Formas de cazar el corzo

Soy consciente de que no debo internarme en el peligroso juego de intentar enseñar nada a nuestros lectores sobre como acometer la caza de nuestros corzos, según la modalidad de la que se trate. Posiblemente no sea la persona más adecuada para enseñar a nadie en este aspecto, ya que los hay mucho más cualificados que yo y tampoco se trata de afrontar ese trabajo en la reducida dimensión que permite un artículo de esta índole.


Sin embargo, me propongo hacerles pensar un poco sobre si las modalidades de caza que hayan escogido para sus cotos, son las que más les convienen. Los cotos tienen extensiones, orografías, cupos de caza, socios participantes, jornadas posibles, inclemencias que afectan a las mismas, etc. muy variables y en función de cómo sea cada uno de ellos en estos aspectos, nos harán diseñar un plan de caza en el que se emplearán unas modalidades u otras en función de lo que nos impongan estas condiciones. No es lo mismo tratar de hacer el cupo de corzos en un monte muy cerrado que carece de extensiones abiertas, que hacerlo en un coto en el que se alternen las superficies forestales con las rasas de pastizales, praderías y cultivos. En el primer caso no habrá más remedio que recurrir a los ganchos o batidas, y en el segundo serán posibles los recechos o las esperas. Tampoco será lo mismo disponer de 5.000 has. de terreno para un par de socios, que tener que dar cabida a los 15 socios pertenecientes a la sociedad de cazadores local. Por ello, el número de jornadas hábiles es importante, por si hay que concentrar muchos cazadores en pocas de ellas, tanto como el número de jornadas/cazador que haya que disponer, y el número máximo de cazadores autorizados por jornada y modalidad, si es que hubiera alguna restricción. Con toda esta información en la mano habrá que proceder a planificar la caza por modalidades, teniendo en cuenta sus características más notorias.

El rececho

Algunos autores ofrecen distinción entre los distintos tipos de rececho que se dan a lo largo de las diferentes estaciones o épocas del año, pero a los efectos de lo que tratamos hoy esto no tiene ninguna relevancia. El rececho es mejor llevarlo a cabo habiendo estudiado antes los posibles individuos que nos interese abatir, de manera que nos encaminemos hacia los lugares donde están establecidos y no vaguemos por el campo sin un objetivo claro. Aún así esto no es una exigencia imperiosa, porque la experiencia nos puede dictar más o menos donde debemos encaminar nuestros pasos, sin haberlo confirmado antes. Por ello, la preparación que nos puede solicitar esta modalidad de caza es media. Hago mención a este aspecto porque en definitiva el preparar los recechos debidamente requiere tiempo y medios para ello, por lo que ya tenemos un condicionante más sobre la mesa: los medios que podamos asignar a organizar cada modalidad de caza, ya que pueden faltar guardas, guías de rececho, etc. Es una caza solitaria o cuando menos se desarrollará en un grupo máximo de dos o tres personas, siendo tan sólo uno el cazador y el resto acompañantes, guías o simplemente amigos. Por ello, y dada la libertad con la que el cazador pretende evolucionar por el terreno de caza, es una modalidad apta para terrenos donde el número de cazadores sea reducido, o al menos lo sea la posibilidad de que coincidan en los mismos pagos. Tampoco es una forma de obtener abundantes cupos de caza por cazador y día, por lo que se debe plantear cuando existe número suficiente de jornadas/cazador disponibles, y el cupo no sea perentorio alcanzarlo. La dificultad de disparo es variable por lo que la habilidad necesaria del recechista en la puntería es variable también, dándose situaciones en las que la habilidad necesaria es máxima, siendo en otras alcanzable por cualquiera con manejo mínimo del arma. Por último, indicar que es una forma de caza que ocupa a sus practicantes tan sólo a primera y última hora del día, quedando el resto a disposición de otras actividades o incluso, formas de caza sobre la misma especie.

