Abate un precioso ejemplar de corzo de 8 puntas en compañía de su padre, la persona que le enseñó a cazar
Palencia

Abate un precioso ejemplar de corzo de 8 puntas en compañía de su padre, la persona que le enseñó a cazar

Un joven palentino nos cuenta, muy emocionado, cómo consiguió abatir un precioso corzo que dedica a su progenitor, su maestro en el mundo de la cinegética.


David Maté es un joven cazador de Palencia que heredó su pasión por la cinegética de su padre. Con tan sólo 8 años, comenzó a acompañarle al puesto, y asegura que fue la mejor decisión que pudo tomar.

Empezó con la caza menor, concretamente yendo a la perdiz y a la codorniz. En su casa siempre tuvieron perros de pluma  de raza pointers -nos cuenta- aunque ahora también tiene un cachorro de setter, en el que tiene puesta mucha ilusión y él cree que le dará multitud de alegrías.

 También practica asiduamente la caza mayor, las modalidades de montería y rececho. Una de las especies de las que más disfruta a rececho es “el duende del bosque”, un animal tan fascinante como difícil desde el punto de vista cinegético.

En una de sus últimas jornadas tras el corzo, David ha logrado hacerse con un ejemplar realmente bonito, en un lance muy emotivo acompañado de su progenitor.

No image

El corzo en el monte junto a unas corzas.

El lance

Un Waterby Vanguard calibre .30-06 con un visor Swarovski Z6 3-18x50 y una bala RWS ks de 160 grains, es el equipo que habitualmente utiliza David en sus aventuras tras “los duendes”, incluida la que, a continuación, relatamos.

Recién empezada la temporada corcera, David salió en busca de un animal concreto: un corzo cumplido que ya había visto semanas atrás por su coto.

En todas las ocasiones que pudo avistarlo, estaba rodeado de hembras y según nos cuenta nuestro protagonista “andaba muy vivo”, por lo que no esperaba que fuera a ponerle las cosas fáciles.

Ese día, recuerda, hacía aire, pero tuvo la suerte de que soplaba a su favor. En compañía de su padre, estuvo en torno a una hora barriendo cada una de las siembras con los prismáticos y ni rastro del animal.

De pronto, en un prado rodeado de matorral vieron un macho que, tras valorar detenidamente con su cámara Nikon coolpix P950 y los prismáticos, confirmaron que “era él”.

No image

El corzo, recién abatido.

Dejaron el coche a 1km y medio para que el animal no se percatara y fueron acercándose más y más, hasta lograr apostarse a escasos 100 metros. Ahí comprobó a través del visor, que el corzo tenía 8 puntas, en lugar de 7 como le había parecido anteriormente. “Me temblaban hasta las piernas y el corazón me iba a mil”- recuerda Maté.

El corzo estaba tumbado, así que esperaron pacientemente a que se pusiera de pie. Pasados unos minutos el corzo se levantó y aprovechó ese instante para jugar el lance. Un único disparo, que impactó en el cuello del animal fue suficiente. “Cayó sobre su sombra”.

Al verlo, se fundió en un emotivo abrazo con su padre. Padre e hijo estaban entusiasmados por haber disfrutado juntos de un rececho que, a buen seguro, ninguno de los dos olvidará.

Tras cobrarlo, lo despiezaron juntos y lo llevaron a casa. En forma de cecina y con un buen guiso con patatas, nos contaba David, honrará al animal abatido. “La caza nunca queda en el monte, no fue así como me enseñaron”.

Comparte este artículo

Publicidad