Lavandera Boyera
Las aves de España

Lavandera Boyera


Hay un gran número de subespecies de Lavandera Boyera, que no se distingue más que observando atentamente la coloración de la cabeza de los machos en plumaje nupcial. La raza ibérica tiene la cabeza de color grisáceo y es ave estival que llega a la Península en los últimos días de marzo y durante todo el mes de abril, y parte hacia sus cuarteles de invierno en los meses de septiembre y octubre. Un buen número de aves de otros puntos, pertenecientes a otras subespecies, atraviesan el país en ambos pasos. La Lavandera Boyera efectúa sus migraciones en pequeños bandos y generalmente suelen viajar de día; pero habría que montar guardia durante las noches otoñales, al pie de un faro costero, para saber que no siempre es así. Surgiendo de las tinieblas aparecen de repente iluminados por la luz del faro enjambres de estos pájaros, gritando sin cesar, en marcha hacia Africa. Estas aves crían en dos tipos de hábitats muy distintos: por una parte en los valles fluviales, prados húmedos, bordes de charcas y pantanos; por otra, en las landas secas, brezales extensos, dunas y campos cultivados.

Familia:Motacílidas
Nombre cientifico:Motacilla flava
Orden:Passeriformes
Caza:Especie Protegida
Longitud:16
Habitat:Marismas y zonas palustres
Identificación:Partes superiores verde oliva; amarillo por debajo; cabeza grisácea con ceja y garganta clara; mejillas más oscuras; cola larga pardo oscuro con rectrices externas blancas; hembra de tonos más apagados.
Nidificación:La hembra construye un nido de hierbas secas y raicillas, forrado con pelo, siempre en un hoyo del suelo oculto en la vegetación; puesta, de abril a junio, normalmente de 5 a 6 huevos grises claro, fuertemente salpicados con amarillo ocráceos; incubación, principalmente por la hembra, de unos 13 días; los pollos, alimentados por ambos padres, vuelan transcurridos unos 17 días; a veces dos crías.
Alimentación:Moscas y otros pequeños insectos y sus larvas; a veces escarabajos e incluso orugas.

Al describir el plumaje de la Lavandera boyera Motacilla flava hay que considerar forzosamente las características de las varias subespecies que de este pájaro se pueden ver en la Península Ibérica y para ello seguiremos a Vaurie (1959), prescindiendo de analizar detalles nimios que algunos sistemáticos quieren ver y señalando sólo algún dato que haga un poco de luz sobre la problemática de la subespecie que se reproduce en la Península Ibérica.

Lavandera boyera ibérica Motacilla flava iberiae Hart. Macho: Cabeza y nuca gris ceniza azulado, más oscuro que en la raza flava; dorso de color aceituna oscuro; auriculares gris oscuro, algunas veces casi negras; raya blanca estrecha sobre el ojo desde la base del pico; mentón y garganta blancas. Vive en el País Vasco francés y desde los Pirineos hacia el Sur por la costa mediterránea, Islas Baleares, Marruecos, localmente en Argelia y Túnez y por el litoral mediterráneo francés hasta la Camarga donde se confunde con la Lavandera boyera italiana. Las hembras en la primavera y verano y ambos sexos en invierno son de coloración más apagada, pardo por encima y el amarillo más tenue. Los jóvenes tienen barbilla ocrácea y un babero parduzco. Todas las subespecies que se describen tienen cola negruzca con rectrices externas blancas.

Lavandera boyera alemana Motacilla flava flava Linn. Macho en plumaje nupcial: Cabeza y nuca gris azulado, más claro que en iberiae; raya sobre los ojos blanca y completa desde el nacimiento del pico hasta casi la nuca; plumas auriculares grises más oscuras que la cabeza y a menudo manchadas de blanco; garganta amarilla bordeada de blanco y mentón blanco. Se reproduce en el sur de Noruega, Suecia y Finlandia, países Bálticos. Rusia central y gran parte de Europa central incluida Francia, excepto en la costa del Canal de la Mancha donde es sustituida por flavissima.

Lavandera boyera inglesa Motacilla flava flavissima (Blyth). Macho en plumaje nupcial: Cabeza verdoso amarillenta o amarillenta en muchos casos; raya superciliar completa y amarilla; garganta amarilla. Se extiende por Inglaterra, Gales y sur de Escocia y en litorales franceses, belga y holandés.

