¿Habías visto a un bulldog inglés agarrando a un jabalí?
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¿Habías visto a un bulldog inglés agarrando a un jabalí?

Con unas mandíbulas extremadamente fuertes, este pequeño bulldog inglés demuestra de dónde han heredado los perros de agarre actuales sus excelentes cualidades.


A comienzos del siglo XIX comienza la historia de una de las razas más reconocibles del mundo. Pero en los comienzos de esta larga andadura, los perros eran muy diferentes, morfológicamente, de lo que tenemos hoy.

El bulldog inglés y la genética que ayudó a crear las razas de agarre

Su cuerpo era más alto, estilizado y ligero, con una figura mucho más esbelta. Se asemejaría mucho más al actual boxer que al actual bulldog inglés. Además, la homogeneidad no era el fuerte de aquellos descendientes del old english bulldog e incluso de su antepasado el bandogge. Se primaban cualidades como la fuerza de la mordida y la agresividad, ya que eran animales seleccionados para pelear. Luchas entre canes e incluso con animales mucho más grandes, como osos, toros e incluso leones. Unas cualidades que fueron destinadas con el paso del tiempo al trabajo de presa en el ganado. Aquellos perros destacaban por su fiereza y agresividad, por la fuerza y valentía. Algo que tuvo un cambio drástico en 1778, cuando el duque de Devonshire abolió el bullbaiting, que era como se conocían esos enfrentamientos entre bulldogs y otros animales.

La historia de la raza comenzó a variar hacia una morfología homogénea y un carácter alejado de aquellos perros de extrema fiereza. La creación del Bulldog Club afianzó el camino hasta la creación de una raza de manera oficial. En 1875 se fundó el Bulldog Club Incorporated, cuyo objetivo fue dignificar al perro al que representaba y alejarlo de la mala fama creada durante décadas en torno a animales con comportamiento muy apartado del de una mascota. Esta transformación ha derivado en una de las morfologías más controvertidas de la historia de la cinofilia.

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Old english bulldog. Exposición celebrada en 1863 en Bois de Boulogne, Francia.

Evolución hacia ejemplares braquicéfalos

Los más llamativo es la evolución de aquellos perros hacia la braquicefalía más extrema entre los canes. La cabeza ha llegado a acortarse y achatarse, con unos huesos nasales muy cortos y orificios nasales, a menudo, más reducidos de lo necesario. Esto lleva a los animales con esta característica a sufrir problemas respiratorios, sobre todo cuando realizan ejercicio físico. Así, aquellos perros de lucha capaces de enfrentarse a leones, correr tras los toros para agarrarlos de las orejas para inmovilizarlos o afrontar largas y agotadoras peleas, hoy podrían sufrir reflujos, ronquidos y jadeos, respiración dificultosa e incluso llegar a caer en síncope o desmayo.

Mandíbulas del bulldog inglés: perfectas para el agarre

La fuerza de mordida de un animal viene determinada por la presión que son capaces de ejercer los músculos de sus mandíbulas, medida en una pulgada cuadrada de espacio. Esa fuerza, según ha medido el American Kennel Club, puede alcanzar las 550 libras de presión. Sus mandíbulas son anchas, fuertes, cuadradas, la mandíbula inferior proyectándose levemente hacia adelante de la superior con una moderada inclinación hacia arriba. Su conformación y su potencia le han brindado la fama de un can capaz de no soltar la mordida mientras no quiera hacerlo, por mucho que se intente detenerla.

Es lo que vemos en el vídeo que compartimos a continuación, en el que un ejemplar moderno de bulldog inglés ha hecho presa en la oreja de un jabalí de mediano tamaño y no suelta a pesar de la resistencia del suido.

 


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