Que le pregunten a Caracortada

Le pusieron Caracortada, pero más que el rostro lo que tenía cortado era el punto y fue desechado por falta de libido. El lince no era tan felino como se le suponía —o quizá es que fuera demasiado pudoroso— y el caso es que tuvieron que buscar a otros de su especie dispuestos a cumplir la impúdica encomienda de aparearse en cautividad, en público vamos. Y lo consiguieron.


Garfio y Saliega dieron al mundo los tres primeros linces nacidos en cautividad —Brezina (i), Brezo (c) y Brisa (d)— y se conviertieron en algo así como el Adán y la Eva del lynx pardinus en el paraíso de Doñana. Ahora, Saliega —que tiene una biografía en la edición inglesa de Wikipedia— acaba de dar a luz a dos nuevos cachorros. Y el parto fue visto en directo por televisión. Excelente noticia. El feliz alumbramiento se antoja un motivo suficiente para confiar en la recuperación del lince ibérico gracias al programa de cría en cautividad que desarrollan el Ministerio de Medio Ambiente y la Junta de Andalucía. Pero, ¿y después? El objetivo final del programa debe ser la introducción de los nuevos ejemplares en el medio natural y para ello son necesarias ciertas garantías de supervivencia que, vista la crítica situación en la que se halla la especie, parece ser que hoy por hoy no se dan. Por ello, además de habilitar un corredor natural de tránsito entre Sierra Morena y Doñana, es necesario apostar decididamente por la recuperación del conejo de monte, elemento básico de la dieta del lince ibérico. Y habría que trabajar también, por supuesto, para desterrar las arcaicas mentalidades de esos cazadores que consideran al predador su principal contrincante y de esos políticos-ecologistas que ven en el cazador un potencial destructor del medio natural. Sería deseable un encuentro entre la administración medioambiental y los cazadores. Abandonar recelos, visiones sesgadas y desconfianzas mutuas y echarse al monte a trabajar juntos y en serio por el lince y el conejo. Al fin y al cabo, más difícil era que dos linces se unieran en cautividad. Si no, que le pregunten a Caracortada.

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