¿Sabes cómo y para qué se realiza el censo y anillamiento de las codornices?

¿Sabes cómo y para qué se realiza el censo y anillamiento de las codornices?

José Antonio Pérez Garrido, veterinario de profesión y cazador por devoción, nos enseña cómo se realiza la gestión de codornices a través del método del anillamiento.


José Antonio participa en el Proyecto Coturnix, una iniciativa financiada por Mutuasport, en la que participan la Real Federación Española de Caza, las federaciones autonómicas y la Fundación Artemisan. El trabajo de campo de este proyecto tiene dos aspectos fundamentales: por un lado, los censos de primavera, combinados con el anillamiento que recibe el nombre de Seguimiento Específico de Codorniz (método SEC) y por otro, la recogida de datos en jornadas de caza.

Seguimiento Específico de Codorniz

Como se ha mencionado con anterioridad, el método SEC se lleva a cabo en primavera, y se dividiría a grandes rasgos, en escucha y censo, anillamiento y recogida de datos biológicos. Se establecen 10 puntos donde se va a escuchar y hacer las capturas.

Los censos

Al inicio de la jornada, cuando se llega al área donde se va a realizar el trabajo de campo, se espera unos minutos en silencio para ver si se oyen codornices. Este sería el “censo 1”, en el que no se utiliza más herramienta que el oído y la paciencia.

Una vez se ha escuchado y anotado el número de ejemplares -si los hubiera-, se procede a poner el reclamo, que como todos sabemos es un aparato que emite un sonido muy parecido sino idéntico al de la especie que se quiere estudiar. Con esta técnica, que sería el “censo 2”, se suelen escuchar más codornices. Se toma nota del número nuevo de ejemplares oídos.

Captura

En los puntos donde se oyen codornices, se introduce la variable del anillamiento. El primer paso es la captura, que sirve para detectar el mayor número de animales posible. La captura permite el conteo de ejemplares que no se han dejado escuchar previamente o que tardan más en “cantar”.

Atraídos por el reclamo, se acercan al profesional, que con mucha rapidez y cuidado consigue atrapar al ave para inmediatamente después anillar, tomar las medidas, anotaciones y pruebas necesarias para la labor de control biológico y poblacional.

Hay que destacar la importancia de la formación en el personal que realiza el anillamiento. No cualquiera puede hacerlo, esa labor han de llevarla a cabo expertos. “No sólo es capturar al animal y volverlo a soltar, sino que se trata de manejar un ser vivo, por lo que se requieren conocimientos específicos que aseguren la capacidad de supervivencia y el bienestar del animal”.

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José Antonio Pérez Garrido junto a la autora del artículo.

El anillamiento

Una vez se ha capturado el pájaro, lo primero que se hace es proceder al anillamiento. Este paso, es de vital importancia, ya que en el caso de que el ave echara a volar, al menos, se iría marcada. Aunque es muy complicado que un pájaro escape de las manos de los profesionales no es imposible, es humano errar.

Como su propio nombre indica, anillar no es otra cosa que poner, en una de las patas del animal una anilla metálica, generalmente de aluminio, que tiene una numeración única para cada ejemplar.

Recogida de datos

Cuando se tiene al pájaro anillado, se procede a apuntar en un formulario una serie de medidas que se extraen de los rasgos físicos del mismo: unos de la observación y otros de la medición.

Una fuente importante de información, son las alas, a través de ellas, se puede estimar la edad de los animales.

“Euring” es la nomenclatura utilizada para categorizar la edad de las aves. Existen desde el euring 1 hasta el euring 9. En el caso de la codorniz (Coturnix coturnix) habitualmente se trabaja con el euring 3 (E3), cuando el ejemplar está en su primer año calendario y con el euring 5 (E5), cuando el ejemplar ha nacido el año calendario anterior.

Un dato curioso es que los códigos euring pares, se utilizan cuando no se conoce la edad exacta del animal. Únicamente sirven para hacer una aproximación, no facilitan tanta información, o no tan precisa, como los números impares. A modo de ejemplo: se utilizaría el euring 2 (E2), cuando no se sabe si un animal ha nacido el mismo año en que se ha capturado o en el anterior.

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Euring 3.

