Gestores y cazadores: control de depredadores
A continuación, tratamos un tema siempre interesante por el gran peso que adquiere en el correcto equilibrio de un sistema natural y en el impacto de las poblaciones de especies de caza menor: la predación y el control de depredadores.
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La depredación tiene mayor impacto sobre poblaciones de presas mermadas, por enfermedades, por ejemplo.
Podemos definir la depredación como la acción llevada a cabo cuando unos individuos consumen todo o parte de otros individuos que, inicialmente, estaban vivos. Se trata de un proceso natural con múltiples efectos, necesario en todos los sistemas naturales. Entre ellos destacan:
- La reducción de la competencia entre las presas.
- Efecto sanitario poblaciones presas (zonas con altas densidades).
- Efecto sobre el comportamiento de las presas (al estar en alerta, tienen un comportamiento más esquivo).
- Regulación de otros depredadores. Por ejemplo, el lince ibérico controla las poblaciones de pequeños carnívoros.

La depredación es un factor más y puede interactuar con otros, en lo que respecta a las poblaciones especies cinegéticas, como son: hábitat, clima, competencia entre especies, enfermedades, parásitos, sobre-caza y alimentos disponibles.
La existencia de una comunidad de depredadores bien estructurada es un indicador de alta biodiversidad y buena conservación del ecosistema. Esta estructura se completa cuando los depredadores son, a su vez, depredados por especies súper-depredadoras.

Impacto actual de la depredación en las poblaciones de caza menor
La depredación tiene mayor impacto sobre poblaciones de presas mermadas (por enfermedades, por ejemplo), cuando las poblaciones de depredadores generalistas alcanzan alta densidad, tienen acceso a fuentes de alimento alternativas, en hábitats degradados y con poca competencia. Es decir, la situación actual más común en los terrenos cinegéticos.
Las poblaciones de las especies de caza menor en España no pasan por su mejor momento, esto es debido a todos los factores que anteriormente se han mencionado, junto a las actuaciones que el ser humano está llevando a cabo y cada día están más generalizadas, como son las numerosas sueltas y repoblaciones de baja calidad genética contraproducente para una mejora de las poblaciones silvestres. Por tanto, desde mi punto de vista, el ser humano acarrea gran culpabilidad de las altas densidades que puedan alcanzar los depredadores generalistas.

Hoy en día, son las comunidades autónomas (CCAA) las que tienen competencia en materia de utilización de trampas de retención para la captura en vivo de especies cinegéticas predadoras (zorros, urracas, cornejas y perros y gatos asilvestrados). Solamente Castilla-La Mancha, Andalucía y Extremadura tienen leyes propias (Orden). En otras, como Madrid o La Rioja, se autorizan a quienes hayan sido acreditados como especialistas en manejo de trampas por otras CCAA.
El control de predadores es una herramienta legal más a la hora de la gestión cinegética. Aunque requiere un esfuerzo continuado e intensivo en una superficie extensa. Esto conlleva un coste económico importante a los cazadores.


No siempre el problema está causado por las densidades de zorros, urracas y cornejas, que usualmente se controlan, sino por otras especies como el jabalí y los perros y gatos asilvestrados.

Resulta necesario crear hábitats refugios para las especies presa con cobertura vegetal, recuperación de linderos…
La gestión idónea de las poblaciones de depredadores generalistas
Existen medidas de gestión complementarias y alternativas al control de depredadores. Recomienda gestionar el balance de pérdidas a través del control de la depredación, más que de los depredadores, valorando otras herramientas y técnicas de gestión de las poblaciones y de los hábitats:
- Crear hábitats refugios para las especies presa: cobertura vegetal, recuperación de linderos, reducción de la fragmentación y alternancia de cultivos, entre otros, que permitan una defensa pasiva frente a los depredadores.
- Alimentación suplementaria para las presas: mejora la condición física, reducción de parásitos, enfermedades menor riesgo de depredación, etc.
- Evitar y controlar la proliferación de fuentes alternativas de alimento para los depredadores generalistas: limitar acceso a basureros, vertederos, muladares, granjas, zonas residenciales, etc.
- Control de los depredadores generalistas por grandes depredadores: lince ibérico vs. pequeños carnívoros.
- Evitar las repoblaciones sin una planificación técnica suficiente que garantice los objetivos de la misma, asegurando el origen de los ejemplares, las garantías sanitarias, la adecuación del hábitat, las condiciones de adaptación, la ausencia de actividad cinegética, etc.
- Evitar las liberaciones de ejemplares durante la temporada cinegética.

La existencia de una comunidad de depredadores bien estructurada es un indicador de alta biodiversidad y buena conservación del ecosistema.
Centrémonos en ser gestores y cazadores y cambiemos la mentalidad de alimañeros de nuestros antepasados.