Peligro que viene el… ¿zorro?

Años atrás, en la comarca salmantina de la Sierra de Francia, no era difícil oír aquella voz de alerta de ¡peligro, que viene el lobo!, pues este cánido pululaba a sus anchas, como por el resto de España, y fijaba sus objetivos en la cabaña ganadera tan extensa que pacía por la zona.


Mucho han cambiado los tiempos desde entonces, y aunque la presencia del lobo ahora es más testimonial que presencial, otro problema de predación se cierne sobre las explotaciones avícolas y ganaderas de esta bella región española. Entre los vecinos del lugar ha aumentado la preocupación por la reiteración de ataques de zorros que se están sucediendo en pequeñas explotaciones y corrales de gallinas. Y es que en las últimas semanas este tipo de ataques han aumentado, tanto que han saltado a los medios de comunicación regionales. Lo que pasa en la provincia de Salamanca no es más que un reflejo, quizás con unos picos más altos de incidencias, de lo que sucede en el resto de España, pero que para nada tiene repercusión mediática. El descontrol de alimañas y especies predadoras, en este caso del zorro, ha disparado su población hasta niveles nunca antes visto, y no es difícil toparse con uno de estos oportunistas por las inmediaciones de grandes urbes, urbanizaciones o pueblos. La falta de control, su astucia, y la facilidad de adaptarse a la vida en las inmediaciones de los núcleos urbanos, en donde encuentran comida de una forma sencilla y en donde realizan sus fechorías con total impunidad, garantizan la supervivencia de estos individuos y de sus descendientes. Así, los ataques a pequeñas explotaciones se suceden de manera frecuente, sin que sus propietarios pueda tomar medidas al respecto. Desde la delegación territorial de Medio Ambiente de Castilla y León, tras recoger esta circunstancia en los medios, dejan claro que no existe ningún tipo de control de poblaciones de esta especie, por lo que es imposible saber si el número de zorros en la provincia ha aumentado respecto a años anteriores. Añaden que la única medida que se toma para el control cinegético de las zonas naturales es hacer pequeños rastreos con «perros madriguera» para controlar su población y así «dar un respiro» a las especies menores. Con esta anodina respuesta, los responsables de la Administración, en este caso en la provincia de Salamanca, pero que valdría para muchas otras provincias españolas, dejan abandonados a su suerte a cientos de pequeños ganaderos o simples particulares que gustan tener sus gallinas o corderos para sustento propio. Lo que realmente hace falta, y con urgencia, es aprobar y poner en marcha una Ley de control de predadores, como así han hecho algunas Comunidades Autónomas, y atajar la desmedida población de raposos que pueblan el territorio nacional.
Comparte este artículo

Publicidad