Becadas
Todo lo que rodea el mundo de la becada suscita misterio y atracción a ese selecto grupo de cazadores denominados sorderos o becaderos. Y es normal porque desde que arranca en su lugar de nacimiento hasta que se ubicase en nuestros montes, todo es desconocido.
La Naturaleza, fiel aliada de los animales, les ha dotado de las condiciones necesarias para que puedan desarrollarse y vivir en su medio, eso sí, sin hacer el mínimo ruido y pasar lo mas desapercibido posible. No debe pues extrañarnos que el perro perciba olores que nosotros ni los apreciamos, que el murciélago se oriente en la oscuridad sin vacilaciones, ni que muchos animales oigan y vean sonidos y radiaciones fuera de nuestro alcance perceptivo. Quizá si analizamos los fenómenos de la Naturaleza podremos introducirnos en el instinto misterioso de la becada. ¿Cómo se orientan en sus dos largos viajes? ¿Cómo prevee los cambios naturales? ¿Por qué viaja de noche a veces sola y otras acompañada? Conviene tener en cuenta que en muchas cosas los sentidos de los animales poseen formas diferentes a los de los hombres. Alcanzan a ver radiaciones infrarrojas y ultravioletas, poseen sensibilidad para algunas vibraciones caloríficas, huelen emanaciones que el olfato humano ni llega a percibir. Es decir, funcionan por el instinto, no tienen inteligencia, de ahí que no puedan evolucionar hacia el progreso. No son perfectos, ni pueden serlo nunca. Son puramente sensitivos, perciben lo que sienten, recuerdan lo que antes han sentido, pero no pasan de ahí. De todas formas, la becada puede ser considerada por su comportamiento como un animal excepcional en el que concurren aptitudes extraordinarias. Emigran en otoño hacia el sur, porque su sensibilidad les permite representar en su conciencia que desplazarse hacia el norte les hará la vida imposible. Emigran hacia el sur porque su finísima sensibilidad de los sentidos les permite captar leves cambios de la presión atmosférica. Así su imaginación les representa las zonas mas favorables para pasar la invernada. Sabe evitar las grandes cadenas montañosas como los Cárpatos y los Alpes, tanto a la ida como a la vuelta, utilizando para ello la memoria. Entiende que a continuación de las depresiones atmosféricas se producen las lluvias y que las altas presiones acompañan al buen tiempo. De ahí que emigren en función de ellas para que el terreno donde vayan a arribar este húmedo. Su hábitat preferido debe soportar un promedio anual de lluvias entre uno y dos litros por metro cuadrado/día, con una temperatura media de 5º aproximadamente. Unos datos importantes para terminar: se estima entre 10 y 15 millones de ejemplares en Europa después de la época de reproducción y las capturas en 3 millones. En España se abaten 109.000 ejemplares y es Castilla y León con 29.000 ejemplares la que aporta más capturas seguida de Aragón, Asturias, Navarra y Baleares. En Euskadi rondan los 9.000 ejemplares. Cupos éstos que me ha aportado José Luis Garrido y pueden ser más numerosos conociendo a los becaderos, poco dados a aportar información.