Zarcero Común
Las aves de España

Zarcero Común


En el campo, los zarceros, de color verde, pueden confundirse frecuentemente con los mosquiteros, cuya coloración es casi idéntica. El canto de los zarceros tiene una característica peculiar: son excelentes imitadores de la voz de otras aves. En este aspecto, se distingue especialmente el Común, hábito al que alude su nombre latino (poljglotta). Después de lanzar algunas notas que recuerdan muchas veces los gritos de un gorrión, de un mirlo o de una curruca, este pajarillo inicia una larga y melodiosa improvisación formada por gorjeos y sonidos aflautados y modulados. Habitan biotopos soleados con arbustos medianos, con frecuencia no lejos del agua. Allí se establecen las parejas, que dominan un territorio más bien reducido, en el que la hembra construye el nido sin la colaboración del macho. El Zarcero Común tiene un área de distribución mundial muy reducida: Africa del Norte, España, parte de Francia y de Italia. A finales del verano marchan para invernar a la región occidental de Africa tropical, al norte del Ecuador. El retorno primaveral se efectúa a principios de abril y dura todo ese mes y parte de mayo, en el cual comienza la cría.

Familia:Muscicápidas
Nombre cientifico:Hippolais polyglotta
Orden:Passeriformes
Caza:Especie Protegida
Longitud:12.5
Habitat:Sotos
Identificación:Partes superiores pardo verdosas; partes inferiores y lista superciliar amarillas, patas pardo azuladas y mancha alar amarilla; sexos iguales.
Nidificación:Nido, construido por ambos sexos, en horquilla de arbusto, con hierba y plumón vegetal, forrado con raíces, pelos y a veces con plumas; puesta, de mayo a junio, de 4 a 5 huevos rosa pálido a violeta, finamente punteados con marcas y rayas negras; incubación, sólo por la hembra, de unos 13 días; los pollos, alimentados por ambos padres, dejan el nido entre los 12 y 14 días; dos crías.
Alimentación:Insectos y sus larvas; algunas bayas.

Los zarceros son dificiles de identificar en el campo a no ser por el cato tan característico y que realmente es muy diferente en las dos especies que se reproducen en Iberia. El más numeroso y conocido es, sin duda, el Zarcero común Hippolais polyglotta que tiene el plumaje de las partes superiores pardo oliváceo uniforme y el de las inferiores amarillo en una variada gama de tonos. Algunos carecen casi completamente de él, probablemente pájaros de un año, otros lo tienen muy intenso, adultos en su segundo año, y, en general, puede que el desgaste del plumaje juegue un papel importante a la hora de definir tonalidades. Por lo pronto, es indudable que el desgaste hace disminuir la intensidad del color amarillo en las partes inferiores y también la ligera mancha del mismo color de las alas. A partir de la base de la mandíbula superior y por encima de los ojos cruza una estrecha línea amarilla. La cola y las plumas primarias y secundarias de las alas tienen color ligeramente más oscuro. Las patas son variables desde el pardo rosado hasta el pardo grisáceo. El pico, muy largo y ancho en la base si lo comparamos con el de otros sílvidos, es de color pardo oscuro en la mandíbula superior y amarillento en la inferior con el interior de la boca de brillante coloración anaranjada, fácilmente visible cuando el pájaro canta. El iris de los ojos es pardo oscuro. Los jóvenes zarceros se parecen a los adultos en el plumaje de la espalda, pero en las partes inferiores hay apenas una ligera coloración amarilla, más bien beige claro. No hay diferencia apreciable en el plumaje de machos y hembras adultos.

Importante para la identificación es conocer algunas de las características de la estructura de este pájaro. La cabeza es muy redondeada y con gran frecuencia, sobre todo si está alarmado o cuando canta, eleva las plumas del píleo de manera que parece que tuviera una pronunciada cresta. Las alas son relativamente cortas y redondeadas y es cierto que cuando vuela de un matorral a otro aletea como si fuera un pájaro joven recién salido del nido (Nicholson). Quien no esté familiarizado con el Zarcero común, puede confundirlo, si está silencioso, con un Mosquitero Phylloscopus, pero el ser menos grácil y rápido en sus movimientos entre la vegetación y posarse a menudo al descubierto inmóvil, lo distinguen bien. También es inconfundible su voz de alarma, y sobre todo lo fiel que es a un pequeño territorio que incluye uno o dos grandes matorrales y donde desenvuelve todas sus actividades diarias. Es realmente un pájaro incansable que solamente se descubre por el canto o por el matraqueo de alarma que suele emitir desde zona bien oculta entre la vegetación, pero al aproximarnos sale al descubierto y entonces se le aprecia bien el píleo erizado. Fuera de la época de la cría parece perder inquietud y se muestra frecuentemente muy manso, dejándose ver de cerca sin mostrar alarma ni huir.

Hippolais polyglotta es un pájaro típico de la campiña Ibérica, habitando zonas arbustivas, laderas con matorral bajo, márgenes de caminos bordeados de árboles y muy a menudo no lejos del agua. Lugares encharcados, marismas y carrizales con matorral en las orillas, le atraen especialmente.

