamó para avisarle de que había caído otro. Esta vez, en el monte, concretamente en “La Sierra de las Cabras” junto al Pitón volcánico de Cancarix.

Consciente de que la sequía que asola el terreno desde hace meses aumentaba considerablemente el riesgo de incendio cogió su coche y se desplazó a la zona. De camino, llamó al jefe de los forestales para que diese la voz de alarma.

Tal y como auguraba, nada más llegar ya se encontró con varios metros ardiendo.

Intentó, con una azada que llevaba en el vehículo, desbrozar el camino para evitar que las llamas pasaran al otro lado. Pero el fuego era mucho más rápido y vio, desolado, como empezaba a ganarle la partida.

 

Impotencia es la palabra

Hasta que llegaron los medios, Santos se encontraba solo ante el peligro, pero no dejó que el miedo se apoderara de él. Hizo todo lo que estaba en sus manos para contener, aunque sin éxito, la situación. No hay nada que el ser humano pueda hacer cuando la naturaleza desata su ira.

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Cuando los operarios llegaron al lugar, nuestro protagonista tuvo que alejarse y solo le quedó observar, desde la barrera, cómo se quemaba el monte “con toda la impotencia de mi corazón” —lamentaba aún emocionado.

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