Pinzón Vulgar
La mayoría de las personas a las que se pregunte cuál es el ave más común en España, probablemente mencionarían el Gorrión Común. Pero, en realidad, el primer puesto en abundancia corresponde al Pinzón Vulgar. En invierno se une, en grandes bandos, con otros fringílidos, escribanos y gorriones, para alimentarse en tierras de labor y rastrojos; sin embargo, a veces forma él solo los bandos, cuyos individuos son todos del mismo sexo. Por esta curiosa costumbre de separación de sexos en otoño-invierno es por lo que recibió del naturalista sueco Linneo el nombre de coelebs (en latín, célibe), detalle que en las aves que crían más al norte es particularmente notable, pues mientras que las hembras y jóvenes abandonan las áreas de nidificación para invernar en zonas más templadas, la mayoría de los machos permanece en aquéllas reunidos en bandos. Los pinzones comienzan a cantar en febrero, pero no todos cantan del mismo modo; se han notado llamativos dialectos regionales, especialmente entre aves llegadas del resto de Europa. A pesar de ello, el canto es fácil de identificar, pues siempre acaba con un enfático floreo.
Familia: | Fringílidas |
Nombre cientifico: | Fringilla coelebs |
Orden: | Passeriformes |
Caza: | Especie Protegida |
Longitud: | 15 |
Habitat: | Parques y jardines |
Identificación: | Cabeza y cuello, gris azulado; pecho y mejillas, rosas; dorso castaño; con blanco en las alas, cola y hombros. La hembra es parda amarillenta por encima y más clara por debajo; con franja alar y laterales de la cola, blancos. |
Nidificación: | Ambos sexos construyen cuidadoso nido en forma de copa, con musgo y liquen, forrado de lana, pelo y plumas; en sotos, arbustos o en la horquilla de un árbol; pone, de abril a junio, de 3 a 6 huevos blanco sucio con manchas pardo rojizas; incubación, sólo por la hembra, de 12 a 14 días; los pollos, alimentados por ambos padres, vuelan tras unos 15 días; a veces dos crías. |
Alimentación: | Semillas, hayucos y a veces grano. |
Al comienzo de la primavera el macho de Pinzón vulgar Fringilla coelebs, es un pájaro con el plumaje muy llamativo. La frente es negra, el píleo, la nuca y parte de los hombros tienen color gris azulado; la espalda es pardo rojiza y el obispillo verde oliváceo. Los carrillos, la garganta y el resto de las partes inferiores poseen un tono pardo rosado brillante. La cola tiene la pareja central de rectrices gris pizarra y el resto de ellas son negras con bordes blancos, muy notorios en las exteriores. Las plumas de las alas son pardo negruzcas con bordes verde amarillentos. Una banda blanca es muy visible y junto con el gran parche, también blanco, de los hombros, son rasgos ambos inconfundibles a la, hora de identificar a este pájaro. El pico es azul plomizo con el extremo más oscuro y blancuzca la mandíbula inferior. Los tarsos y los pies son pardos y el iris de los ojos del mismo color.
El plumaje de la hembra es mucho más apagado. La cabeza y las partes superiores son pardo amarillentas, más oscuras o grisáceas en el centro del píleo. La espalda y el obispillo son verde amarillentos. Las partes inferiores tienen un tinte gris pardusco en el cuello. Las bandas blancas de las alas y hombros (cobertoras) no son tan nítidas como en el macho. El pico es pardo, más pálido debajo. Muchas al comienzo de la primavera tienen la cabeza ligeramente gris pizarra, color que se extiende hasta la nuca. Los jóvenes se parecen mucho a las hembras, pero hay en la nuca una mancha blanquecina. Los machos ya se diferencian de las hembras por tener la espalda teñida de castaño rojizo y el pecho menos pardo amarillento y más beige.
Prácticamente no falta en ninguna parte donde exista aunque sea un árbol aislado, pero la campiña abierta con árboles dispersos, bosques de especies caducifolias y perennes, parques y jardines, plantaciones de árboles frutales y zonas de monte bajo con grandes arbustos, son el hábitat favorito del Pinzón vulgar durante la reproducción. Fuera de ella, a partir del mes de agosto, frecuenta también campo abierto, prados, rastrojeras, caminos, calles de pueblos y ciudades, muelles en los puertos de mar, pistas, etc.
