Deja la escopeta en su camioneta, cargada y junto a sus perros, ¿qué podía pasar?
Efectivamente. Si has pensado que el perro se movió, como hacen todos los perros, y la escopeta se disparó de manera accidental, has acertado. Este cazador estadounidense estuvo a punto de morir por una serie de imprudencias que desencadenaron un terrible incidente en el que recibió un disparo de su propia arma.
Este cazador de Nuevo México nunca imaginó que recibiría un disparo por la espalda de su propia escopeta. Varios medios han escrito que el perro disparó a su amo, o que el can estuvo a punto de acabar con la vida del cazador, pero esto no es cierto.
Imprudencia temeraria
El hecho de dejar un arma cargada, sin enfundar y con el cañón apuntando a la parte delantera del vehículo es acumular una serie de riesgos que, sumados, llevan a que estas cosas sucedan.
La noticia ha sido publicada en El Paso Times, y detalla que el herido es Sonny Gilligan, un varón de 74 años que se encontraba el pasado 25 de octubre en plena jornada de caza de conejos en el desierto al oeste de Las Cruces, en el estado de Nuevo México.
El cazador cargó la furgoneta con sus tres perros y su arma. Poco después, escuchó y sintió el disparo. Al principio pensó que le habían disparado desde fuera de su vehículo, pero se equivocaba.
El propio cazador explicaba pocos días después del suceso lo que ocurrió: «Charlie metió la pata en el gatillo de mi arma […], se deslizó del asiento, accionó el gatillo y disparó. Fue un accidente inusual, pero es lo que pasó. Aunque la gente se burla y bromea diciendo que mi perro lo hizo a propósito, la verdad es que es un perro muy cariñoso y no dañaría a nadie con intención», aseguró Gilligan.
Llegó a perder el pulso
La bala salió de la escopeta desde el asiento trasero del vehículo, donde también se encontraban los perros. El disparo atravesó el asiento de conductor e impactó en la espalda de Gilligan, rompiéndole varias costillas y la clavícula y causándole otras lesiones de gravedad.
Tras el impacto, tuvo fuerzas para detener el vehículo y llamar a la oficina del sheriff del condado de Doña Ana. Cuando llegaron, encontraron a Sonny ensangrentado. Cuando le llevaron al hospital, tuvieron que realizarle la reanimación cardiopulmonar debido a que no tenía pulso. «Salvaron mi vida. Si hubieran tardado diez minutos más, habría muerto. Perdí mucha sangre», manifestó el cazador.
Tras reanimarle, le sometieron a varias intervenciones quirúrgicas en el Centro Médico Universitario de El Paso. Afortunadamente, hoy se encuentra recuperándose de sus heridas, aunque aún en estado crítico.