Su nota de alarma es bien conocida. Se trata de un matraqueante e insistente sonido que recuerda algo la voz de un Gorrión común Passer domesticus. Es muy sonora y descubre pronto su presencia. Difícil de expresar, quizá un ¡¡kerrrrr...!! prolongado que interrumpe sólo por fracciones de segundo. Mientras ceba pollos, algunos machos se acercan al nido y si se sienten observados emiten un dulce y musical ¡¡juil!! En agosto y septiembre y sobre todo los migrantes, se hacen notorios en los matorrales donde se estacionan, lanzando un continuo ¡¡juit!! breve, pero musical. El canto es un gorjeo agradable, mezclado con trinos, silbidos y notas que recuerdan las emitidas por otros pájaros. Resulta ser muy musical y aunque cuando se escucha de cerca se aprecia bien la vehemencia con que el pájaro lo emite, tiene poco alcance y en buenas condiciones acústicas rara vez sobrepasa los 100 metros y a menudo mucho menos.

Desde que llega en abril y mayo hasta junio, canta con fuerza y muy continuadamente. Cuando nacen los pollos y macho y hembra se ocupan de cebarlos, interrumpe el macho el canto que reanuda si hay una segunda puesta. Zarceros cantando en julio e incluso agosto no son raros. Lo hacen casi siempre desde posadero alto, prefiriendo las ramas de un arbusto que sobresalga por encima de otro más enmarañado y corrientemente también la rama de un árbol, colocándose en ella en posición característica, puesto que aquélla suele ser vertical u oblicua. Resulta incansable cantando y puede hacerlo durante horas, con cortas interrupciones, supuestamente para alimentarse y acercarse al nido. Pero pronto vuelve a su habitual posadero al que es tan fiel como al mismo nido. Cada Zarcero posee su propio e inconfundible repertorio de notas que conserva año tras año y no es difícil de separar en el campo de otros zarceros. Algunas veces canta en pleno vuelo.

La alimentación en primavera es totalmente insectívora. Entre las hojas y las ramas de los árboles y arbustos captura innumerables dípteros, coleópteros, lepidópteros, hemípteros y también muchas larvas. A partir de agosto come frutos silvestres de arbustos, y se observa picoteando cerezas e higos.

Los primeros nidos no son construidos por las hembras antes de los últimos días de mayo o en los primeros de junio. Los machos muestran un fuerte celo, cantando a todas horas y elevándose en vuelo sin dejar de cantar para descender como lo haría una Bisbita común Anthus pratensis con las alas desplegadas, pero posándose bien alto en el extremo de la rama de un árbol. La llegada y la presencia de las hembras pasa desapercibida incluso para el más atento observador. Se mantienen silenciosas y bien escondidas en el matorral. Cuando comienzan a construir el nido, siempre escoltadas por el macho, vuelan de un matorral a otro. Los primeros nidos están terminados en zonas meridionales en la última quincena de mayo, pero en el Norte no antes de junio. Muchas parejas se establecen tarde y consecuentemente la cría se retrasa notablemente. El material más utilizado es hierba seca fina con plumón vegetal y telarañas, forrado en el interior también con plumón, raicillas, pelo y pocas plumas que a veces faltan. Tiene forma de copa profunda y lo colocan normalmente aprovechando una horquilla de una rama fina y a una altura del suelo variable entre 1 y 2 metros. La puesta normal es de 3 huevos, a veces 4 y raramente 5 (en el Norte). En el resto de Iberia una puesta corriente es de 4-5 huevos, más a menudo 4 y ocasionalmente 5 y 6. Jourdain para 100 huevos colectados en España obtuvo un promedio de medidas de 17,72 x 13,22 mm. con un máximo de 19,2 x 13,6 mm. y un mínimo de 16,1 x 13 mm. D´Almeida, para 8 huevos colectados en el norte de Portugal, da una media de 17,8 x 12,8 mm. Con extremos de 17 a 18,6 x 12,2 a 13,3 mm. Tienen color rosado o violáceo y están marcados con puntos oscuros, negros a menudo y muy esparcidos por toda la superficie. Bien observados se nota un rosa más intenso en el extremo más estrecho y violáceo pálido en el más ancho. Algunos tienen también líneas finas oscuras. Solamente la hembra incuba y lo hace durante 12-13 días. Los pollos al nacer carecen de plumón y tienen el interior de la boca de color amarillo muy vivo con dos puntos oscuros en la lengua. Las comisuras del pico son amarillas muy pálidas. Ambos adultos los atienden y resulta fácil conocer cuando nacen porque, normalmente, el macho se muestra muy inquieto entrando y saliendo en el arbusto y dejando de cantar, pero lanzando su sonora alarma en cuanto un intruso se acerca a la zona. Algunos machos continúan cantando, pero sólo esporádicamente. A los 12-14 días salen del nido los jóvenes y quedan ocultos entre la vegetación, llamando continuamente para que los adultos los localicen. El suave piído tiene ya el tono dulce y melodioso del canto de los adultos. Una segunda cría es normal sólo en el Sur. En la zona Cantábrica menos corriente.