Lavandera boyera italiana Motacilla flava cinereocapilla Savi. Macho en plumaje nupcial: Similar a iberiae con la cabeza gris pizarra y las plumas auriculares negruzcas; carece de raya superciliar blanca aunque a veces se le nota una ligera mancha detrás de los ojos; garganta blanca, pero menos que en iberiae. Su área de cría se extiende por toda Italia, Cerdeña y Sicilia y zonas de la Yugoslavia adriática.

Lavandera boyera escandinava la Motacilla flava thunbergi Billb. Cabeza y nuca gris pizarra oscuro; auriculares rodeando al ojo muy oscuras, casi negras; mentón y garganta amarillos o en una minoría de pájaros el mentón blanco y los lados del pecho teñidos de olivaceo Ocupa la mayor parte de Noruega, Suecia y Finlandia. Laponia, norte de Rusia y hacia el Este a través de Siberia.

La Lavándera boyera vive en biotopos húmedos con carrizos, junqueras y vegetación acuática, praderas de hierba alta en valles fluviales, campos cultivados, pastos, llanuras con hierba y arbustos diseminados, márgenes de rías con terrenos inundables y zonas pantanosas.

Como las demás lavanderas su aspecto es grácil, el cuerpo delgado y permanece mucho tiempo posada a baja altura, en el suelo o en arbustos y plantas herbáceas. La cola es larga, pero notoriamente menos que en la Lavandera de cascadeña y no la despliega tan a menudo, pero sí la mueve constantemente arriba y abajo. A pesar de su vuelo fácil, permanece quieta mucho tiempo, en especial en época de cría en una posición ventajosa, lanzando un breve trino a intervalos. Frecuentemente se lanza en un corto vuelo para capturar un insecto que pasa cerca. En campos donde pasta el ganado sigue a éste, posándose a veces sobre el lomo o la cabeza de una vaca. Las cercas de los campos y los postes son su posadero favorito y también se la ve en árboles. El vuelo es potente y muy ondulado. En época de cría varias parejas suelen anidar próximas. Rara vez se ve una sola en un campo. A veces muy cerca unas de otras. En migración y en invierno es gregaria. Los dormideros pueden llegar a contener muchos centenares de pájaros. Pero también a veces millares de ellos. Así, en carrizales del Ebro cerca de Zaragoza se citan concentraciones de 10.000 aves de esta especie (Mead, 1965). Pero por todo el país se encuentran posaderos en el otoño que llaman la atención por el elevado número de lavanderas boyeras, imposibles de contar ni siquiera estimar.

Es un pájaro ruidoso que se hace notar enseguida por su continuo trino que emite desde posadero bajo. Normalmente un ¡¡tsi-sirr!! disilábico y que se oye a mucha distancia. También una nota musical prolongada ¡¡tsuiip!! o una más áspera y corta ¡¡tsirr!! En mayo, poco en abril y junio y ocasionalmente en julio, canta con un agradable gorjeo que emite desde posadero, en vuelo y también andando por el suelo. Es breve y la escucho más a menudo mientras la hembra está incubando.

Se alimenta de insectos fundamentalmente. También de pequeños moluscos. Caracolillos entre la hierba son buscados con fruición. Después de la siega de la hierba, adultos y jóvenes persiguen a los saltamontes. Los pollos en el nido son alimentados con dipteros, pero también se ve en el pico de los padres muchas larvas y pequeños gusanos.

Smith (1950) determinó entre las presas aportadas por los adultos al nido muchos Aphididae e innumerable cantidad de moscas domésticas y Tipulidae. Entre los coleópteros había un buen número de especies de pequeños escarabajos. Parece que los mosquitos constituyen una parte muy importante en la alimentación de los pollos. Cada adulto transporta varios a la vez en el pico.

A poco de establecerse en su territorio las lavanderas boyeras comienzan a efectuar acrobáticos vuelos, destacando la forma cómo los machos se ciernen en el aire con alas vibrantes y el cuerpo inmóvil, precisamente sobre el posadero donde están las hembras. La cola es abierta al máximo y las rectrices externas blancas son entonces muy notorias. La representación continúa persiguiendo cada macho a su pareja en un vuelo exageradamente ondulante. Smith (1950) describe todas las posturas que los machos en celo adoptan en el aire y el ardor con que entonces emiten sus trinos, poniendo especial cuidado en mostrar el intenso color amarillo de las plumas del pecho. Cualquier observador atento puede ver estas situaciones en algún campo de Iberia a partir de la última semana de abril, cuando ya normalmente la mayoría de las parejas han ocupado su territorio.

