Tradiciones

Antonio Reig ‘Cabeza’ es un afamado cazador alicantino gracias a sus logros a nivel competición tanto en la cancha como en la caza menor. Hemos querido conocer de primera mano sus maravillosas sensaciones al cazar con un arma clásica ya, por desgracia, más en deshuso, sustituidas por las modernas semiautomáticas.


Antonio Reig dice:

Paralela, yuxtapuesta, la de los Ojos negros, la mocha, la del abuelo y muchísimos nombres cariñosos que he oído a lo largo de estos años.

Desde que tengo uso de razón soy cazador y me encantaría transmitir esta afición a mis dos tesoros Pablo y Carlos, debido a la cantidad de experiencias positivas que me ha aportado la caza.


La escopeta paralela y el encanto de la caza de antaño.

Comencé a cazar como la mayoría de chicos, de morralero. Pero pronto empecé a disparar con pequeños calibres: una .410 0 conocida como 12 mm. de un solo disparo; una 14 mm. con llaves exteriores y una paralela del calibre 20 marca Jabe de Eibar que era una chulada porque era expulsora, con la cual cacé mi primera perdiz.

A mediados de los 90 conocí a un señor que me hablaba de caza, de armas, municiones, perros, cotos… Podíamos estar horas y horas hablando de caza. Había una cosa en la que coincidíamos los dos, y era en los gustos respecto a canes y escopetas. Ya que coincidíamos tanto con el dios del viento y con la de los ojos negros. Y eso que yo, por mi temprana edad, estaba a otra cosa, sólo soñaba en cazar cuanto más mejor. En cuanto al perro, no era el más morralero, digamos, y, en cuanto a la escopeta, no era la que más ayudaba.

Tal vez el embrujo hacia estas armas ya me había calado.

Poco a poco me fui curtiendo de experiencias y me daba cuenta de las sensaciones de las que me hablaba el tío Pepe cuando decía que abatir una perdiz con su pointer Sol y con su Arrieta Montaña era la satisfacción completa.

Pero, ¿cómo hacer entender a un zagal que soñaba en disparar tiros y tiros y llenar el morral cuanto más mejor?

Como el pointer ya lo tenía, pronto adquirí una paralela, pero en este caso con un gatillo, una de estas que llevaban los que disparaban a pichón a caja. La verdad que quería mezclar tradición con la tecnología y continuaba sin entender ese señorío y finura de una yuxtapuesta para de caza. Con esta me apañaba bastante bien y, aunque no era lo suyo, disparaba a las distintas modalidades de tiro que practicaba por aquel entonces sin tener que pasar por el dentista.


Antonio compitiendo con su paralela.

Todo lo que me acompañaba en el retroceso para el tiro, me lastraba para ir detrás de las patirrojas, pero poco a poco fui entendiendo que cada cosa necesita su herramienta.

En el transcurso de mi vida cinegética, ha pasado por mis manos un gran número de escopetas. A muchas de ellas les guardo experiencias inolvidables, pero hay una que es la que me hizo comprender la magia de la que me hablaba el tío Pepe y a la que se refirió mi armero de confianza al decirme que era parte de mi anatomía.

Con esta gané competiciones de caza, pero sobre todo me enseñé a disfrutar de este apasionante mundo que es la caza. Esta arma actualmente la tiene y la disfruta un buen amigo, que es Paco Ribes y espero que llegue a sentir esa magia que me aportó a mí.

Si tenéis oportunidad de adquirir y personalizar una de estas paralelas y entrar en el argot, quedaréis embrujados del cromo-níquel, del escape de gases, del príncipe de Gales, de las orejeras, de la platina desmontable, de las Sarrasquetas, de las Arrizabalagas, Ayas, Ugartecheas…

Invito a todos los cazadores a iniciarse con este tipo de armas. Veréis que tal vez no cazáis más, pero el cazar con ellas os resultará más ético, más deportivo y os ayudará a mantener esas tradiciones que tanto nos unen. Si entráis en el mundillo de ellas, os daréis cuenta que hemos tenido una de las mayores industrias tradicionales y que por culpa de modas que ahora no resultan nada éticas, ni sostenibles… Las hemos dejado perder.

Saludos y Viva la Caza

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