Caza un jabalí medalla de oro al que esperó solo cinco minutos
Crónicas de caza

Caza un jabalí medalla de oro al que esperó solo cinco minutos

Con 22 años y poco más de dos practicando las esperas al jabalí, Alejandro Martínez puede presumir de contar con dos trofeos medalla de oro al que se sumará el que abatió en la madrugada del pasado martes.


Natural de Caravaca de la Cruz, en la Región de Murcia, este joven cazador comenzó en el mundo de la cinegética practicando la caza con galgos. Pero debido a la fatídica situación por la que atraviesan las rabonas en muchas zonas de nuestra geografía y a que una noche acompañó a un amigo de su hermano a una espera, no le costó cambiar las colleras por el rifle.

Tras aquella noche, el jabalí pasó a convertirse en una pasión para el joven murciano. No tardó en sacar el permiso de armas y comprar su primer rifle. Desde entonces, en esos pocos meses que han transcurrido, Alejandro ha conseguido mucho más que la infinidad de cazadores jabalineros. Reconoce con humildad que posee siete trofeos importantes de jabalíes: “Tengo siete bocas, dos de ellas medallas de oro, y esta, que me aseguran que también será oro”.

No image

Detalle del trofeo, largo y grueso, de este jabalí. A la derecha, Alejandro junto a su compañero, que le ayudó a cargar el gran jabalí.

Buen cazador, excelente puntería y un gran coto jabalinero

El mérito, además de a una excelente puntería y conocimiento de la especie que le obsesiona, lo atribuye a su coto de la sierra murciana, La Sardina, en el término de Caravaca de la Cruz. Allí hay buenos jabalíes. Como muestra, lo que nos cuenta que sucedió la misma noche en la que abatió el impresionante jabalí que comparte con nosotros: “Después de recoger el cochino, fui a dar una vuelta a otro coto cercano. No tenía sueño, y decidí prolongar la noche de caza. No vi nada, y volví a la misma zona donde cacé el jabalí, y allí, muy cerca, vi otro ejemplar, muy grande, incluso más que este. No pude intentar cazarlo porque se alejó enseguida”.

La época de la almendra para la caza del jabalí

Esta es la época que más divierte a Alejandro en la caza del jabalí. Él la llama la almendra, puesto que ya están cayendo las primeras al suelo, en su coto, ayudadas también por los arruís. Esto atrae a los jabalíes, que convierten la noche en algo ruidoso: “los buscas y los vas escuchando romper cáscaras, es muy emocionante”, confiesa el cazador.

No image

110 kilos pesó el gran jabalí.

Una espera de solo cinco minutos

El pasado martes comenzó una espera que se prolongó hasta el miércoles, ya que el jabalí decidió dar la cara a las 12:15 horas de la madrugada. Alejandro nos cuenta el lance:

-“Acudí a una plantación de almendros. Me coloqué frente a un bancal y una tala. Allí hay un bancal abandonado y solo cinco minutos después vi cómo el jabalí salía de un barranco y avanzando en dirección hacia la tala, por aquel bancal. SU objetivo eran los almendros.

Esperé el momento propicio, cuando se detuvo en el bancal, y encendí la linterna. Estaba a unos 150 metros. Cuando alumbré, no veía al jabalí. Lo tenía enfrente, pero me costó localizarlo entre los arbustos del bancal perdido. Cuando lo empecé a apuntar con mi rifle Browning MK3 en calibre .30-06, el pulso me temblaba. Yo siempre disparo a pulso, no me gustan los apoyos, pero eran muchos metros. Comencé apuntando a la pata delantera y fui subiendo para disparar cuando tenía fijado el cuello. Y la bala, una Geko de punta hueca, impactó allí. Esas balas las tiraba un amigo en un calibre .300 y paraba muy bien, así que decidí probarlas en mi rifle, y comprobé que tiene un gran poder de parada”.

Un disparo para rematar al gran jabalí

Cuando se acercó al lugar donde yacía el macareno, aún se movía y pataleaba. Teniendo esto en cuenta y tras alguna experiencia en la que jabalíes mortalmente heridos o que parecían casi muertos se levantaban haciendo gala de una inmensa fortaleza, decidió rematar al macho con otro disparo. “Mi novia me acompañaba esa noche y, a pesar de que no bajó del coche cuando fuimos a por el jabalí, decidí correr el menor riesgo posible”.

Un gran jabalí de trofeo enorme

El jabalí pesó 110 kilos. Algo que se convirtió en un inconveniente a la hora de llevarlo y cargarlo hasta el coche. Lo primero lo consiguió completar Alejandro, pero para subirlo al coche decidió avisar a un amigo que le ayudó.

Su trofeo, como lo describe el protagonista de la crónica de caza, destaca por ser ancho, de unos 2,5 centímetros en la cara interior, y largo, con 8 y 7,5 centímetros por fuera de la boca respectivamente. Las amoladeras acompañan a las medidas de los colmillos, aunque una de ellas está partida.

Los jabalíes medalla de oro del joven cazador

Alejandro nos enseña los jabalíes que ha cazado y que han resultado medalla de oro tras la homologación oficial.

No image

Este es el primer jabalí medalla de oro que abatió el joven cazador.

-“Este es el primero que cacé, tenía solo 3 patas. Estábamos en el coto de un amigo, en una espera por daños, ya que los cochinos estaban destrozando las siembras. Apunté y disparé al que me pareció más pequeño en tamaño. Allí había otro ejemplar mucho mayor que resultó ser una hembra, pero como estábamos intentando reducir los daños, aseguré el disparo y me llevé la sorpresa de que se trataba de un gran jabalí medalla de oro.

-“No mucho tiempo después, conseguí este gran jabalí, también rondando los 100 kilos de peso.

No image

El segundo jabalí abatido por el cazador murciano en arrojar medalla de oro.

Este me gusta mucho porque cuenta con una boca perfecta, tanto en los colmillos como en las amoladeras”.

Comparte este artículo

Publicidad