Lince ibérico… Crónica de una muerte anunciada

La costumbre generalizada y sistemática, extendida entre los naturalistas, de ‘humanizar’ a la fauna, salvaje y silvestre, colocándole nombrecitos tipo Bambi, siempre me ha parecido cuanto menos una cursilería, por no decir una estupidez y un sinsentido antinatura.


Supongo que a muchos les debe parecer ‘muy tierno’, con mucho sentimiento, ver a Simba, o a Scar, por no decir Juanito, que es más nuestro, devorando a los cachorros de sus leonas para que estas vuelvan a entrar en celo. Viene a cuento, esta reflexión, porque ahora voy a ser yo, sin que sirva de precedente, el que va a utilizar algunos de esos afectuosos apelativos para introducir esta exigua crónica, en este caso opinión, sobre un desastre anunciado. Cascabel, Fado, Cromo, Garfio, Arcex y Ecológico (¡manda… narices!). Así eran conocidos estos seis ejemplares de Lynx pardinus, nuestro tan querido como malogrado lince ibérico. Éstos, como tantos muchos otros, muchísimos —Maki, Wary, Nuria, Auriga, Rómulo, Alba…—, todos muertos, son un insignificante ejemplo de los ‘magníficos resultados’, así nos los presentan una y otra vez, de uno de los emblemas del conservacionismo ¿científico?, el Programa de Conservación Ex-situ del Lince Ibérico, un proyecto que, tras la friolera, que sepamos, de diez mil millones de las antiguas pesetas, ha ‘logrado’, que sepamos también, reducir los más o menos mil doscientos ejemplares que había, cuando se dio la voz de alarma, a unos doscientos veinte que quedan en la actualidad. Su más reciente ‘logro’, una misteriosa enfermedad renal, ERC, que en apenas cinco meses se ha llevado por delante a los antes mencionados y tiene a otros diez en la UVI en estado terminal. Tras ingentes investigaciones de ‘todos los científicos del mundo mundial’, resulta que han muerto por, ¡asómbrense!, exceso de vitamina D en el programa ‘científico’ de alimentación. ¡Hay que ser… reiterativamente burro, para envenenar a un animal con Redoxon! ¡Vean, y alucinen un poco más si cabe, con algunos de los datos que hemos conseguido y que les contamos en el reportaje publicado en estas mismas páginas! Pero hay otro tema, íntimamente ligado a éste, que cabrea, si es posible indignarse más aún, hasta decir basta. El mutismo oficial al respecto es, aun bochornoso, hasta cierto punto lógico, nadie tira piedras, algunos sí, contra su tejado, aunque en esta caso sea el tejado de todos —sólo un diario de tirada nacional ha osado, brevemente y un solo día, hacer unas someras críticas al respecto—. Los que no han abierto el pico, nunca mejor dicho —salvo una honrosa excepción—, son esos ‘amigos nuestros’ que no se cansan, día tras día, de denunciar y protestar, y hacer ielepeses y despelotes, defendiendo la causa de los ‘sentimientos’ de los animales. ¡En una orden de veda han autorizado a cazar gorriones, siempre por plaga, por supuesto, y a una superfamosa organización defensora de todo lo defendible e indefendible, que ahora, para más inri, quiere entrar en política, le ha faltado tiempo para presentarse en el juzgado y denunciarlo! ¿Se puede ser más hipócrita? Sí. Después de diez mil millones, en palabras muy recientes del director del Organismo Autónomo de Parques Nacionales, Javier Madrid, «Un cincuenta por ciento de los felinos que se reintroducen en la naturaleza fallecen…». ¿A qué juzgado habría que ir…? Editorial de la revista Caza y Safaris del mes de octubre.
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