Hippolais polyglotta se reproduce en Europa solamente en el Sudoeste desde Iberia y Francia hasta el noroeste de Yugoslavia y a través de toda Italia incluida Sicilia. Falta, sin embargo, en Baleares, Córcega y Cerdeña. En el norte de Francia y en el Este es quizá ocasional o falta completamente. También se reproduce en el noroeste de Africa.

En la Península Ibérica posee una densidad buena. El pájaro es numeroso por todas las regiones, aunque quizá en el Norte esté nás disperso y en zonas apropiadas su densidad viene a ser de una pareja por Ha. Aquí no sube mucho de nivel y por encima de los 100 metros es escaso. Mayor número de parejas se ven a nivel del mar hasta 300 netros.

Especie migradora, marcha a mediados de agosto, aunque probablemente muchos jóvenes lo hagan antes. Que éstos sufren una dispersión postgenerativa previa no hay duda, puesto que son capturados y observados en muchos países europeos en pleno verano y en los primeros días otoñales. En Gran Bretaña, por ejemplo, desde 1953 se observan anualmente y las capturas se suceden hasta 50 en algunos años, la mayoría desde agosto hasta la mitad de octubre. Solamente unos pocos desde mayo hasta julio. Como la gran mayoría llegan a las costas del Sur y rara vez penetran más al interior, hay que pensar que estos jóvenes zarceros tienen origen francés. La misma situación se produce en otros países europeos. En Marruecos, Vaughan (1960) encuentra restos de zarceros en los desplumaderos de las colonias del Halcón de Eleonor en la isla de Mogador (Costa Occidental de Marruecos) en fecha temprana (18-27 de agosto). A lo largo de la costa mauritana se ve en septiembre. Estas observaciones dan pie para pensar que, al margen de las dispersiones de los jóvenes, hay ya un franco movimiento migratorio hacia el Sur en el mes de agosto y probablemente en los primeros días de este mes con ocasionales partidas a final de julio.

La llegada primaveral se produce a partir de la última mitad de abril, pero con mucha intensidad en los últimos días de este mes y en mayo. Aunque el paso se aprecia muy fuerte entre el 28 de abril y el 10 de mayo en ambos extremos de los Pirineos, pero sobre todo en Guipúzcoa y Navarra, donde se producen algunos años verdaderas «caídas» de migrantes, los nativos tienden a establecerse tarde en el Norte. Muchas parejas no se sienten hasta bien entrado mayo y muy frecuentemente hasta la última semana de este mes. Una ocasional observación muy temprana en Asturias: 19 de marzo; otra también prematura para un Zarcero nativo: 19 de abril. Ambos cantaban con fuerza. No sucede lo mismo en el resto de la Península donde gran cantidad de zarceros ocupan su territorio en la primera semana de mayo. Balsac y Mayaud (1962) acusan su paso primaveral por Marruecos no antes de los últimos días de abril y primeros de mayo. Por el Sahara Occidental se nota su paso hacia el Norte en la segunda semana de abril, incluso en las mismas fechas de su llegada a Marruecos y Francia. Hay, que admitir la posibilidad de que Hippolais polyglotta efectúe de un solo vuelo sobre el norte de Africa gran parte del recorrido que le lleva a tierras europeas. No otra conclusión puede obtenerse de la escasez de datos que existen sobre pasos migratorios. Bannerman se refiere a que él lo observó en paso por las Islas Canarias e incluso la noticia de dos encontrados muertos junto con otros pequeños migrantes en el islote de Roque del Este, al norte de la isla de Lanzarote, en el mes de septiembre. Como Meinertzhagen lo observó en el oasis de Ahaggar en pleno Sahara y existen más observaciones en aquella zona, hay que admitir que el Zarcero común llega a Africa en el otoño en un amplio frente.

Hippolais polyglotta inverna en el Africa Tropical occidental en zonas boscosas de Gambia y en el Sudeste del Senegal, evitando las zonas secas de acacias. Igual hábitat ocupa en Costa del Marfil, Togo y sur de Nigeria. La presencia invernal en Iberia de zarceros comunes ha sido supuesta en muchas ocasiones, pero sólo una captura podría asegurarlo. Esta se produjo el 4 de enero de 1973 en el valle del Guadiana, al norte de Villanueva de la Serena (Pérez Chiscano, 1973). El pájaro fue capturado con red y anillado en una zona de vegetación palustre a base de Typha, Scirpus y Juncus.

El Zarcero común guarda una gran fidelidad a la zona donde crió el año anterior e incluso al mismo matorral. El anillamiento demuestra también que los jóvenes colonizan un lugar muy próximo a su comarca natal e incluso pueden volver al matorral donde han nacido y emparejarse con uno de sus progenitores que ha sobrevivido.

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