La Lavandera boyera anida en el suelo entre la hierba, casi siempre aprovecha una pequeña depresión, pero también en lugar perfectamente llano. A pesar de que los adultos muestran una exagerada alarma y no se separan mucho del nido cuando nos acercamos al lugar, resulta difícil de descubrir por lo bien oculto que está. La alta hierba hace frecuentemente como una cúpula por encima. En algunos lugares anida en campos de hortalizas. La hembra parece construir ella sola el nido, no aportando el macho ningún material, pero escoltándola en su búsqueda. Hierba seca, pequeños tallos, raicillas y algo de musgo, forrado el interior con crines, pelos, borra y una o dos plumas. Más a menudo sin ellas. Las puestas son muy variables. En el norte de Iberia normalmente 5 huevos, pero también 4 alguna vez. Raras son las de 6 y 7. En otras zonas son más corrientes las de 4 y 6 huevos y en cambio raras las de 5. Para 100 huevos medidos de subespecie flavissima, Jourdain obtuvo un promedio de 19 x 14,5 mm. con un máximo de 21,5 x 14 mm. Diez en el norte de Iberia dieron una media de 18,6 x 13,7 mm. De una puesta a otra hay variación en la tonalidad de la cáscara y en la forma, pero cada hembra mantiene un color constante, de manera que en un mismo nido todos los huevos parecen iguales. Su cáscara es blanco grisácea y muy manchados con puntos y tonos difusos verdosos, grisáceos y hasta rosados. Algunos pueden ser pardo uniforme o aceitunados. Las puestas comienzan en abril excepcionalmente, más a menudo a partir de la primera semana de mayo y primeras puestas también pueden encontrarse en junio, pero en este mes son repetición de las que han sido depredadas Mientras la hembra incuba, el macho vigila muy cerca y se muestra extremadamente alarmado ante cualquier aproximación de un intruso, hombre o animal La incubación dura 14-16 dias (Jourdain para flavissima), 12-13 dias (Smith), 13 dias (Verheyen) y 12-13 dias (Noval) Parece más segura la duración de 12 dias o 12 dias y medio, pero esto es dificil de calcular puesto que en la práctica es imposible determinar el momento exacto de la iniciación Aunque la mayor parte de los ornitólogos consideran a la hembra como la única que incuba (Witherby, Walpole-Bond, Bannerman, etc) el macho toma parte en ella por periodos de tiempo no despreciables. Así se ha podido comprobar frecuentemente conforme con lo observado por Stuart Smith (1950), quien estima que en el total de la incubación y en horas diurnas el macho incuba la cuarta parte que la hembra Durante la noche es la hembra la que permanece en el nido mientras el macho se posa cerca, pero no incuba. Los adultos comienzan a alimentar a los pollos en el segundo dia de su nacimiento con gran variedad de insectos y menudeando mucho las visitas, tanto para alimentarlos como para limpiar el nido de los sacos fecales que aquellos expulsan Permanecen en el nido durante 12-14 dias, según las circunstancias y muy a menudo cualquier motivo de inquietud es suficiente para que lo abandonen y se oculten entre la hierba. En esta época los pájaros muestran una exagerada alarma y el grito normal podia ser un estridente ¡¡sii-aá!! cuando nos aproximamos al nido. Una segunda puesta puede comenzar en los primeros dias de julio y con frecuencia se ha visto hembras atareadas en la construcción de un nuevo nido cuando apenas han salido del anterior las jóvenes lavanderas.

Todas las lavanderas boyeras guardan una gran fidelidad al lugar donde han anidado el año anterior, regresando a él si sobreviven No está claro que lo hagan los jóvenes exactamente al mismo lugar, pero si a una zona próxima

La Lavandera boyera es netamente migradora, invernando en Africa. Las diversas subespecies europeas pasan por nuestro país casi conjuntamente y siguiendo sensiblemente las mismas rutas, lo que dificulta el poder determinar la llegada exacta de las parejas que van a establecerse. Motacilla f. iberiae comienza a aparecer en campos costeros y zonas húmedas a partir de la mitad de marzo, pero numerosos pájaros ya se ven en apropiadas zonas del Sur, aunque no establecidos. El gran contingente de los que van a quedar para anidar aquí llega la última semana de marzo y sobre todo los 15 primeros días de abril. Los machos llegan antes que las hembras. En marzo es difícil ver alguna de estas. Entre la arribada de unos y otras suele mediar de una semana a 10 días.