Por el suelo camina con pasos cortos y rápidos, a menudo ligeramente agachado; sobre todo se observa esto en las hembras, que flexionan más las patas. También a saltos y a menudo volando en corto para cambiar de posadero. Es pájaro muy arbóreo durante la reproducción, pero más aficionado a posarse en el suelo en otoño e invierno, en especial las hembras. Para cantar los machos se posan en las ramas más altas. Tienen las parejas tendencia a frecuentar lugares habitados, proximidades de casas de campo, alquerías, zonas donde se acumula el estiércol, alrededores de graneros, silos, tolvas de descarga de cereales y también cerca de pajares y almacenes de hierba seca. Al volar lo hacen con marcadas ondulaciones, pero potentemente. En vuelo de migración son incansables y en un día pueden recorrer grandes distancias. Incluso cansados, son capaces de volar contra el viento, resguardándose de él con las irregularidades del terreno y la vegetación. Muchas parejas permanecen unidas y no abandonan su lugar de nacimiento o de cría, pero otros pinzones se agrupan y vagan por los campos formando bandos numerosos. Realmente se puede decir que fuera de la época de cría es un pájaro gregario que no tiene inconveniente en buscar la compañía de otros fringílidos, gorriones y escribanos. Generalmente se ven grupos de machos juntos, y por separado las hembras. Esto se acusa mucho más durante la migración. Los bandos o flujos migratorios son siempre de un solo sexo. Rara vez se ve entre los machos alguna hembra o un pequeño grupo de ellas. Lo inverso también es cierto. Cuando en Guipúzcoa y, en general, en todo el País Vasco se observa el paso de pinzones en el mes de marzo, el hecho es muy notorio y solamente durante 2-5 días ambos sexos se juntan en migración. La abundancia de pinzones en todo el continente europeo es muy grande, por lo que sus costumbres son bien conocidas y en algunos lugares las parejas muestran cierta mansedumbre, que queda en cierto modo desmentida cuando se coge este pájaro en la mano.
La llamada usual del Pinzón vulgar es un fuerte y metálico ¡¡chink-chink, chink!! que repite insistentemente si está alarmado o muy espaciadas las notas si el macho llama a la hembra. Este sonido recuerda a otro similar emitido por el Carbonero común, Parus major. En vuelo invariablemente lanzan macho y hembra un débil, pero bien audible ¡¡tsip, tsip...!! En febrero los machos emiten repetidamente un agudo y fuerte ¡¡chuit!! o también ¡¡uit!! en cierto modo sibilante.
El canto típico tiene variaciones individuales y regionales, pero esencialmente está formado por dos o tres notas repetidas durante 2-3 segundos y terminadas en un más breve floreo que se eleva de tono al final. No excesivamente musical, sí resulta muy monótono cuando se le escucha por mucho tiempo. Los machos cantan desde un alto posadero con extraordinario vigor y, en buenas condiciones acústicas, se oyen con facilidad desde 400 metros y a veces más. Machos con gran celo repiten su estrofa hasta nueve veces por minuto, pero generalmente no más de seis veces. Las hembras cantan en tono bajo, ocasionalmente, una corta retahíla que quiere recordar la misma del macho. Los machos pueden cantar casi todo el año. La mayor intensidad se produce entre febrero y los primeros días de julio. Mayo registra el mayor vigor y después del silencio de julio y agosto, hay una ligera reactivación en septiembre y primeros días de octubre. Canta normalmente desde un posadero alto, pero también posado en la rama baja de un árbol, sobre el tope de un arbusto y también, no rara vez, desde el suelo de una carretera.
La dieta alimenticia es muy variada. Fuera de la época de la reproducción, las semillas de plantas gramíneas son fundamentales. Newton (1972) estima que, una con otra región, más de 100 especies de semillas diferentes se han advertido en su comida. Le atraen especialmente las semillas de los hayucos, pero como estos frutos del Haya, Fagus sylvatica, no son constantes en su desarrollo y hay años en que apenas se producen, los pinzones buscan alimento en cualquier parte, sobre todo en tierras cultivadas, rastrojeras y prados. Igualmente en el suelo de los bosques de especies caducifolias. Los granos de los cereales les atraen con fuerza y los pájaros se congregan en las proximidades de silos, muelles, cintas transportadoras, máquinas cosechadoras, etc. Sin embargo, la mayor parte de la alimentación está basada en semillas silvestres. Plantas tan abundantes en los campos como Sinapis, Brassica, Chenopodium, Polygonum, Stellaria, Cerastium, etc., son fundamentales en la dieta invernal y otoñal del pinzón. Muchas de estas semillas que caen de las plantas no son visibles para el ojo humano y, como gran parte de ellas no germinan, quedan en el suelo formando un tapizado que puede durar años y constituir una reserva estimada en varios centenares de millones por hectárea. Al arar la tierra muchas quedan al descubierto. Es así que no son solamente los insectos los que atraen bandadas de pájaros a las tierras preparadas para el cultivo. Collinge estima en un 75 por 100 del total la alimentación de origen vegetal y el 25 por 100 restante a base de insectos comidos, sobre todo durante la primavera. Come asimismo huevos de caracoles, arañas, lombrices de tierra, y en las pomaradas se ven pinzones picotear las manzanas caídas en el suelo.
