A Coruña

Toda la verdad sobre el lobezno atropellado

Damos voz a la persona que realmente ayudó al lobezno atropellado. Su intención es desmentir lo que ha trascendido de manera oficial del caso y exponer la nula ayuda de las autoridades en un rescate que tuvo que llevar a cabo junto a dos de sus amigos.



El pasado jueves se producía un accidente en una carretera muy cercana a la ciudad de A Coruña. Una joven colisionaba con un animal y su coche sufría graves daños. El animal quedó malherido cerca del lugar del impacto. En ese momento comenzaba un periplo de cinco largas horas para los únicos que se interesaron por el estado del cánido, que resultó ser un joven lobo.

¿Protección Civil?

Fuentes oficiales de Protección Civil aseguraban que lo habían llevado a una clínica veterinaria tras el atropello. Pero esta no es toda la verdad. Lo que sucedió el pasado jueves día 11 de noviembre lo saben bien los que salvaron la vida al lobezno. Hablamos con Pablo Suárez, la pareja de Silvia, la joven que tuvo el accidente con el joven lobo.

Lo primero que dice Pablo es que quiere desmentir las informaciones publicadas en base a las informaciones de las autoridades competentes. Casi nada de lo publicado se corresponde con la realidad, que pasa a contarnos.


El lobezno quedó inmóvil en una braña de agua tras el accidente

Un animal se cruza en la carretera

“El jueves 11, mi novia Silvia Llames tuvo un accidente con un animal en Merelle, en la carretera de Coiro-Laracha. En un principio pensó que era un perro. Eran las 7:30 de la mañana y ante los evidentes desperfectos del vehículo, procedemos a dar aviso a la Guardia Civil de Tráfico para que levantara atestado de lo sucedido y para saber si el perro tenía dueño.

Tráfico tardó sobre una hora en llegar al lugar del accidente. Mientras tanto, busqué al animal, el cual recorrió 10 metros hasta quedar atrapado y herido en una braña y con el agua hasta el pescuezo. Teníamos al animal localizado y, como estaba mal herido, de allí no se iba a mover.

Fue entonces cuando llegó Tráfico y comenzó su trabajo. Para mi sorpresa y aún más para la de mi novia, uno de los agentes se dispuso a ir a ver al animal para realizar la lectura del chip en caso de que lo tuviera. Hasta aquí todo correcto. Pero ahora es cuando comienza el despropósito de las actuaciones nefastas.

“Dejarlo morir”

Cuando el agente vio al animal en el estado en que estaba y en aquel lugar de difícil acceso, dijo textualmente: “Ese perro no tiene chip y no se puede hacer nada. Está agonizando y hay que dejarlo morir ahí”.

Sin más explicaciones, remataron su trabajo y se fueron. Mi novia quedó muy jodida, pero tuvo que ir a trabajar. Yo me encargué, junto a dos amigos, Martín y Alberto, que me ayudaron en todo lo que cuento a continuación, de llevar el coche al taller, dado que los daños por el choque impedían que se pudiera utilizar.

No podían dejar al animal malherido morir así

Cuando me llevaban a casa, de camino reflexionamos. Dejar allí al animal era una crueldad. Era desgarrador pensar que estaba malherido, soportando 4 grados de temperatura y sumergido en agua. Por esto, decidimos actuar. Paramos en mi casa, cogimos unas botas de agua y unas cuerdas para intentar sacar al animal de allí. Y no digo rescatar, porque mis amigos y yo no queremos ninguna medalla.

Reconozco francamente que mi intención no era salvar al animal dado el estado crítico en el que pensábamos que estaba. Pero sí debíamos acabar con su sufrimiento, porque podría estar allí muriendo una hora o tres días.


Fueron ellos mismos los que sacaron al lobo del lugar inundado en el que quedó tumbado.

Ellos mismos lo sacaron de aquella braña

Ayudados de una vara de bambú y de una cuerda, procedimos a rescatar al animal, el cual nos extrañaba que no ladrase ni llorase como hacen los perros, pero tampoco le dimos mucha importancia.

Nos llevó una hora y media sacarlo de aquella braña, y en todo momento nos dio a entender que no le gustaban las personas. Fuimos nosotros los que hicimos que el animal recorriese esos 60 metros de los que hablan los medios para poder dejarlo en una zona donde le calentara el sol.

Ni la Policía ni Protección Civil

“Y aquí es cuando vuelve la Odisea. Nos ponemos en contacto con la Policía Local de Laracha, la cual nos dice que el asunto atañe a Protección Civil del concello. Llamamos 3 veces sin obtener respuesta. Después de un rato lo intentamos de nuevo desde el teléfono de un compañero, y fue cuando contestaron. Les contamos lo sucedido: que teníamos un animal malherido víctima de un accidente que ya no estaba en una zona de difícil acceso y les pedimos por favor que enviasen a alguien para hacerse cargo de él. Para bien o para mal. Suponíamos que enviarían un lacero.

Lo que el individuo que estaba al otro lado del teléfono me contestó con unas ‘intensas ganas de trabajar y de ayudar’ es que, dado que estábamos en una carretera DP de la diputación, se tenía que hacer cargo Conservación de Carreteras”.

Cinco horas después

“La única persona que se molestó en ver al animal fue el trabajador de Conservación de Carreteras. Fue el único que se mojó los pies para preocuparse. Después de cinco horas en las estuvimos llamando a los diferentes cuerpos oficiales y ninguno de ellos quiso saber nada del caso, este funcionario llamó a los servicios del ayuntamiento.

Nos explicó que al estar vivo el animal, él no podía recogerlo por no contar con los medios necesarios. Aquí terminó nuestra labor, porque nos repitió que se iba a encargar de que retirasen al animal. Afortunadamente, a él sí le hicieron caso y al fin pasaron a recogerlo para llevarlo al Hospital Veterinario Xarope. Pero esto no sucedió como lo han contado. Creo que los de Protección Civil no deberían ponerse medallas después de la manera como actuaron.

Antes de esto, le envié una foto del animal a mi madre, que tiene conocimientos de animales, y fue cuando nos avisó que aquello no era un perro, sino un lobo. Algo que confirmaron las veterinarias del hospital veterinario”.


Estos jóvenes gallegos se encargaron de llevar al lobo hasta una zona donde le calentase el sol

Medallas para quien no las merece

Pablo nos subraya que no cuenta lo sucedido por querer reconocimiento: “Voy a ser el mismo ayudando a quien pueda y cuando pueda”, sostiene. Su intención es difundir la falta de ayuda de quienes deberían actuar en estos casos. Aunque sus palabras son más fuertes que estas, usando adjetivos como “inútiles” o describiéndolos como “gente que no merece su puesto de trabajo”. De hecho, presentará una queja formal de manera oficial.

Comparte este artículo

Publicidad