«Si no es por mi mastín, Morito, hoy no lo cuento, el jabalí me hubiera matado»

Hemos hablado con Pedro Santos, el pastor y alcalde de Piñuel al que un jabalí atacó de manera terrible el pasado lunes. Nos ha contado todo lo que sucedió y ha confesado que está vivo de milagro y gracias a que su mastín le defendió cuando estaba siendo embestido.


 Ataque jabalí
Ataque jabalí

Es la primera vez que me encuentro cara a cara con un animal así

—Pedro, en primer lugar, ¿Cómo te encuentras?

Me encuentro, dentro de lo que cabe, vivo. Lo que me queda de todo esto es que lo puedo contar.

—Pedro, ¿qué edad tienes?

Tengo 59 años.

—¿Es la primera vez que te encuentras cara a cara con un animal como el que te atacó el lunes?

Sí, es la primera vez que me pasa algo así. Llevo cazando desde los 16 y nunca me había pasado algo semejante.

—Cuéntame cómo pasó todo. ¿Es verdad que el jabalí estaba dentro del cercado de las ovejas?

No, no fue así. Eso son habladurías de la gente. Lo que sucedió realmente es que yo iba camino a guardar a las ovejas. El jabalí iba delante del ganado. Antes de encerrarlas, los perros comenzaron a ladrar de manera escandalosa. Yo no vi nada, simplemente acudí a ver lo que sucedía. En la zona hay zorros, corzos… y solo quería llamar a los perros para que no se fueran lejos.

Solo vi a los perros marchar hacia abajo ladrando. No sé si el jabalí estaba herido, como se ha dicho por ahí. Es algo que es imposible saber ahora. Como tenía el coche cerca, decidí ir detrás de ellos. Me acerqué y lo dejé cerca, pero ya no escuchaba los ladridos. Iba de vuelta al coche, pensando que los perros habían vuelto junto al rebaño, cuando comenzaron a ladrar de nuevo.

—¿Pensaste que se trataba de un jabalí?

Al principio no. Como te digo, por aquí hay otros animales silvestres. Pero cuando iba acercándome, sí que temí que se tratase de un jabalí y los perros lo hubieran parado.

—¿Qué encontraste cuando acudiste a los perros?

Me acerqué a toda prisa al lugar donde estaban ladrando, pero no conseguía ver nada. Había muchas escobas que lo tapaban todo. De repente lo tenía delante. Me dejó helado. Se paró delante de mí. No lo esperaba, pero lo tenía a un metro y bufando. Entonces me defendí con el palo que suelo llevar para caminar. Pero el jabalí siguió atacando y me embistió.

Si no es por los perros, hoy no puedo contarlo. Recuerdo que estaba en el suelo y el jabalí no dejaba de embestirme. Entonces llegó mi mastín. Solo vi que se le echó encima y peleó con él unos segundos. Entonces el jabalí despareció. Hoy puedo decir que le debo la vida a mi mastín.

—Háblame de esos perros perros que te han salvado la vida.

Pues solo tengo un mastín, el resto son perros pequeños que me ayudan a llevar el ganado. Todos estaban ladrando, pero fue el mastín, al verme tirado en el suelo y con el jabalí encima, el que me defendió y atacó al jabalí, consiguiendo que huyera. Esto fue lo que me permitió levantarme y llegar al coche.

El resto son perros jóvenes, y los pobres hicieron lo que pudieron, pero el poder que tiene el mastín y su valor es lo que me salvó la vida.

—¿Cómo se llama este mastín que te salvó?

Morito. Tiene 3 años.

—¿Se encuentra bien tras la pelea con el jabalí?

Sí, el perro está muy bien. La verdad es que le debo mucho. Me salvó de recibir más embestidas. Sin él, probablemente hoy no estaría vivo. Le tendré que dar buenos dulces por lo que ha hecho por mí.

Pero no solo le debo lo del jabalí, que ya es bastante. Me ha librado más de 3 veces del lobo. Este perro es un gran guardián. Le tiene mucho cariño al ganado, defiende a las ovejas a muerte, y también a mí.

—¿Qué tamaño tendría el jabalí?

Era grande. Pesaría más de 100 kilos.

¿Pudiste verle las defensas?

¡Sí! Tenía buenos colmillos. Cuando le vi fue lo primero en lo que me fijé. Daban miedo.

—Cuando subes al coche, ¿qué haces?

Pues lo primero que hago es llevar las ovejas al cerrado. Como te estoy contando, esto no sucedió en el cercado. Después, tranquilamente marché a casa. En ningún momento me di cuenta de la gravedad de las heridas hasta que llegué a casa. En el coche eché mano a la espalda y noté la sangre, sospeché que alguna herida llevaba.

Al llegar a casa le dije a mi mujer: «vamos a tener que ir al médico». Le conté que me había atacado un jabalí, pero ella se lo tomó a cachondeo… hasta que me quité la ropa y vio las heridas. Primero vio la de la espalda, y corrió a preparar para ir al médico, pero cuando me doy cuenta de que me duele también la pierna, me quito el pantalón y vemos la herida de la pierna, casi le da algo. Mira que no se marea con la sangre, pero ver la carne y los tendones…

Llamamos a nuestra hija y me llevaron al centro médico, pero allí nos dijeron que, ante la gravedad de las heridas, teníamos que ir al hospital de Zamora.

—Una vez en el hospital, ¿qué te dicen los médicos?

Lo primero que me dijeron es que tenía suerte de seguir vivo. La gravedad de las heridas y dónde están podían haberme costado muy caro. Sobre todo, la de la ingle, que por poco no llegó a la femoral. Gracias a que tenía el móvil en el bolsillo, que amortiguó algún navajazo y que, por eso, está destrozado.

—¿Cuántos puntos te tuvieron que practicar para cerrar las heridas?

Más de 50. En la ingle tengo por dentro y por fuera. En la espalda tengo más de 2 centímetros de profundidad en las heridas.

—¿Has vuelto al lugar del ataque?

Sí. Al día siguiente volví al lugar a buscar el gorro, que se quedó en el campo. Vi la sangre que allí había y me acojoné cuando pensé que era toda mía. No suelo asustarme, soy una persona tranquila, y el aquel momento, con la adrenalina, no me di cuenta, pero al día siguiente, en frío, lo que me vieron me decían que me había cambiado la cara, que estaba blanco. Y es por la impresión que me llevé al ver la cantidad de sangre que había en el suelo.

En este punto de la entrevista, Pedro nos insta a llamarle después, puesto que entra al médico a que le realicen una cura. Cuando sale, reanudamos la conversación:

—¿Qué te ha dicho el médico? ¿Todo va bien?

Pues no. La herida de la pierna no va bien. Me acaban de decir que está supurando mucho y que probablemente tenga que volver al hospital de Zamora para que me la vean. Tengo que tomarme la temperatura y si me da fiebre me tienen que llevar rápidamente. De momento, todo está bien y no tengo fiebre, pero tengo que controlarlo por si me sube la temperatura.

Nos quedamos con las palabras de Pedro: «Lo que me resta de todo esto es que puedo contarlo y, tras el susto, estoy vivo».

Le deseamos una pronta recuperación y, como él dice, que le dé dulces a Morito, que se lo ha ganado.

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