Una liebre de 6,75 kilos cazada con un pointer

La liebre europea destaca por alcanzar un tamaño notablemente superior al de la liebre ibérica. Los ejemplares de más de tres kilos son comunes, pero hemos encontrado a un cazador que capturó una de casi siete.


 Liebre gigante
Liebre gigante

 Liebre gigante
 Liebre gigante

Ángel Tuñas es un cazador apasionado de la liebre. Nos cuenta que aprendió todo lo que sabe de esta especie de uno de los mejores y más experimentados cazadores que conoció hace muchos años: «Este maestro de la caza me enseñó a interpretar el viento en la caza de la liebre, dónde buscarlas si el viento era de norte, si había llovido, si había nevado recientemente…».

Hemos querido hablar de liebres de gran tamaño con él. Y lo hacemos después de saber que en su haber tiene muchas de estas liebres de montaña que superan los cinco kilos de peso. Pero le hemos preguntado por la mayor de todas, esa que alcanzó un peso de 6,75 kilos.

Liebres de montaña

El cazadero de Ángel es un bonito enclave de montaña, pero nos comenta que las liebres las cazaba a 1.500 metros de altitud. La liebre monstruosa de la que hablamos fue cazada hace ya 14 años. El cazador recuerda cómo inició a un precioso pointer en este tipo de caza. No era lo habitual, pues hasta entonces los beagles habían sido los perros con los que Ángel salía al monte.

«Este pointer aprendió rápido cómo cazar las liebres de montaña. Incluso le maté varias «a la vuelta». Era un perro muy inteligente», reconoce el cazador. «Dejó de cazar el conejo o la perdiz. En poco tiempo supo que solo nos interesaban las liebres.

»Este pointer las venteaba, las seguía y las corría como un perro de rastro. Le cacé liebres de vuelta tras haberlas corrido hora y media. Aunque parezca increíble, el perro aprendió a volverlas sin dejar de seguir sus rastros. Incluso las latía con esa vocecita aguda que tenía como si fuera un podenco».

La caza de «la gran liebre»

Ángel nos cuenta que la liebre de montaña suele seguir un comportamiento más o menos típico, «muy parecido al corzo», asegura el cazador. «La liebre la levantas y suele volver a su encame, el perro la acosa, la sigue, pero esta intenta volver al lugar donde estaba encamada. Tardará una hora o tardará dos, le dará toda la vuelta a la montaña, pero vuelve al encame».

Los comienzos de este cazador con respecto a la liebre estuvieron ligados a perros de rastro: «Empecé a cazar liebres con una cuadrilla. Cazábamos con sabuesos y beagles, tipo batida. Es algo muy bonito, los perros de rastro con esa música acosando la liebre durante horas. Esto es un espectáculo.

«Cuando la cuadrilla se separó, yo quería continuar con la liebre porque a mí la caza de la perdiz ya no me decía nada. Y eso a pesar de que aquí tenemos perdiz roja y pardilla, pero para mí, la caza de la liebre ya era algo superior. Y, como no podía disponer de una jauría de perros de rastro porque no tenía sitio, y como tenía un pointer que había venido a cazar conmigo a veces con los sabuesos, decidí intentar enseñarle la manera que me gustaba cazar.

»Mi maestro me asesoró con esto y conseguí envenenar al perro para hacer que incluso soñase con las liebres».

Casi 7 kilos de liebre

Preguntamos a Ángel qué es lo que recuerda de aquel lance con la liebre de casi siete kilos. Su respuesta es la que nos daría cualquier cazador que disfruta con los lances que vive: «Lo recuerdo todo. Es algo que no se olvida».

EL cazador nos lo relata: «A esa liebre la había visto hacía un par de semanas. Fue visto y no visto. Arrancó cuando estábamos aún bastante lejos. La vi casi de reojo, a salto de mata, y me acerqué a meter el perro al rastro a ver si daba con ella. Pero la liebre ya le sacaba mucho camino, y no obtuvimos resultados.

El pointer solía seguir el rastro de la liebre levantada por él, aunque le sacasen ventaja en poco tiempo, que es lo que sucedía. Pero coger el rastro de una liebre levantada antes no daba resultado.

Volvimos a aquella zona dos semanas más tarde, un día que había pegado una helada espectacular, porque aquí, en invierno, llegamos a 16 bajo cero. La zona en la que había visto a la gran liebre era de monte bajo y roca, por lo que sabía que tendríamos opciones cuando calentase el sol. Las liebres estarían soleándose en cuanto cayesen los primeros rayos.

Rabo de helicóptero

Efectivamente, el perro no tardó en dar con ella ni cinco minutos. El perro me la marcó en la misma zona donde la había visto dos semanas antes. Sabía que era una liebre porque aquel pointer las mostraba y el rabo daba vueltas como si fueran las hélices de un helicóptero. Esta vez sí pude abatirla en la arrancada. En la báscula alcanzó 7,65 kilos.

La liebre está en un bar de Talavera de la Reina

Ahora esa liebre está disecada en un bar de Talavera de la Reina. Una vez paré allí y, hablando con el propietario, un galguero, no creía que existieran liebres del tamaño que yo solía cazar. Le prometí que la próxima que cazase la iba a congelar y se la enviaría. Y así hice.

Me prometió que la disecaría de cuerpo completo. He perdido el contacto de aquel hombre, pero me gustaría retomarlo para conseguir alguna foto de la liebre ya disecada.

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