La reproducción comienza a finales de abril. Pero los pinzones viejos que han criado por lo menos un año, ya están en su territorio en enero. Los machos que crían por primera vez no suelen llegar hasta febrero e incluso algunos después. Regularmente un macho joven se establece en un territorio vacío un mínimo de ocho a quince días más tarde que uno viejo del territorio vecino. Al principio se mueve inquieto por entre las ramas de los árboles lanzando su típico ¡¡chink, chink!! y alterna períodos en que se le escucha una especie de seudocanto en tono muy bajo, con frecuentes estancias en el suelo del campo o camino próximos para comer.
El Pinzón vulgar es un pájaro eminentemente territorial y fiel a su lugar de nacimiento. Con el anillamiento he comprobado que las parejas que pasan el otoño e invierno vagando por los campos, regresan en enero y febrero y ocupan su vieja parcela. Los machos son muy agresivos y defienden el territorio persiguiendo encarnizadamente a los intrusos o a los vecinos que se acercan demasiado. Los primeros días se hacen notorios solamente por la mañana, pero conforme el mes de abril se aproxima ya no se mueven del lugar. Las hembras viejas (que criaron por lo menos una vez) arriban en marzo y a veces antes, pero las jóvenes que son atraídas por el fuerte canto de los machos noveles, no aparecen y se emparejan hasta abril y aún después. Las parejas permanecen juntas normalmente hasta seis semanas antes de comenzar la nidificación. Durante este tiempo los cortejos del macho a la hembra pasan de una gran actividad, hasta quedar completamente oscurecidos por la general agresividad que se observa entre ambos miembros de la pareja, quizá mayor por parte de la hembra, que no permite que el macho se acerque. A menudo, sin embargo, comen juntos en el suelo. Newton (1972), Hinde (1955-56) y otros ornitólogos han descrito estas situaciones con gran lujo de detalles e interpretaciones. El macho que ocupa un territorio y ya está emparejado, no lo abandona si la hembra perece. Una de éstas, de dos años, que murió atropellada por un automóvil en la carretera que cruzaba el territorio, estaba anillada, lo mismo que el macho. El hecho permitió comprobar que éste último no abandonó la zona y se emparejó quince días más tarde con otra hembra no anillada y de un año de edad.
La hembra construye sola el nido. Tarda normalmente entre tres y dieciocho días en hacerlo y en ello influye mucho la lluvia y la edad del pájaro. Las jóvenes tardan más y un promedio puede estar en siete días. Los nidos observados estaban hechos con musgo fundamentalmente, hierba seca y alguna otra materia vegetal, unido todo con telarañas y decorado exteriormente con líquenes y trozos de corteza. El interior está forrado con pelos y alguna pluma, muy pocas. Son colocados casi siempre en árboles, a altura variable, pero tendiendo a ramas elevadas de árboles frutales o de adorno. A menudo a gran altura. Los primeros están ya totalmente construidos en la última semana de abril, pero más corrientemente en los primeros diez días de mayo y aún después. Los anteriores a estas fechas son ocasionales y coinciden invariablemente con unas condiciones meteorológicas muy buenas. La puesta normal es de 4-5 huevos y hay algunas de 6 y 7, pero muy raras. Su cáscara es lisa y brillante y tiene color azul pálido, variablemente teñidos de rosa y rayados o manchados con puntos pardo rojizos, o pardo violáceos, teniendo las manchas un cerco más claro rosado. Otros tienen rayas y dibujos negruzcos. Algunos casi carecen de punteado. Jourdain, para 100 colectados en Gran Bretaña, obtuvo un promedio de 19,86 x 14,59 mm., con un máximo de 22,9 x 14,5 mm. y un mínimo de 17,1 x 13,7 mm. D'Almeida, para 11 del norte de Portugal, da una media de 19,2 x 14 mm., con extremos de 18 a 20,9 x 13,7 a 14,5 mm. Solamente la hembra incuba y lo hace durante 11-13 días, empezando con la puesta del penúltimo huevo. Los pollos al nacer tienen plumón gris pálido, largo y abundante. El interior de la boca es rojo carmín, con el paladar anaranjado. No hay puntos oscuros en la lengua; las comisuras son blancas. Ambos adultos los alimentan con orugas pequeñas casi siempre y a los 13 o 14 días dejan el nido (11-18 días Newton). Todavía son colicortos e incapaces de volar. Por lo menos durante otros 15-20 días continúan siendo atendidos por los padres. No pocas parejas hacen dos crías en cada temporada.