En la zona Cantábrica el paso es muy acusado por la costa, pero no hay vuelo visible. Solamente se nota en la gran abundancia de lavanderas que se distribuyen por aquí y allí en los mismos lugares en los que una o varias parejas van a criar. De forma ocasional se ven costear pequeños bandos hacia el Este. En Guipúzcoa el paso es muy notorio, sobre todo en abril, probablemente de pájaros que crían en el sudoeste francés, aunque al vuelo en las primeras horas de la mañana es difícil diferenciar las subespecies. La emigración hacia Africa es realmente tardía. Parece iniciarse en septiembre, muy claramente hacia la mitad del mes, pero concentraciones de iberiae y otras subespecies se ven por todas partes hasta comenzado octubre. Resulta difícil por lo tanto determinar la fecha segura en que marchan nuestras lavanderas. Lo que parece indudable es que los pájaros nacidos en el año lo hacen antes y en las concentraciones de septiembre dominan los adultos. Por el aniIlamiento sabemos que Motacilla flava iberiae inverna en una zona no muy extensa del occidente de Africa que comprende sobre todo Senegal, Malí y Gambia. También en el norte de Nigeria se realizan capturas de nuestra subespecie. Bernis (1971) estima que iberiae inverna desde el Senegal hasta Tchad inclusive. Las subespecies flava y flavissima son las que se ven más a menudo en paso por la Península Ibérica. Ambas entran sobre todo por el extremo de los Pirineos occidentales, sobrevolando el País Vasco y parecen seguir la zona Cantábrica hacia el Oeste, descendiendo por Portugal, donde las recuperaciones de flavissima con anillas inglesas son muy numerosas en otoño. En migración primaveral parece viajar más directamente desde el Sur y en Guipúzcoa se ve abundante a finales de marzo y en abril. Bernis estudiando las numerosas recuperaciones considera que la migración primaveral de flavissima transcurre más al Este que en otoño. Motacilla f. flava es realmente la más abundante en migración. Sorprende en marzo y abril ver cuantas de estas lavanderas atraviesan el País Vasco. La mayoría vuelan mezcladas entre la enorme cantidad de hembras de pinzones Fringilla coelebs que pasan por aquella región a partir del 15-20 de marzo. Si coinciden días de fuerte viento del Sur los pájaros vuelan bajos y el espectáculo impresiona. En el otoño el paso es muy grande y flava se ve por todas partes. Quizá más abundante por la mitad oriental de Iberia. Motacilla f. cinereocapilla es escasa en los pasos. Solamente se observa por el levante español en primavera y algún ornitólogo aventura la posibilidad de que se reproduzca en Cataluña (Wallace, 1969). Motacilla f. thumbergi pasa en buen número en los últimos días de marzo y también se ve escasa en abril por el País Vasco. En el otoño hay observaciones en compañía de flava por toda la cuenca del río Ebro y en otros muchos lugares. Incluso se ven aves de esta raza todavía en noviembre.

Al escribir sobre la presencia en Iberia de lavanderas boyeras en el invierno, Bernis (1971) expresa sus dudas sobre la captura de varias anilladas en diciembre y enero y que no son pocas precisamente: 3 en diciembre y 6 en enero. La mayoría podrían ser confusiones del anillador con Motacilla cinerea. Sin embargo, se debe admitir la presencia de por lo menos algunas en esos meses porque el día 29 de Enero de 1975 se puido observar detenidamente un macho de Motacilla flava iberiae en la Eria del río Piles en Gijón. La zona es biotopo adecuado para la reproducción de esta especie y en ella crían siempre no menos de 20-25 parejas. El pájaro permaneció allí varios días y se pudo contemplar detenidamente. (Ultima observación el 3 de febrero) Su plumaje nupcial aún no estaba completo. Existe tanto material de estudio sobre esta especie que solamente comentarlo haría interminable este ensayo.

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