La espera, el aguardo o el acecho

La preparación previa que precisa esta forma de caza es superior, porque consiste en esperar a que un animal previamente elegido acuda a un lugar querencioso comprobado anteriormente, aprovechando la metódica regularidad de sus costumbres y querencias. No se trata de vagar por el coto atravesando distintos lugares, intentando la suerte en varios de ellos sucesivamente con la esperanza de que algún animal coincida en el lugar y en el tiempo con nosotros, siendo en caso negativo posible trasladarse a otro lugar, sino que se trata de apostarse en un determinado lugar y jugarse todo a esa carta, sin posibilidad de enmienda. Se suele utilizar cuando habiendo localizado un animal éste se encuentra habitando unos parajes donde la entrada para su caza es imposible, por lo que ofrece una solución a este caso. También es útil cuando nos hallamos en un coto en el que el terreno predominante es monte y en él no existen suficientes claros, o éstos no son de una extensión que nos permita progresar por ellos andando sin encontrarnos a muy poca distancia de los posibles ejemplares a recechar, o vamos dando la cara continuamente. También son útiles en ciertas épocas del año durante las cuales todos nuestros movimientos producen un exceso de ruido incompatible con la acción de cazar, fundamentalmente por encontrarse la vegetación agostada. Otra de las posibles utilidades se presenta cuando tenemos un coto en el que dar cabida a las acciones de caza de un grupo alto de cazadores con respecto a la extensión del terreno, puede presentar el problema de la coincidencia en sus respectivas andanzas durante la misma jornada. En éstas circunstancias sería imposible evitar el que unos y otros se estorbaran mutuamente e incluso que alguno estuviera cazando lo ya cazado previamente por un compañero. Disponiendo varios puestos de espera, podremos dar cabida a todos y dada la inmovilidad de está técnica, ninguno estorbará las acciones de los otros. No hay que olvidar que siendo ésta una forma de caza estática, permite que personas con las condiciones físicas mermadas o afectadas, puedan acceder a la caza del corzo sin sufrir penalidades innecesarias u obstáculos infranqueables para sus aptitudes. En cuanto a la dificultad del disparo generalmente es poca, porque el punto del aguardo se define de manera que ofrezca buena visibilidad sobre el hipotético blanco, todo ello a una distancia razonable o escasa, además de que se pueden establecer fácilmente apoyos naturales u artificiales para asegurar el arma durante el disparo. El gran problema que presenta esta caza es que cuesta mucho encontrar personas que realmente estén dispuestas a permanecer durante dos o más horas sentados en un lugar sin moverse en absoluto. Conozco a muchos y buenos corceros que acuden al aguardo de buen ánimo, pero a la media hora les es imposible mantenerse quietos por más tiempo y acaban abandonando el puesto justo cuando menos deberían hacerlo. Por último, decir que es una caza típicamente de tarde, por lo que ofrece la posibilidad de disfrutar de una caída del día sosegada, si por la mañana hemos bregado en exceso recechando.

Batida

Modalidad de caza muy típicamente arraigada en nuestro norte peninsular. Exige de poca preparación previa, dado que no hay que localizar los ejemplares a cazar dado que se supone que existen por toda el área a batir. Es una modalidad de alto componente social e incluso cooperativo, que permite poder generar muchas jornadas/cazador en un solo día, por lo que es ideal para sociedades de cazadores en donde no haya otra manera posible de ofrecerlas. No obstante ser una modalidad de caza con una eficacia discreta si comparamos fríamente el número de cazadores participantes con el número de animales abatidos, es muy útil para terminar de rematar los cupos de caza que a la finalización de la temporada no se hayan cubierto con otras modalidades o estilos. En terrenos de monte espeso es la única forma viable de cazar los corzos, ya que son desalojados de sus refugios y abatidos al abandonarlos. Sin embargo, las extensiones a batir cada vez no han de ser muy amplias, dada la conocida costumbre del corzo de volverse sobre sus pasos cuando su territorio habitual le empieza a quedar apartado. Trozos de 100 o 150 has. son más que suficientes. Sí es necesaria la colaboración de buenos prácticos del terreno que conociendo bien las querencias de los animales en sus huidas dispongan los puestos, que en cualquier caso nunca van a ser muy numerosos, por lo que hay que procurar que sean lo más eficaces posibles. El tiro es posiblemente el tiro más dificultoso que este animal puede presentar, al ser un animal muy rápido, muy ágil y presentar un blanco efectivo muy escaso. De ahí su antiguo apodo de tragabalas.
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