Fringilla coelebs es el fringílido más abundante en Europa. Su área de reproducción se extiende por todo el Continente, excepto en el extremo norte de Escandinavia e Islandia. Prácticamente no falta en ninguna parte donde exista aunque sea un árbol aislado, pero la mayor densidad es alcanzada en los bosques no muy densos de especies caducifolias. En hábitats favorables el número de parejas permanece corrientemente estable y es en otros lugares menos favorecidos donde se aprecia una marcada oscilación de un año a otro. En la Península Ibérica, con ser abundante, no alcanza las grandes densidades que tiene en centroeuropa. En estudios y censos de parejas realizados en Holanda se obtuvo un número de 66-87 parejas criando en un área de un kilómetro cuadrado. Mayores densidades se calcularon para Fenoescandia, donde oscilaban entre 49-145 parejas para un kilómetro cuadrado de bosque caducifolio, 20-102 en abetales y 12-29 en pinares. El tipo de alimentación del Pinzón vulgar, a base de semillas, lo hace muy vulnerable a los plaguicidas. Los frecuentes tratamientos para combatir insectos y sobre todo plantas parásitas con herbicidas altamente venenosos, no hay duda que influirán grandemente en las poblaciones de este pájaro.
Una parte de la población europea inverna más al Sur de su área de reproducción. Iberia es receptiva de millones de pinzones que comienzan a llegar en los últimos días de septiembre. El paso es algunos días espectacular en el extremo occidental de los Pirineos. Las rutas de entrada difieren algo de las de salida en primavera, pero solamente están separadas entre sí por varios centenares de metros. Todos nuestros campos se llenan de pinzones europeos, entre los que, sin duda, habrá muchos de los nativos que temporalmente, de octubre a enero-febrero, desaparecen de su territorio habitual de cría. Es indudable que existe cierto erratismo o, digamos mejor, una trashumancia invernal, que lleva por lo menos a las poblaciones del norte de Iberia hacia zonas situadas más al Sur. El anillamiento puede revelar algo a este respecto. El movimiento primaveral de los pinzones europeos y no pocos nativos comienza a sentirse en la última semana de diciembre en una amplia franja que alcanza desde las provincias andaluzas de Cádiz y Huelva hasta Galicia y Asturias. Parece haber cierta tendencia a concentrarse mayoritariamente en campos costeros. En febrero la densidad en el noroeste ibérico es muy grande, y se aprecia bien por encima de una línea ideal que va desde Navarra a Badajoz. El paso en el mes de marzo por el País Vasco (Noval, 1967), primero los machos y después las hembras, éstas en la última decena del mes, constituye en algunos puntos de la región un maravilloso espectáculo.
Con tiempos fríos y lluviosos en el mes de octubre, si siguen a ellos días más templados, es frecuente ver en Cabo Higuer (Fuenterrabía, Guipúzcoa) un gran contrapaso en dirección a Francia. Con tiempos duros del Norte, la entrada de pinzones procedentes de los campos franceses y probablemente ingleses y alemanes, es muy grande, pero una vez pasadas las circunstancias que obligaron a su desplazamiento al Sur, regresan inmediatamente hacia el Norte. También en Levante y Baleares hay numerosos invernantes. En las islas solamente se reproduce en Mallorca y Menorca y no hay evidencia de que la población local emigre en el otoño.
A partir de la segunda mitad de septiembre ya se ven agrupados en los campos andaluces. García Rúa (1975) observa pinzones a finales de septiembre cerca del Estrecho de Gibraltar y los bandos son numerosos en las proximidades de la playa de Tarifa en el mes de octubre. Thiollay y Perthuis (1975) recuentan en los primeros veinte días de octubre, desde dos puestos de observación, más de un millar volando hacia el Norte de Africa, donde es invernante numeroso, pero no proporciona una llegada otoñal espectacular y como los demás fringílidos únicamente en días de fuerte viento se acusa más su presencia (Pireau y Giraud-Audine, 1976).