No cabe duda que esta primera reflexión ya conlleva un error de base y que sin duda es el planteado por la totalidad de la clase política, pensar que la caza no deja de ser una actividad de ocio, cuyas decisiones políticas para su modelo de gestión, no influyen en la decisión de voto de los ciudadanos.
Es evidente que para una familia con varios miembros en paro las decisiones políticas en caza se las trae al pairo, o que a un catalán que pueda sentir vulnerados sus derechos como ciudadano español, o incluso a un catalán independentista que rechaza la identidad del Estado, las restricciones en caza no dejan de ser un daño colateral menor. Por no hablar de las políticas de inmigración para extranjeros, o las de igualdad para sectores desfavorecidos, o las de educación para padres de familia, cuyo peso en la decisión final seguramente se encuentre en un primer plano antes que nuestra cinegética.
Pero lo que los políticos no saben es que, los cazadores, además de gente de campo, somos padres de familia, mujeres, inmigrantes, catalanes y personas en paro. Y que la caza, aún en condiciones difíciles de convivencia, influye de una forma muy importante en nuestra toma de decisiones de todo tipo, incluyendo las votaciones políticas. Porque la caza no es una actividad de ocio, para la mayoría de nosotros es una forma de vivir y entender la vida que, sin ella, aun viviendo en una teórica sociedad perfecta, seríamos unos seres realmente infelices.
Quizás es el momento de desgranar qué han hecho por la caza o qué proponen cada uno de los principales partidos ante la cercanía de las próximas elecciones. Huelga decir que no es mi intención en este post influir sobre la intención de voto de nadie. Estoy seguro que, al contrario, crearé más incertidumbre de la que ya de base podríamos tener.
Comenzaremos por el partido que ha estado en el gobierno, el Partido Popular, recordemos que con mayoría absoluta, detalle que es muy importante porque el panorama que se vislumbra deja entrever la imposibilidad de que esta posibilidad se repita a corto y medio plazo. Por ello puedo resumir estos cuatro años como
«una gran oportunidad perdida» con un gobierno que, sobre el papel, siempre ha declarado su apoyo a la caza, pero con unos grandísimos complejos de decirlo en voz alta sin herir los sentimientos de otros potenciales votantes que, sobre el papel, nunca pensarán en azul. Oportunidad perdida de sentar las bases para un futuro y coordinar políticas cinegéticas a nivel nacional que pudieran desmembrar parte del caos legislativo consecuencia de las transferencias a las CCAA.
La licencia interautonómica, como uno de los grandes logros de estos cuatro años, finalmente se ha quedado en un proyecto a medias cuya equivocación en la estrategia inicial, marcará la imposibilidad de acuerdo futuro para todas las regiones en España. La Ley de Montes, sin duda el gran proyecto en el que los cazadores teníamos muchas esperanzas, nuevamente truncado por las presiones de organizaciones agrarias y los grupos ecologistas. Los primeros borradores albergaban un gran avance en la responsabilidad por daños, un desarrollo extenso de la Estrategia Nacional Cinegética propuesta por la ONC, y todo, al final, promesas futuras pero ningún hecho palpable.
Por no hablar de las políticas medioambientales donde, nuevamente, las presiones de los grupos ecologistas han hecho que dos de los grandes proyectos, un cambio en la Ley de Patrimonio Natural y la Biodiversidad que modificara alguno de los disparates de Narbona, o el proyecto de Bancos de Naturaleza como forma de compensar con créditos ambientales a los que conservan el medio natural, se fueran a un cajón ante la cercanía de las elecciones y el servilismo de la Dirección General competente a los grupos ecologistas. Por no hablar de la grandísima oportunidad con la Reforma de la PAC de incluir medidas en el segundo pilar que pudieran favorecer el desarrollo de especies cinegéticas como medidas agroambientales.
En cuanto al Partido Socialista, mi opinión no es que sea un partido que no ha apoyado a la actividad cinegética, al contrario, en muchas de las regiones donde gobierna la gestión y el apoyo es correcto. El miedo ante las próximas elecciones vendría de la mano de sus potenciales socios, Podemos, cuyo canon de colaboración no tengo ninguna duda que contemplaría la aplicación del programa medioambiental de Podemos, que por lo que hemos podido ver ha sido redactado en su integridad por Ecologistas en Acción, la asociación más radical que hay en España. Además, la caza no ocupa una sola línea de todo el programa electoral del PSOE, como si pensaran que los cazadores siguen ligados a clichés de elitismo más propios de la derecha. Ilusos…
Sorprendentemente, el único grupo que propone medidas muy específicas para la actividad cinegética ha sido Ciudadanos, con medidas concretas, aunque equivocadas, sin duda fatalmente asesorados, pero sin propuestas claras de desarrollo y potenciación de un sector que genera el mismo PIB en el panorama nacional de otros sectores que ocupan varias páginas de su programa electoral.
Y de Podemos mejor pasemos de lado. Del
«los cazadores son asesinos en potencia» del ínclito Monedero, a la propuesta de medidas preventivas para evitar los daños por especies salvajes y no paliativas. No lo duden, ya lo he escuchado en varios foros, están pensando en evitar la reproducción de la fauna silvestre cinegética mediante métodos químicos, unido a la reintroducción del lobo en todas las regiones para que a medio plazo el cazador se diluya en su valor como gestor del medio. No han tenido el valor de ser claros.
Casi todos se quedan, en programa o de palabra, en un
«Apoyaremos la caza como actividad compatible con la preservación del medio ambiente y el desarrollo rural», es algo así como
«crearemos empleo para fomentar el bienestar de la sociedad». Ya, pero lo que necesito que Vds. me trasladen antes del día 20 es cómo coño lo quieren hacer, para eso voto.