Cafres

Leyendo el título del artículo, la primera percepción que se le puede venir a la cabeza, querido lector, es la imagen de ese enorme búfalo de larga cornamenta y sólido ‘boss’ que es el desvelo, a la vez que temor, de muchos cazadores.


Y es que el nombre científico de este imponente bóvido (Syncerus caffer caffer) está muy acorde a su malograda reputación, la cual se ha logrado en algunos casos por los desafortunados, violentos y trágicos incidentes que ha provocado, y en otros muchos, por las entelequias de cazadores y exploradores que han magnificado hasta la enésima potencia las vivencias con dichos animales. No obstante, los cafres a los que me refiero no son precisamente a estos cuadrúpedos, sino a animales bípedos. El terrible caso que voy a tratar es el asalto indiscriminado a la Reserva de Vida Silvestre de Okapis en la República Democrática del Congo. Según informaron los funcionarios dependientes del servicio forestal del Congo, un grupo de asaltantes fuertemente armados irrumpió a finales del pasado mes de agosto en esta reserva de okapis, dejando un funesto resultado de siete victimas mortales, además del aniquilamiento de trece okapis que eran objeto de estudio. El grupo de desalmados estaba encabezado por un pérfido cazador furtivo de elefantes conocido con el nombre de Morgan, el cual ha sido detenido en varias ocasiones por sus reiterados delitos contra la fauna silvestre de la zona de Epulu, al noreste del Congo. De acuerdo con las autoridades congoleñas, este atroz hecho pudo producirse en represalia a las últimas actuaciones que los scout de la ICCN (Institut Congolais pour la Conservation de la Nature) llevaron a cabo contra el furtivismo y la minería ilegal que está presente dentro de esta zona de la Selva de Ituri, y en la que Morgan fue uno de los detenidos, pero libreado a los pocos días. La Reserva de fauna y el Parque Nacional de okapis fueron creados por orden del ex presidente congoleño Mubutu en la última década del pasado siglo. Se extiende por la selva de la provincia de Ituri de la República Democrática del Congo, cerca de las fronteras con Sudán y Uganda. Tiene alrededor de 14.000 km2 de superficie y cubre aproximadamente una quinta parte de esta selvática área. La reserva fue declarada Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO en 1996 e incluida en la Lista del Patrimonio de la Humanidad en peligro en 1997. Todas estas medidas de protección tienen como finalidad el estudio y la conservación de uno de los animales más enigmáticos, por su rareza y timidez, que existen en el mundo. De hecho, no fue catalogado hasta 1900 gracias a las averiguaciones y estudios del teniente sueco Erickson y del gobernador de Uganda por aquel entonces, Sir Harry Johnston, de quien recibe su nombre científico (Okapia johnstoni). Según los expertos, en la actualidad su población varía entre 5.000 y 10.000 ejemplares, con una preocupante regresión dado el sistemático furtivismo propagado por la zona. Y es que parece que estos cafres sanguinarios ya no sólo se conforman con exterminar especies protegidas para venderlas como alimento o traficar con sus apéndices, sino que ahora se dedican a sembrar el terror con asesinatos y saqueos, lanzando un órdago a las autoridades de protección nacionales e internacionales. Esperemos que, más pronto que tarde, Morgan y sus secuaces den con los huesos en la cárcel y no sean liberados en un buen periodo de tiempo.
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