Las palomas… ¿mensajeras de la paz o peligro público número uno?

El vídeo que os traemos a continuación puede resultarnos gracioso a todos. A todos menos a Michael, su protagonista, quien, por unos segundos, parecía estar viviendo una secuencia de la angustiosa película “Los pájaros” de Hitchcock.

En un vídeo publicado por la BBC en Facebook vemos el impacto que recibe un hombre cuando paseaba tranquilamente por la calle. Tras el desconcierto inicial por no saber de dónde procede el golpe, observa atónito que es fruto de un encontronazo con una paloma que, a modo de kamikaze volaba muy bajo, con un vuelo casi rasante, quizá para coger algo de comida.

Afortunadamente, ninguno de los dos implicados resultó herido y cada uno pudo seguir su camino.

Más frecuente de lo que creemos

Quizá parezca una escena fuera de lo común pero, lamentablemente, son bastante habituales las situaciones en las que una o varias palomas, causan problemas a los viandantes o a las personas que están disfrutando de un refrigerio en la terraza de un local.

No es el primer caso, ni será el último en el que una paloma, aterriza en una mesa para hacerse con parte de la comida en las terrazas de los establecimientos, en las plazas públicas e incluso en los patios de los colegios donde hasta llegan a tener controlado los horarios de recreo, según nos ha comentado una profesora asturiana que lo ha observado en su centro de trabajo.

Problema de salud

Las palomas, cada vez más invasoras en muchas ciudades, han pasado de ser un elemento casi idílico e el paisaje a convertirse en un problema de higiene y salud debido al aumento de su densidad de población en la mayoría de las zonas urbanas. Está científicamente demostrado que son portadoras de más de 40 enfermedades infecciosas que se transmiten a los humanos a partir del contacto directo o mediante la inhalación de sus excrementos en forma de polvo microscópico.

Impacto sobre el patrimonio arquitectónico

La superpoblación de palomas en el entorno urbano produce grandes alteraciones estéticas y el deterioro de importantes edificios, además de serios desperfectos en el mobiliario urbano. Hay que tener en cuenta que las heces de una paloma -puede llegar a los 15 kilos al año por ave- son altamente corrosivas y muchas contienen simientes que terminan brotando en las fachadas de edificios históricos y protegidos, provocando daños y afeando su aspecto. Ambos aspectos provocan un perjuicio económico que, cada año, se eleva a millones de euros.

Evitar darles de comer

Una de las medidas más eficaces para atajar el problema de la superpoblación es prohibir su alimentación, aunque son pocas las ciudades que lo aplican en sus ordenanzas municipales. Para conseguir esto es necesario ofrecer más información a los ciudadanos para que sepan la realidad del problema y comiencen a tomar conciencia. Aunque parezca fácil, es un tema delicado pues las palomas tienen un gran arraigo social a diferencia de otras especies como los roedores o los insectos.

También habría que asegurarse de que los contenedores de basura estén bien cerrados y no dejar bolsas de basuras o alimentos a la intemperie. Esto también debería aplicarse sobre las poblaciones de jabalí, cada vez más urbanitas.