La comunidad científica, conoce la edad de las aves por el ritmo de muda de las plumas. En el caso de las codornices se analiza generalmente la muda de las rémiges primarias, salvo en caso de duda, que se mirarían las cobertoras.

Por si hay algún novel en el mundo de la cinegética leyendo este artículo, vamos a recordar que las rémiges primarias son las 10 rémiges o plumas remeras más externas del ala. Se mira el desgaste de la punta de las mismas y la densidad de coloración del color negro. Cuanto más desgastada esté la parte final de la rémige, y más decolorado el negro, fruto de haber estado más tiempo expuesta a la luz del sol, más antigua será la pluma en cuestión.

Se coge una muestra compuesta por una pluma de cada ala: una antigua y otra nueva. Se meten en dos sobres distintos en los que se apunta el número de anilla, la edad en euring y la rémige de la muestra. Como se ha comentado ya, las rémiges primarias son 10 y cada una tiene asignado un número del 1 al 10.

“En las plumas que cogemos se miran los isótopos de deuterio, presente en el agua y que presenta variable concentración en diferentes partes del mundo, lo cual nos permite aproximarnos al área en que estaba cuando le crecieron las plumas que muestreamos.”

Normalmente las plumas de los animales más jóvenes suelen ser más estrechas, largas y puntiagudas mientras que, las de los adultos, son más cortas y tienen el borde más cuadrado y ancho.

Por el estampado y la disposición de las plumas también se sabe si el ejemplar capturado es macho o hembra. Aunque habitualmente se suelen cogen machos, siempre puede haber una excepción. Las hembras de codorniz tienen en el cuello unas motas muy singulares, mientras que los machos no presentan pintas y en su lugar tienen una especie de “collar” oscuro. Los machos se apuntan con un “I” y las hembras con un “II”. Además, se mira el diseño de la garganta: por un lado, el ancla anotando de 1 a 5 según su grado de desarrollo y el grado de pigmentación de las mejillas (A, B, C, D) y por otro, el collar, si tiene collar se pone “II”, si no lo tiene “I”.

También se pesa al animal. Para que no escape, se lo mete en una bolsa de la que previamente se conoce el peso, y se pone en una báscula. De la cifra obtenida se resta los gramos del recipiente y se extrae el peso real del animal.

Por último, se toma muestra de sangre, cuyo análisis aporta información muy interesante sobre el estado fisiológico del ejemplar, la genética, la ecología y la migración.

Este último punto es clave “para determinar si es migrante africana o de las que no emigran a África y pasan el invierno en Europa. Se ha conseguido diferenciar la anomalía en un gen de estas últimas, que es lo que hace que no emigren al continente africano”

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Análisis de sangre a una de las codornices capturadas.

Recogida de datos en jornadas de caza

Esta parte es fundamental dentro del proyecto, ya que en un solo día se puede obtener información de muchos ejemplares distintos de diferentes partes del territorio español.

Esta labor, la llevan a cabo los cazadores, quienes se encargan de introducir en un sobre un ala de cada ejemplar abatido, y de apuntar determinadas medidas, que aporta información muy valiosa a los profesionales.

A modo de ejemplo, José Antonio nos cuenta, que él durante la media veda del año pasado contabilizó alrededor de 1450 alas entre las provincias de León, Palencia y Valladolid. Esas alas le sirvieron para estudiar las edades de las codornices y saber que, el 80% de los ejemplares, eran jóvenes. Un dato muy positivo, desde el punto de vista cinegético y de conservación, pues significa que las poblaciones de codorniz en esas áreas están sanas y que la presión cinegética es adecuada, no excesiva.

Que el papel del cazador es fundamental en la conservación del medio y en control poblacional de la fauna, es un hecho, pero se necesita una comunicación efectiva fuera del sector para que personas que no pertenecen a él, lo sepan. Una correcta transmisión de información es vital para que la sociedad comprenda la necesidad real de practicar la actividad cinegética y que esta reciba el valor que merece, especialmente ahora, en un momento en que está siendo infravalorada y frontalmente atacada.

Desde Club de Caza pedimos a los aficionados de la caza menor que siempre que abatan un ejemplar anillado, lo comuniquen. Al contrario de lo que alguno pueda pensar, no tiene nada de malo dar caza a una codorniz anillada. De hecho, es básico para ayudar a controlar y conocer la especie, así como para velar por su futuro.

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